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El niño que había decidido proteger ahora se encontraba escondido debajo de la cama conmigo... Yo movía las orejas de un lado al otro, olfateando para asegurarme que no haya nadie cerca.

-¿Podemos salir ya?- Me pregunto el azulino, susurrando y evitando el ser escuchado.

-Espere un momento...- Mencioné, escuchando unos pasos alejarse de la habitación. -Ahora... Rápido.

Ambos salimos de nuestro escondite, corriendo rápidamente a la sala del piso principal... El niño tocó una de las paredes, mientras yo me sentaba en el suelo y lo observaba alegremente.

-¡Ganamos!- Gritó este contento, al tiempo que otros dos niños se hacían presente a la sala.

Los primos del joven Ciel... El señorito Edward Midford y su hermanita Elizabeth Midford... Ella tenía la misma edad que mí niño, él era un poco mayor.
Al igual que la familia Phantomhive, la familia Midford se llevó un susto en el momento que me escucharon hablar por primera vez... Más no les quedó otro remedio que acostumbrarse, ya que me había convertido en la mascota de la familia Phantomhive.
La joven Elizabeth no tardó en tomar confianza conmigo, de la misma forma que lo había hecho su primo... Aun así, su hermano aún no le encantaba nada de lo que tenga que ver sobre mí, especialmente porque yo no resolvía muchas de sus dudas.

Algunos nobles tienen perros caros, otros prefieren a los gatos... Mis amos tenían un gusto más excéntrico.
A lo largo de estos meses conviviendo con ellos fui entendiendo un poco la forma en la que viven y algunos de los secretos que guardan... Cómo el trabajo del señor Vincent Phantomhive como "perro guardián de la reina"... Y el porque era llamado "el conde del mal". Tenía que aprender sobre ese mundo, ya que en algun momento, sería el mundo de mí joven Ciel... Y no deseaba que le pasará nada malo.

Para mí suerte, la vida específicamente de Ciel no estaba rodeada de ningún peligro... Más que alguna fiebre molesta, aunque encontramos nuestras maneras para entretenernos... Jugando ajedrez, leyendo, o incluso solo charlando.

-Sebastian y yo buscamos ahora...- Mencionó entusiasmado el niño, mientras se colocaba  contra la pared para contar.

Yo me acosté en el suelo, tapando mí cara con las patas... Aun si no estaba viendo, movía las orejas de un lado al otro para poder tener una idea de a dónde se fueron. Escuchaba al pequeño contar desde el uno hasta el cincuenta, ya que las reglas dicen que son diez segundos por participantes y diez segundos extra... Una vez llego al número mayor, ambos descubrimos nuestros rostros.

-¡Listos o no... Aquí vamos!- Gritó Ciel para hacer saber a su primos que ya estábamos por buscarlos.

A decir verdad, este juego me resulta muy divertido... Se siente como ir de cacería, aunque no se mata a nadie, aún así, la idea de la búsqueda es fascinante. Al ser medio lobo, mis oídos y mí olfato es mucho más amplios que el de cualquier humano, razón por la que amo ser el buscador.

Caminaba junto a mí pequeño amo, olfateando el suelo y siguiendo el rastro más reciente de los jóvenes rubios. Llegamos hasta la biblioteca, donde ingresamos lentamente... Me acerque hasta el ventanal, y al mover un poco las cortinas, ahí se encontraba la niña. Ciel se apresuró en sostenerla antes que saliera corriendo, volteando a verme de forma rapida.

-¡Sebastián...!- Me gritó, al tiempo que yo me preparaba para salir.

-Entendido...- Respondí antes de comenzar a correr en dirección al lugar donde habíamos estado contando hace unos segundos, tocando la pared con una de las patas -La señorita Midford ya fue encontrada...- Mencione, segundo después llegaron los dos menores.

~Good Boy~ Kuroshitsuji Donde viven las historias. Descúbrelo ahora