Noah
Tres años después
Algo no estaba del todo bien, él olor era muy familiar, al igual que el lugar, ¿Cómo había vuelto? ¿Qué hacía aquí? Las preguntas invaden mi cabeza mientras caminaba por ese largo pasillo lleno de miedo, el llanto de Sua se hizo presente, me dirigí hacia donde el llanto resonaba más fuerte, al abrir la puerta no estaba ahí, traté de llamarlo pero mi voz no salía, el llanto volvió a escucharse más fuerte, antes de salir de la habitación algo me tomó del cuello asfixiándome, como pude voltee hacia atrás, reconocí perfectamente ese rostro furioso que cada vez me quitaba el aire.
–Despiertaaa'– una voz ya algo familiar me llamaba, finalmente abrí los ojos encontrándome con Sua con una expresión preocupada– ¿Por qué lloras?
No me había dado cuenta de mi llanto, hasta que toque mi cara y sentí las húmedas lágrimas, no era la primera vez que pasaba, las pesadilla se habían vuelto constantes en los últimos años, pero solo quedaban en eso, malos sueños.
Me estiré aún con Sua arriba mío y lo abrace tirándolo en la cama.
–¿Quién está llorando?– comencé a hacerle cosquillas mientras reía en la cama.
Sua había crecido bastante, ahora estaba apunto de cumplir seis años, era un niño bastante fuerte y hermoso, me alegra haberlo traído a un ambiente mejor.
Salimos de la habitación en busca del desayuno, encontrándonos a Avery en la barra de la cosa con su gran taza de café.
–¡Tía, ya desperté a mama!
–Mamá Sua, repite después de mi ma-má.– Avery se había encargado de enseñarle inglés a Sua, había aprendido bastante rápido, eso era bueno.
También en los últimos años había tenido múltiples trabajos, en cafeterías, restaurantes, tiendas de autoservicio y la más reciente en una librería que para mi mala suerte está apunto de cerrar.
–Iré a buscar un nuevo trabajo y de paso a ayudar con lo que falta sacar en la librería ¿Puedes cuidar a Sua?– le comente a Avery que estaba pegada a su teléfono, me había adaptado a la vida con ellos, claro que no vivía gratis aunque Mila se negara destinaba un poco de mi sueldo a las necesidades del hogar, también disfrutaba hacerles de cenar una vez al mes o cada que lo pedían.
–Por supuesto, de todos modos hoy no haremos nada ¿Verdad Sua?
El pequeño asintió, después de desayunar y asegurarme que Sua lo hiciera, fui a cambiarme y asearme para salir evitando a toda costa ver esa cicatriz en mi pierna, tal vez si estaba marcado por el de alguna forma, finalmente me despedí con un besito en la frente de Sua y salí.
Hice mi recorrido como siempre, fui primero a la librería, había muchas cajas listas para donar, otras para vender y otras para tirar.
–¡Noah!–. Saludo eufóricamente la señora Lauren, una beta ya mayor dueña de la librería.– Que bueno que llegaste ¿Vienes a pie?
–Lamentable si.
–Bueno eso no importa, necesito que hagas una donación de libros infantiles, está algo lejos, pero le diré a Theo que te preste la camioneta, espera.
–No es necesario, puedo hacerlo a pie.– Aún me da un poco de miedo manejar.
–No,no,no, es muy lejos, espera aquí.
Lauren fue en busca de su hijo que sin problema le dio las llaves de su camioneta y me dio una caja pequeña con libros infantiles.
–Está es la dirección... algo estoy olvidando– expresó tratando de recordar.– ¡Ah sí! Toma esto es tuyo.
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La Inmensidad De El Mar (𝗢𝗺𝗲𝗴𝗮𝘃𝗲𝗿𝘀𝗲)
RomanceTras años de maltratos por el que se supone que seria su compañero de vida, Nun Sun huye de su país de origen y de un alfa manipulador junto con su pequeño, llegando a un puerto donde comenzara una vida nueva, lleno de miedos y temores, también don...