Devon
El desayuno de cumpleaños de Elliot estaba siendo una completa tortura, mis padres hablaban hasta por los codos, realmente no sabía qué hablaban, mi mente estaba divagando en otro lado mientras comía, mis ojos estaban fijos en el frutero de la mesa. ¿Siempre había sido así de feo? ¿En algún momento pensé que era bonito? Al pensar en bonito, a mi mente vinieron muchas cosas, una tarde lluviosa, el mar, dormir todo el día y... ¿Ese Omega?
Sí, definitivamente estaba pensando en él al pensar en algo bonito, era lindo, con sus muecas e insultos en otro idioma; no me había equivocado al contratarlo. Era una lástima que se haya ido tan pronto. ¿Por qué estaba pensando tanto en él?
—Devon ¡Devon! —El grito de mi padre me sacó de mis pensamientos; me percaté de que ni mi madre ni Elliot se encontraban en la mesa—. Llevo como 10 minutos hablándote como un imbécil y tú solo le sonríes como un idiota al frutero. ¿Cuenta buenos chistes?
No me había percatado de que estaba sonriendo como un tremendo lunático.
—Lo siento. ¿Qué decías? —me enderecé en la silla, dispuesto a escuchar a papá esta vez con atención.
—Te decía que están dando los últimos retoques al nuevo hotel de la entrada de la ciudad. Necesito que te encargues de ver que todo esté en orden, desde infraestructura, decoración, muebles, administración.
Más trabajo, que no se note mi emoción.
—Yo me encargo —señalé, soltando un suspiro prolongado.
—¿Qué sucedió con tu asistente? ¿Conseguiste uno?
Mi mente otra vez divagó un poco hacia ese chico. ¿Qué me estaba haciendo ese Omega obstinado?
—¡Sí! —Carraspeé un poco la voz para no detonar mi emoción, mi padre levantó una ceja. —Sí, hoy empezó a trabajar, tiene muchas habilidades, podrás conocerlo pronto.
—Bien —se puso de pie para dirigirse a la sala. —Espero que sea un beneficio para tu trabajo y no una distracción.
—No lo será.
Volvió a asentir y se dirigió a donde Elliot abría su regalo de cumpleaños, eran unos legos o algo así.
Decidí escabullirme a mi despacho y quedarme allí el resto del día, no quería ver a nadie, ni escuchar a nadie. Cerré mis ojos y de nuevo ese Omega vino a mi mente. ¿Acaso me lanzó un hechizo?
**
Pasaron unas semanas aproximadamente entre mucho trabajo, yendo de aquí para allá. Noah, enfocado en su trabajo, había notado varias cosas de él en el poco tiempo que llevábamos trabajando juntos, una de ellas era su aspecto impecable: siempre llegaba luciendo limpio y fresco con su peculiar y sutil olor a duraznos, usa siempre camisetas de manga larga o suéter a pesar de que a veces el calor era insoportable. No habla mucho; solo cuando le pregunto cosas relacionadas al trabajo se resigna a responder sutilmente y quedarse callado el resto del día, pero múltiples veces en sus pequeños descansos lo encuentro hablando con Elliot, creo que le gustan los niños. Lo he visto escabullirse para comer a escondidas, pero he notado que es muy poca comida la que consume.
Traté de dejarle postres y otras cosas en su pequeño escritorio, quisiera ver si realmente los come o los tira una vez que se va.
Solo una vez le llamé la atención por un error en su trabajo, pensé que por su carácter un poco duro me respondería y me mandaría a volar, pero no fue así: agachó la cabeza y se disculpó mil veces, era un poco raro, pero sentía que era una caja de sorpresas que estaba dispuesto a descubrir.
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La Inmensidad De El Mar (𝗢𝗺𝗲𝗴𝗮𝘃𝗲𝗿𝘀𝗲)
RomanceTras años de maltratos por el que se supone que seria su compañero de vida, Nun Sun huye de su país de origen y de un alfa manipulador junto con su pequeño, llegando a un puerto donde comenzara una vida nueva, lleno de miedos y temores, también don...