8 Una historia de amor arruinada

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Las historias se escriben con sangre, con lágrimas y amor.

Louis descansaba en su cama, lucía completamente desaliñado y con los recuerdos de la noche anterior... recuerdos en su cabeza, no tan lejanos a la barbaridad y el pecado que cometió en complicidad con él.

Su madre volvería, el joven se sentía sucio y lleno de vergüenza por lo que ocurrió. Aunque muy dentro de su ser no se arrepentía para nada de lo ocurrido, aún dolía un poco su culo, sentía un fuerte dolor en su parte baja y en las piernas por las posiciones en las que lo puso Benedict.

No podía ni siquiera mirar a su padre a los ojos, la noche anterior fue de locura, caliente y sin una pizca de moralidad. Ambos se habían equivocado, Louis se sentía presa de sus emociones y sentimientos.

— Louis — lo llamó aquel hombre.

Benedict estaba en la puerta de su habitación, lucía recién bañado y con una expresión de seriedad. En los ojos de aquel hombre había oscuridad, algo que ocultaba dentro de su ser. Una mirada peligrosa, tanto así que le daba miedo.

Louis lo observaba no con miedo, si no con temor por lo que ambos hicieron rompiendo aquella pequeña línea de la moralidad, de lo bueno y lo malo. En el fondo el joven sabía que aquello era una aberración, eso que ocurrió era solo un pecado terrible que los llevaría al eterno dolor, a la soledad y la muerte.

— Lo que ocurrió fue un error, no quiero que hables con alguien más de esto — le dijo su padre con aquella voz ruda, sexy y ronca. Louis asintió, bajó la cabeza y lamentaba profundamente lo ocurrido.

El silencio inundó los aposentos de Louis, Benedict se acercó lo suficiente y levantó el mentón del muchacho lo miró fijamente a los ojos aún con seriedad y aquella oscuridad envuelta en su mirada. El mayor estaba consciente de sus actos, y que estos tendrían consecuencias en la relación de los dos.

— Usted es un cerdo — dijo Louis — ¿Cómo puede estar tan tranquilo después de lo ocurrido?

Benedict tomó el mentón del muchacho con brusquedad y sonrió con malicia.

— Los dos fuimos un par de cerdos, Louis — dijo con malicia — ¿O es que no recuerdas cómo saltabas como una perra en celo en mi miembro?

Una sonora risa se comenzó a escuchar, los ojos de Benedict brillaron aún más con ese toque de soberbia y malicia en ellos. Louis estaba harto de alguna manera de la situación, y le molestaba la manera en la que su padre se burlaba de la situación.

El lobo se quitó la piel de oveja, y mostró las garras. Pensó.

— Es verdad, pero fue un momento de locura, de algo que nunca me imaginé — se excusó Louis.

Benedict tomó asiento a lado de Louis en su cama, esta vez ya no habría ninguna excusa el mayor beso los labios del menor sin pudor, sin una pizca de moralidad y entonces lo de anoche volvió a pasar en par de segundos.

Louis volvió a quedar desnudo, Benedict como una bestia comenzó a besar cada parte de su cuerpo, cada centímetro de su piel, de su espalda, sus piernas, sus nalgas. El joven se retorcía del placer, de las caricias y de ese fuego, de esa llama en su parte íntima.

Tomó el miembro de su padre, de su amo y señor en sus manos y lo introdujo en su boca. Volvió a sentir el sabor agridulce de ese miembro en su boca, comenzó un vaivén de sensaciones en su boca y disfrutaba sin moral alguna de ese dulce en su boca.

Y todo volvió a ocurrir, una y otra vez.

                                 ~~***~~

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