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Gibran

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Gibran

Observó el enojo y la rabia con la que aquel joven se escabullía molesto de la escena. Anthony, fue el nombre que escuchó de los labios de Louis, en un principio quería acercarse al hijo del Duque, ahora su único objetivo era otro: Seducir al campesino y hacerlo suyo, o bueno que este lo hiciera suyo.

Lo interceptó, Gibran tropezó con él como si se tratase de una casualidad del destino. Sonrió al mirarlo bien de arriba abajo, quedo maravillado con el cuerpo bien trabajado del joven, lucía unos pectorales firmes y gran altura.

— Descuide, fui un torpe me perdí por aquí — se excusó el muchacho con Anthony.

Gibran no era para nada un chico feo, en realidad era bello, ojos grandes, algo robusto y esbelto con una mirada coqueta y engatusaría a Anthony a como diera lugar. Tal vez no era como Louis, delgado, hermoso, ojos negros, cabello oscuro y mirada que te podría matar pero se defendía con sus encantos, y encontró una víctima en Anthony.

— No pasa nada, yo creo que es normal ¿no? Tropezar y así.

La sonrisa de Anthony lo conquistó inmediatamente, era un joven con grandes cualidades, además encantador y humilde. ¿Lo ideal no?

Louis es un idiota si te dejo por alguien más.

Anthony lo ayudó a levantarse del suelo, Gibran le agradeció mil veces por la forma en la que lo trató. Lo elogió, aunque para eso tendría un plan, no lo hacía porque si.

— Anthony Sharman, un gusto — dijo el joven.

Gibran sonrió con malicia, en su mirada estaba el objetivo perfecto.

— Gibran Meredith — musitó — Un gusto conocerlo, ¿porque tan molesto? Venía corriendo casi enojado, con rabia. Adivino, un corazón roto por una damisela.

Anthony sonrió.

— ¿Tan evidente soy? — inquirió con duda.

— Mucho, vi en tus ojos un fuego — dijo Gibran — Pareciera que quisieras derrumbar esta capilla. Aunque no entiendo cómo una chica dejaría a un chico como tú, tan fornido y admirable.

Anthony se enrojecía por los halagos recibidos por parte de Gibran Meredith, poco a poco cedía a los encantos del muchacho quien de una forma inusual puso su mano sobre uno de los pectorales de él. — Se ve que haces mucho ejercicio en el campo Anthony.

— Lo hago — dijo Anthony rojo de la vergüenza, en otro tiempo hubiera apartado la mano de Gibran de un golpe, pero en el fondo le gustaba los movimientos que el joven hacía.

Estaban apartados de las personas, Gibran lo guió a un lugar oscuro donde nadie los vería, parecía que tuviera alguna clase de poder porque no puso resistencia y se dejó guiar por él. Anthony cayó en cuenta que si alguien los descubría sus cabezas rodarían, pero esta vez no le importaba nada.

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