1. Iris

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—No estás borracha —me hablo a mí misma frente al espejo del baño, con las manos apoyadas en el lavabo e intentando convencerme de que estoy sobria—. Vas a salir ahí fuera y vas a caminar con la cabeza bien alta.

Escucho a Candela tirar de la cadena y, segundos después, abandona el habitáculo en el que se había encerrado.

—Se me ha perdido un pendiente —me dice, y recorre con su vista cada baldosa, agobiadísima—. ¿Lo has visto por algún sitio? Necesito encontrarlo, que me lo regaló Gerard.

—Ni idea, tía. —Me esfuerzo en respirar hondo sin apartar mi mirada grisácea, maquillada de negro, de mi reflejo—. No estoy borracha.

Me echo agua fresca por la cara para espabilarme y Candela se lava las manos. Cuando dejamos atrás el servicio de mujeres, nos reunimos con los otros dos integrantes de Lapislázuli, que nos están esperando en el pasillo para que salgamos cuanto antes de aquí e irnos al hotel.

Nos han invitado a asistir a una fiesta de artistas esta noche, en Madrid, pero a mí se me ha ido un poco de las manos el tema del alcohol y ahora estoy haciendo malabares para mantenerme en pie.

—¿Habéis visto mi pendiente? —les pregunta Candela a Rober y a Dani, de lo más ansiosa.

—¿Te refieres a este? —Rober se esconde un mechón de pelo tras la oreja para enseñarnos el pendiente de aro de plata enorme que ha perdido su hermana.

Candela le echa la bronca y casi le arranca la oreja a su hermano por el tirón que le da al recuperar su pendiente; Rober solo se defiende diciendo que se lo había encontrado tirado en el suelo.

Yo me agarro al brazo de Dani con fuerza porque todo a mi alrededor da vueltas sin parar. Seguro que, de un momento a otro, mi mente va a decir «basta», y encima tengo que soportar a Rober y a Candela peleándose por un simple pendiente y a famositos pasando por nuestro lado, gritando y riendo a carcajadas; algunos nos saludan con educación, pero yo los ignoro porque bastante tengo con el pedo que llevo a cuestas.

—¿Te encuentras bien? —quiere saber Dani, preocupado—. Vas un poco piripi.

—No estoy borracha —vuelvo a insistir, más por convencerme a mí misma que a él.

—Vale, pero no te sueltes de mí cuando salgamos a la calle, por si las moscas, e intenta mirar a un punto fijo.

Los cuatro ponemos rumbo hacia la salida de este establecimiento, detrás de un montón de artistas; yo, sin soltarme de mi amigo. Sin embargo, cuando hacemos acto de presencia en la calle, una manada de fans comienza a gritar el nombre de nuestro grupo y el de cada integrante; los de Rober y Dani son los que más se escuchan porque son los dos favoritos.

Por suerte, me hallo a unos metros de distancia de la gente, ya que los responsables del evento han colocado vallas para impedir que cualquiera se cuele.

Un puñado de flashes se estampan contra mi careto y me percato de que algo está asciendo por mi garganta. Rober y Candela se acercan a la valla para saludar a la gente y hacerse fotos, al igual que los demás famosos, pero yo me detengo en la entrada junto a Dani, para planear mi camino desde donde estoy hasta el taxi sin parecer que voy como las Grecas ni que piensen que me importan un pimiento los fans, porque hay varios que me están llamando.

—¿Te sientes con los ánimos suficientes para acercarte a la gente? —me pregunta mi amigo—. Porque no quiero comportarme como un prepotente y que me odien, que le tengo que quitar el puesto de favorito a mi Robbie. Es mi único propósito en la vida después de ganar Eurovisión y que Axel me coloque un anillo en el dedo algún día bastante lejano. —Hace una breve pausa—. Mmm... Vale, creo que se me está yendo la lengua, también por culpa del alcohol, porque eso último no lo he dicho yo.

Quiero ser la protagonista de nuestra historia (Serie Lapislázuli #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora