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El lobo frente a mí, con su imponente figura y su pelaje gris, parecía aún más grande bajo la luz del mediodía. Sentí su aliento cálido en mi rostro mientras mantenía mi mano sobre su lomo.
Paul, en su forma de lobo, se acercó un poco más, rozando suavemente mi rostro con su hocico. Sonreí con ternura, acariciando el pelaje suave y denso, y lentamente cerré los ojos... dejándome llevar por la sensación de seguridad que me transmitía.
—Es increíble... —murmuré. Abrí mis ojos, que brillaban en asombro y admiración. Y los de Paul... nunca abandonaron los míos.
Sam dio un paso adelante, su voz calmada rompiendo el silencio.
—Matty, sabemos que esto es mucho para asimilar, pero queremos que te sientas seguro con nosotros, y especialmente con Paul. —Hizo una pausa, sus palabras llenas de sinceridad—. El resto te prometo que vamos a hablarlo en la fogata, junto con los ancianos. Y por Charlie, no te preocupes, es bienvenido en nuestras vidas. Solo... confía en Paul, él mismo quiere contarte lo que somos, lo que significas.
Asentí lentamente, sin apartar la mirada de Paul. Sentí una mano en mi hombro y me volví para ver a Jacob, su sonrisa cálida y reconfortante.
—Nos vemos en la fogata, Matty —dijo, su voz llena de apoyo.
Con un último vistazo al resto de la manada, me volví hacia Paul. Él me guió hacia la playa, su paso seguro y constante. Y yo nunca alejé mi mano de su lomo, dando caricias cada tanto mientras caminábamos.
Al llegar, se destransformó, su cuerpo volviendo a su forma humana. Me di cuenta de lo que significaba y me di la vuelta para darle privacidad. Escuché el sonido de la ropa mientras se vestía.
—Puedes mirar ahora —dijo Paul, su voz suave. Mi corazón latió al oírlo.
Me volví y lo vi ahí, con una expresión seria pero llena de determinación. Salimos de entre los árboles y nos acercamos más a la orilla de la playa. Nos sentamos en la arena, el sonido de las olas llenando el aire.
Se sintió como la primera vez...
Paul miró al horizonte, buscando las palabras para explicarme su naturaleza. Poco a poco empezó a relatarme cómo todo comenzó, iniciando con la llegada de los vampiros a Forks y cómo la leyenda Quileute se hizo realidad, revelando que un Quileute se transforma al encontrarse con vampiros en sus territorios cercanos.
—Cuando todo empezó, fue Sam quien se transformó primero —dijo Paul, su voz cargada de nostalgia—. Él ya había sentido algo raro antes, pero cuando realmente pasó, fue como una explosión de cambios. Para él fue duro, logró adaptarse... pero tuvo que enfrentarlo solo. Fue difícil...
Matty asintió, escuchando atentamente.
—Luego vino Jared —continuó Paul—. A él le costó más al principio, pero Sam estuvo allí para guiarlo. A medida que más de nosotros empezamos a cambiar, la manada fue creciendo, y con cada nuevo lobo, la dinámica se volvía más complicada.
