Unidos por el Destino (Polin Fanfic)

CAPITULO 7: SOMBRAS EN EL FUEGO

Penélope estaba sentada en el patio de su casa, disfrutando del cálido sol mientras tomaba té con Alfred, que acababa de regresar de su viaje. El jardín estaba en plena floración, y la brisa suave hacía que los pétalos de las flores se movieran ligeramente. Alfred, con su habitual calma, le contaba sobre su amigo.

—Sir Phillip es un hombre muy reservado, pero apasionado por su trabajo —dijo Alfred, mirando su taza de té—. Su hermano falleció hace no más de tres años, y desde entonces se ha refugiado en su trabajo. Tiene una de las colecciones botánicas más impresionantes que he visto en Inglaterra. Es un hombre muy talentoso, la verdad. Pero me recuerda un poco a mí cuando aún no te conocía. Además, se ha encerrado en su invernadero desde la muerte de su hermano. Creo que si yo perdiera a algún ser querido, haría lo mismo.

Alfred dejó su té y la miró.

—Penélope, si alguna vez te llegara a perder, creo que haría lo mismo. Me sumergiría en mi trabajo para no pensar en el dolor.

Penélope lo miró, sintiendo una punzada de culpa y preocupación en su pecho. La lealtad y devoción de Alfred eran innegables, y eso hacía que sus propios sentimientos fueran aún más difíciles de manejar. Después de haber pasado tiempo con Colin, se había dado cuenta de que la conexión que sentía con él era innegable. Pero ¿Cómo podría explicarle a Alfred lo que estaba sucediendo sin herirlo o sin que él pudiera malinterpretarlo?

—Phillip debe ser una persona muy fuerte para seguir adelante después de una pérdida así —dijo Penélope, tratando de mantener su voz tranquila.

—Lo es. Pero a veces pienso que está demasiado encerrado en sí mismo. Es bueno tener una pasión, pero también es importante no perder el contacto con los demás. Estar con él hizo darme cuenta de lo mucho que has impactado en mi vida. Tu compañía es sin duda una de las mejores cosas que me ha pasado en estos años. Gracias, Pen —dijo Alfred, tomando su mano con cariño.

Penélope le sonrió, aunque su mente estaba en otro lugar. Quería contarle lo que ocurría con Colin, pero no sabía si era capaz de mentirle descaradamente sobre el tiempo que había pasado con él. Recordó las horas que habían pasado juntos, abrazados en su habitación, y cómo se había sentido al estar tan cerca de Colin. Sabía que no había ocurrido nada inapropiado, pero la intensidad de sus sentimientos hacia él hacía que todo pareciera mucho más complicado de lo que era en realidad.

—Gracias, Alfred. También disfruto mucho de tu compañía —respondió Penélope, apretando suavemente su mano.

Pasaron así parte de la tarde, disfrutando del buen clima de Londres y conversando, hasta que entrada la tarde, su marido le avisó que iría al club de caballeros a por un trago. Ella le deseó buena suerte, sabiendo que llegaría tarde. Lo más probable era que ella ya estuviera durmiendo para cuando él llegara a casa, por lo que solo le dijo que se cuidara.

Y así fue. Penélope ya estaba a punto de dormirse cuando lo sintió llegar a la habitación. Tenía sus ojos cerrados, pero sabía que estaba algo pasado de copas, ya que sus pasos sonaban muy pesados. Al entrar en la habitación, sintió cómo se dirigía al armario, apoyándose en las paredes y desvistiendo con dificultad. Estaba muy borracho; eso no era típico de él. Ella se rió ante la idea de ver a Alfred borracho y se sentó en la cama.

Se rió al ver la imagen que tenía frente a ella. Estaba batallando por sacarse la camisa mientras tenía los pantalones desabrochados que caían lentamente por sus piernas. Se rió más fuerte, lo suficiente como para que él se diera cuenta de que estaba siendo observado. La observó y le sonrió de vuelta.

—¿Disfrutando de la vista? —dijo él, mientras seguía intentando sacarse la camisa, mientras las mangas seguían abotonadas.

—Mucho —respondió ella, riendo.