EN LA ACTUALIDAD
Jimin llegó de correr a las ocho de la tarde.
Su gran Dóberman bam tenía la lengua fuera, agotado de sus casi diez kilómetros que se hacía a diario con su dueño. Y nada le iba mejor.
Con jungkook el perro no tenía actividad. bam lo acompañaba en sus largas horas de escritura, y esperaba a que él le diera comida y lo malcriara como siempre con juguetes y chucherías caninas. Después recibía su porción de mimos y caricias distraídas y cuando se cansaba, el perro se iba de su lado y se limitaba a sentarse en el porche del jardín, esperando deseoso de ver llegar a jimin.
Él se ponía la ropa de running, su calzado Asics de colores, el iPod y después le colocaba el collar a bam, se lo ataba a la cintura, y juntos se iban a recorrer la montaña. Bam disfrutaba esa hora como un loco.
Jungkook y Jimin vivían en las afueras de la ciudad. No en plena montaña, pero sí casi tocando las faldas. Jungkook lo necesitaba para ese tiempo sabático de escritura que se había autoimpuesto. Y a jimin le daba igual donde vivir, porque con el coche iba a todas partes, y no era nada perezoso para cogerlo: le encantaba conducir. Tenía un Porsche 911 muy lindo que jungkook le había regalado para su boda. A jimin le encantaban los coches clásicos y pequeños y ese era su favorito.
Era de color negro, aunque lo había pintado con las franjas blancas. El resultado era cuquísimo e impecable. Además, el interior se había actualizado con todo eléctrico y tenía todas las comodidades de un coche de primera línea.
Jimin nunca supo cuánto tuvo que invertir jungkook en esa delicatesen automovilística, pero lo disfrutaba como un loco. jungkook por su parte conducía un Mercedes Benz AMG Gt 2, uno de los más veloces de la marca alemana, de color negro metalizado, con la cubierta beige. A jimin le encantaba llegar de correr y ver los dos coches tan diferentes juntos en el parking propio del jardín, bajo la cubierta de madera. El Porsche 911 pequeñísimo al lado del Mercedes Benz ambos muy lujoso. El contraste le parecía genuino y muy tierno.
Lamentablemente, nunca se imaginó que su matrimonio se volvería una metáfora de sus propios vehículos. Eran coches lujosos y difíciles de ver, lo único que tenían en común. Sin embargo, no eran muy compatibles.
El tiempo y sus aceleraciones, demasiado crueles, les habían pasado factura en apenas tres años. Ya casi no quedaba nada de lo que una vez fueron. Y jimin lloraba todas las noches desde hacía muchos meses por ello, perdido y cansado por no poder recuperar viejas sensaciones con su mejor amigo, y muy frustrado porque ni siquiera sabía cuándo empezó el declive entre ellos. ¿Cómo era posible que después de tanto quedara tan poco? Lanzando un último triste ojeada a sus coches, subió las escaleras de madera que daban a la entrada de la casa y se descalzó las bambas.
-bam -le ordenó con el dedo-. Siéntate ahí y no te muevas del porche. Muy bien. Buen chico. Ahora espérate a que te traiga una toalla para limpiarte esas pezuñas.
El perro inclinó la cabeza a un lado intentando comprender lo que le decía. Como quería entrar y su dueño no le dejaba lloriqueó un poco.
-No me mires así y no llores, chantajista -le regañó medio sonriendo-. Ahora vengo.
Jimin entró en la casa, y se quitó los auriculares de las orejas. Miró hacia el sofá del salón, esperando ver la cabeza morena y despeinada de jungkook. Pensó que tal vez él no haría la misma rutina de siempre. Que, en realidad, lo esperaría en el sofá, con una magdalena y una vela, aunque fuera (porque pastel no iba a encargar) para celebrar su cumpleaños y después, aunque no tuviera regalo (porque ya no tenía dinero para comprar nada), le daría todos los besos que no le daba desde hacía demasiado, y le diría sintiéndolo de verdad, con la mano en el corazón, que lo quería, que todavía lo amaba. Que el bache que atravesaban se trataba solo de unos años malos y que su futuro juntos iba a ser mucho mejor. Necesitaba esa frase como placebo para insuflarse fuerzas y aguantar lo que viniera.
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Habitacion 197-KOOKMIN
RomanceUn matrimonio apagado. un hombre desdichado. una invitación inesperada. uno cree que nunca haría nada, hasta que llega la oportunidad para hacerlo. que arias si tu marido te deja a un lado porque era más importante terminar de escribir un libro? Jim...