CAPITULO 13-ESTAS SEGURO?

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El olvido y la desidia eran solo unas gotas de Majestic en su cuerpo desnudo.

Cada tarde, Jimin se entregaba religiosamente a las atenciones y los placeres de la carne que Kai le ofrecía sin pedir nada más a cambio que su propio cuerpo.

Aunque, cuanto más pasaba con él, más sospechaba que ese «nada a cambio» no era real. Entre dos personas siempre se entregaba algo, y ese algo a uno le dolía más que al otro.

Jimin ya no podía pasar una tarde más sin su desahogo personal, porque cuanto peor y más tensa estaba su historia con Jungkook, más intensos y desinhibidos eran sus encuentros con Kai, como si ese hombre pudiera hacerle olvidar la desgracia personal que vivía entre los muros de su casa.

En esas tardes de abandono y decadencia, eran las paredes de la suite colonial las que se convertían en su hogar. Jimin se encontraba más acogido allí que en su propiedad.

¿No era irónico?

Kai le mostró un mundo de sensaciones que nunca imaginó que podría experimentar.

En la semana siguiente, no hubo nada que no probara y no tocara. Como, por ejemplo, la tarde en la que solo se centró en su pecho y los torturó durante las dos horas que disponían.

Todo empezó cuando él le preguntó si estaba contento con su cuerpo.

Jimin permanecía plantado ante él, que se había sentado en el sofá para contemplarlo a él con sus ojos vendados, sus gotas de perfume en el cuerpo, el pelo rubio y suelto y el labio inferior hinchado de sus mordiscos nerviosos.

-No estoy acostumbrado a ir desnudo -confesó jimin tímidamente.

-¿Acaso tu marido no ha disfrutado de tu cuerpo?

-Ya te he dicho que nuestra relación está muy muerta desde hace mucho tiempo.

-¿Cómo eran vuestras relaciones?

-No. No, por favor -lo cortó el negando con la cabeza-. Esas preguntas entran dentro del terreno personal, y si tú no estás dispuesto a hablarme sobre nada de lo tuyo, yo también me reservaré esa información para mí. Es lo justo.

-¿Lo justo?

Jimin escuchó como Kai se levantaba del sofá y caminaba hacia él, completamente desnudo tal y como lo había recibido. Lo sabía porque su verga, siempre a punto, le había rozado la entrepierna en el íntimo abrazo de bienvenida que le había dado.

-Lo justo sería que tu marido no pudiera quitarte las manos de encima.

-Kai. No hablemos de él -le propuso incómodo.

-Tienes razón. Disculpa. Es que...

Jimin se quedó sin respiración cuando sintió sus manos sobre sus pechos y los amasó como si estuviera trabajando pan.

-¿Es que qué?

-No lo puedo comprender. No puedo comprender como un hombre en una edad activa, pueda ignorarte, sundar. Debería ser pecado -lo acercó a él y lo guió de nuevo en el sofá, para colocarlo de pie entre las piernas-. Si fueras mi esposo no habría un solo día que no te poseyera.

-La pasión se apaga con el tiempo.

-Si dejas que el fuego se consuma sí -aseguró Kai-. Pero la pasión, como el amor, se debe trabajar día a día. Tienes que seducir a tu pareja, atraerla, obligarla a que deje lo que esté haciendo para centrarse en ti, porque no pueda quitarte los ojos de encima. Como yo no pude hacerlo desde que te vi.

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⏰ Última actualización: Oct 05 ⏰

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