CAPITULO 11-CELOS

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-Jimin.

-¿Qué? -dio un respingo.

-En las condiciones de nuestro acuerdo te dije que ninguno de los dos veríamos a nadie más durante nuestro interludio.

-¡Yo no tengo nada con Taemin!

-¿Taemin? -repitió-. ¿Se llama así?

-Sí.

-¿Aceptas regalos caros de Taemin y no aceptaste mi pluma? - incidió manteniendo el control en todo momento.

-¡No es lo mismo! -protestó sintiéndose indefenso-. Las consecuencias entre aceptar un obsequio u otro son distintas para mí.

-Si aceptas un regalo así -sacudió la pulsera- estás incentivando a un hombre para que te haga más. Y estás incumpliendo nuestro trato. ¿Quieres que lo rompa?

-¡¿Qué?! ¡No!

-Perfecto. Porque mientras estés conmigo, no quiero a ningún hombre rondándote, sundar -Kai tiró de su muñeca y lo pegó a su cuerpo-. No quiero nada de otro en tu piel, ¿me oyes?

-S-sí -aseguró el tartamudeando.

-Bien. Quítatela.

¿En serio era tan territorial? Le sorprendía que un hombre tan culto y de clase tan alta tuviera un instinto primitivo y celoso.

-¿Tanto te molesta?

-Jimin, a ver si me entiendes -susurró mordiéndole el labio inferior-. Mientras te folle, no quiero nada de otro hombre entre nosotros. Ni alianzas, ni pulseras. Me gusta la exclusividad.

Jimin cogió aire ante la crudeza de sus palabras, pero no se disgustó. Le dio rabia que pensara que el alentaba a Taemin a que se comportara así, cuando hacía justamente lo contrario.

Pero, ¿qué sabía Kai de su vida?

Nada en absoluto.

Además, habían acordado precisamente eso. Su relación se trataba solo de recuperar viejas sensaciones y entregarse al placer. No tenía que contarle nada más.

-Como quieras, Kai. Pero no me la voy a quitar.

-¿Qué?

-No veo -se corrigió el-. La pulsera tiene muchos abalorios y no sé cuál es el cierre, y dado que solo tenemos dos horas, lo mejor será que me la quites tú si quieres -espetó.

Kai no tardó ni dos segundos en apartar a Thomas Sabo de su muñeca y seguidamente entrelazó los dedos de su mano y lo guio por el salón.

-A partir de hoy, te pones en mis manos, Jimin -le recordó entrándolo en la habitación-. Quiero que te dejes llevar y que no temas.

Cuando lo dejó en la cama King y Jimin sintió la suave tela a su espalda en su piel desnuda, toda la piel se le erizó. Percibía las ganas de dominar de Kai, y también la decepción momentánea por haber visto esa pulsera en su muñeca.

Y Jimin odiaba haberle decepcionado.

-Kai.

-Chist, Jimin.

Él se colocó encima de él y lo aprisionó contra el colchón, y fue entonces cuando Jimin advirtió que su celoso desconocido estaba tan desnudo como él. Lo había estado desde el principio.

Su piel ardía y lo calentaba.

Kai lo tomó por las muñecas y pasó un pañuelo suave y sedoso a su alrededor, hasta atarle las manos en lo que era el cabezal de la cama.

Habitacion 197-KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora