𝟎𝟔. Mi religión son tus labios.

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「 𝟎𝟔. Mi religión son tus labios. 」

DAELLA SIEMPRE HABÍA DUDADO DE SU FE, SE HABÍA PREGUNTADO SIEMPRE SI los dioses realmente existían, si podían escuchar sus oraciones y si —realmente existían— porque no se apiadaban de ellos

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DAELLA SIEMPRE HABÍA DUDADO DE SU FE, SE HABÍA PREGUNTADO SIEMPRE SI los dioses realmente existían, si podían escuchar sus oraciones y si —realmente existían— porque no se apiadaban de ellos. Jamás tuvo una respuesta.

Pero al ir creciendo, comenzó a notar algunos detalles, no muy importantes, pero estaban ahí: a la vista de todo aquel que pusiera atención.

Su hermana Rhaenyra y su tío Daemon parecían ser dioses ante los ojos del otro, se adoraban y eso cualquiera podía notarlo. Lo que había entre ellos era amor, pasión, fortaleza, deseo y fuego. Era como si hubiesen sido creados el uno para el otro, como si estuviera destinado que estuvieran juntos.

Y Daella lo había notado.

Parecía ser que para Daemon y Rhaenyra el otro era su Dios.

Aunque no olvidaban a sus verdaderos dioses, se adoraban entre ellos y eso era lo que hacía de su matrimonio algo poderoso.

Daella ahora soñaba tener eso con Gwayne.

—¿En qué piensa, princesa? —Ophelia le preguntó en voz baja mientras trenzaba su cabello.

La platinada había estado sorprendentemente callada, lo cual era extraño en ella, pues solía conversar con su doncella sobre cualquier cosa.

No le gustaba estar callada.

—¿Crees en los dioses, Ophelia? —Daella le contestó con otra pregunta, aún sentada en su lugar, permitiendo que trenzara su largo cabello platinado.

—Si, supongo... —la pelinegra respondió con algo de confusión, deteniendo sus manos unos segundos—. ¿Por qué la pregunta, mi princesa?

Antes de que sus manos pudieran a volver a trabajar, Daella se giró para verla con las cejas alzadas, más intrigada que nunca sobre ese tema.

—Entonces, ¿Los dioses existen? —preguntó la Targaryen, aún curiosa, Ophelia asintió—. ¿Y por qué permiten tanta crueldad?

—No lo sé —con vergüenza Ophelia admitió, encogiéndose de hombros, caminando para poder quedar detrás de Daella y volver a trenzar su cabello.

—Nadie lo sabe —murmura la rubia en respuesta, soltando un suspiro y permitiendo que Ophelia volviera a su tarea—. ¿Donde está Gwayne?

—Creo haber escuchado que está afuera —Ophelia le respondió, su voz más baja que antes.

Daella solo asintió con la cabeza, para luego dejar que Ophelia terminara de trenzar su cabello en silencio.

Unos minutos después, cuando Ophelia ya estaba terminando, la puerta de la habitación fue abierta, revelando a Daeron.

Él estaba sonriendo, pero su sonrisa se agrandó al ver a su hermana.

—¡Daella! —exclamo con emoción, solo como un niño podría hacerlo.

𝐖𝐈𝐂𝐊𝐄𝐃 𝐆𝐀𝐌𝐄    ✧    Gwayne Hightower.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora