El día de la celebración había llegado, y el centro de la manada se había transformado en un desfile de luces y decoraciones festivas que rivalizaban con las estrellas en el cielo nocturno.
La manada, bañado en una luz dorada y suave, se había convertido en un lugar de ensueño, donde las velas flotaban en candelabros de cristal y las guirnaldas de flores colgaban con elegancia.
Sin embargo, para él, envuelto entre las sábanas de su cama, el bullicio y la vibrante decoración solo acentuaban su sentimiento de malestar.
Cada risa, cada destello de luz, parecía un recordatorio cruel de lo que había perdido.
La celebración, dedicada a agradecer a la diosa Luna por la fertilidad y el don de concebir, le resultaba especialmente dolorosa.
La idea de estar allí, rodeado de esplendor y celebraciones que destacaban lo que él había perdido, le parecía insuperable.
Sentía que su presencia sería una burla cruel, una ironía del destino, y temía ser juzgado o incluso excluido.
A medida que el ruido festivo se filtraba a través de las paredes, se acurrucó más entre las sábanas, deseando que el mundo exterior desapareciera.
— ¿Realmente no vas a ir? — La voz de su esposo, llena de sorpresa y preocupación, rompió el silencio de la habitación.
El alfa, ya vestido para la ocasión, observaba desde el umbral, su mirada cargada de una mezcla de incertidumbre y anhelo.
— No me siento bien — murmuró, evitando el contacto visual.
La voz se le quebró ligeramente, como si el peso de su tristeza se hiciera más tangible con cada palabra.
— ¿Quieres que me quede? — preguntó, acercándose con un gesto de ternura. Sus manos rozaron la superficie de la cama, buscando consuelo en la cercanía de su pareja.
Sacudió la cabeza lentamente, su cabello cayendo en mechones desordenados sobre su rostro.
— No, por favor. Tú debes ir, disfruta por los dos.
El contrario suspiró profundamente, un aire de resignación y amor en su expresión. Se inclinó y depositó un suave beso en su frente.
— Si necesitas algo, no dudes en llamarme. — La preocupación en sus ojos era palpable antes de que se dirigiera hacia la puerta, su figura desvaneciéndose en el pasillo.
Solo en la habitación, trató de sumergirse de nuevo en la oscuridad de las sábanas, pero el sonido persistente de telas arrastrándose y un tono frustrado le llegaron a los oídos.
Decidido a distraerse de su tormento interior, se levantó con esfuerzo y se dirigió a investigar el origen de tal sonido.
La puerta de la habitación de Jimin estaba entreabierta, y al asomarse, se encontró con una escena inesperada.
Su menor estaba enredado en una maraña de telas de colores, su figura apenas visible entre los adornos que colgaban y se deslizaban alrededor de él como una serpiente enredada en su propio capullo.
Las telas brillaban bajo la luz tenue de la habitación, creando un mar de colores vibrantes que parecía reflejar la propia agitación del contrario.
— ¿Qué estás haciendo? — preguntó, su voz cargada de diversión mientras cruzaba el umbral.
Sus ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y compasión mientras observaba el caos textil en el que estaba atrapado.
El más bajo levantó la vista, sus ojos mostrando una mezcla de exasperación y risa contenida.
YOU ARE READING
Moonchild [Namjin]
FanfictionEn un mundo donde los secretos serpentean entre las sombras y la verdad se oculta tras el resplandor de la luna, el nacimiento de un niño albino desata una serie de eventos que desafían la supervivencia de una manada. Los padres, envueltos en la an...