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La luz del sol comenzaba a filtrarse a través de las cortinas, bañando la habitación con un resplandor dorado que llenaba el aire de una calidez acogedora.

El olor suave de la piel del alfa impregnaba el espacio, mezclado con el aroma a tierra mojada que aún flotaba desde la noche anterior.

Cada roce de las sábanas contra la piel desnuda de ambos enviaba pequeñas descargas de electricidad.

La sensación de los cuerpos entrelazados, el suave murmullo de las respiraciones sincronizadas, y el calor compartido eran el reflejo perfecto de su conexión.

El alfa castaño abrió los ojos, encontrando a su pareja a su lado, con una sonrisa de felicidad en su rostro.

Con un susurro tierno, comenzó a acariciar el rostro de su amado, deslizando sus dedos por sus mejillas con una suavidad.

— Buenos días, amor — susurró con una suavidad que parecía desvanecerse en el aire como una melodía efímera, sabiendo que esos momentos, aunque dulces, eran tan frágiles como una flor bajo la tormenta.

El pelinegro, aún con los ojos entrecerrados, respondió con un murmullo satisfecho, girando su rostro para besar la palma de la mano que le acariciaba con tanta dulzura.

— Buenos días, cariño. ¿Dormiste bien?

El moreno asintió, su sonrisa ampliándose.

— Más que bien.

Con un destello travieso en sus ojos, el omega se incorporó un poco y, con un movimiento juguetón, se montó sobre las caderas de su pareja.

Moviéndose con una mezcla de coquetería y confianza, sus manos apoyadas en el pecho del alfa, mientras le lanzaba una mirada de complicidad.

— ¿Y si continuamos donde lo dejamos ayer? — sugirió, su tono provocativo mientras se movía con una gracia juguetona.

Todavía recostado, observó con deseo la escena que su omega estaba creando.

Su mirada llena de admiración y anticipación.

— Me encantaría. Pero antes de eso... — El castaño hizo una pausa, sus dedos acariciando la piel de la cintura del pelinegro — ¿te has dado cuenta de cuánto me haces feliz?

Sonrió conmovido por las palabras ajenas, mientras se acercaba para atrapar sus labios en un suave beso.

La puerta se abrió sin previo aviso, sobresaltando a los presentes.

El beta, mano derecha del alfa, entró abruptamente, su expresión dura y sus ojos fijos en la pareja en la cama.

La tensión se volvió una presencia tangible en el aire, en marcado contraste con la intimidad que antes llenaba el espacio.

El líder reaccionó rápidamente, cubriendo a ambos con las sábanas en un gesto protector, tratando de preservar la privacidad de su pareja.

Su frustración era evidente, y su voz, cargada de frustración y preocupación, se alzó en un grito reprimido.

— ¡Maldita sea Ji Hoo, ¿no puedes tocar la puerta?! — exclamó.

El mencionado con una expresión implacable, tardó unos minutos en desviar la mirada, su voz fría y cortante.

— Lo siento, señor. Es urgente. — Su voz helada, como si la urgencia no pudiera compararse con el frío abismo que parecía existir entre ellos en ese momento.

Los ojos del omega se encontraron con los del beta, notando el fuego en su mirada, un brillo feroz que parecía ocultar una ira reprimida.

Sin una palabra más, cerró la puerta tras de sí, dejando la habitación en un silencio denso que parecía pesar sobre los dos, la intimidad rota por la intrusión inesperada.

Moonchild [Namjin]Where stories live. Discover now