Capítulo 3

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Los Ángeles despertaba lentamente bajo un cielo despejado, prometiendo un día de sol radiante. En su lujoso apartamento, Ethan Thornwood repasaba los detalles de su próxima sesión de fotos. Hoy no era una sesión cualquiera; había sido contratado por una de las marcas más reconocidas de Estados Unidos, una oportunidad que consolidaría aún más su estatus en la industria. Se preparó meticulosamente, asegurándose de que su apariencia fuera impecable, y se dirigió al estudio fotográfico con una confianza inquebrantable.

El estudio era un espacio amplio y moderno, con paredes blancas y grandes ventanales que dejaban entrar la luz natural. Ethan llegó temprano, saludando con una sonrisa a los miembros del equipo de producción y a los otros modelos. Estaba en su elemento, disfrutando de la atención y el ambiente profesional. Sin embargo, había una sorpresa esperando por él, una que no podía prever.

Mientras tanto, Aiden Valenwood se preparaba para otro día de trabajo, aunque esta vez en un lugar diferente. Había aceptado un segundo trabajo temporal para ganar un poco más de dinero, y este lo llevaría al mismo estudio fotográfico donde Ethan tenía su sesión. Su tarea era sencilla pero necesaria: limpiar las canastas de utilería utilizadas en las sesiones. Para Aiden, era una oportunidad de ganar un ingreso extra sin mayores complicaciones.

Al llegar al estudio, Aiden se dirigió directamente al área de utilería, comenzando su trabajo con la misma eficiencia y dedicación que siempre demostraba. Vestía ropa sencilla y cómoda, adecuada para las tareas que debía realizar. Su cabello oscuro estaba peinado de manera práctica, y sus ojos azules se mantenían concentrados en la tarea.

Ethan, ajeno a la presencia de Aiden, comenzó su sesión de fotos. La marca había preparado una serie de escenarios elaborados, cada uno diseñado para resaltar diferentes aspectos de su atractivo físico. Mientras posaba frente a la cámara, capturando cada ángulo perfecto, sus ojos se posaron accidentalmente en una figura conocida en la distancia. Era Aiden, moviéndose con calma y concentración mientras limpiaba las canastas de utilería.

Una mezcla de sorpresa y disgusto cruzó el rostro de Ethan. ¿Qué hacía Aiden allí, en su espacio, en su momento? Decidió que era momento de hacer su presencia y superioridad evidente.

-¿Tú aquí? Qué sorpresa encontrarte limpiando después de nosotros.

Aiden levantó la vista momentáneamente, sus ojos azules encontrando los de Ethan, pero su expresión se mantuvo neutral.

-Es solo un trabajo temporal.

-Claro, alguien tiene que hacerlo -Ethan dejó escapar una risa irónica-. Pero no esperaba verte haciendo esto.

Aiden continuó con su tarea, sin dejarse afectar por el tono condescendiente de Ethan.

-El trabajo es trabajo.

La indiferencia de Aiden irritaba a Ethan. No estaba acostumbrado a ser tratado con tanta frialdad, especialmente por alguien que él consideraba inferior. Decidió probar otra táctica, acercándose más.

-Debe ser duro para ti, ¿verdad? Verme aquí, en el centro de atención, mientras tú limpias a un lado.

Aiden se detuvo y lo miró directamente, su expresión imperturbable.

-Cada quien tiene sus responsabilidades.

-¿No tienes nada más que decir?

Aiden volvió a su tarea, dejando claro que no tenía interés en prolongar la conversación. Ethan sintió un nudo de frustración en su estómago. Había esperado provocar alguna reacción, pero en lugar de eso, se encontró frente a un muro de calma y educación que le resultaba exasperante.

La sesión de fotos continuó, pero la presencia de Aiden seguía distrayendo a Ethan. Cada vez que lo veía trabajar con tanta dedicación, sin prestarle atención, sentía una mezcla de desprecio y una extraña atracción que no podía comprender del todo. La frialdad de Aiden era un desafío para su ego, un desafío que nunca antes había enfrentado de esa manera.

Al finalizar la sesión, Ethan se acercó de nuevo a Aiden, decidido a obtener alguna respuesta más satisfactoria.

-¿Te diviertes haciendo esto?

Aiden levantó la vista una vez más, sus ojos azules brillando con una calma helada.

-No busco diversión, solo hago mi trabajo.

Ethan apretó los dientes, sintiendo una extraña sensación de impotencia mezclada con un ardiente deseo de quebrar esa fachada fría.

-Eres todo un misterio, ¿sabes? Alguien tan... reservado.

-Simplemente no me interesa perder el tiempo con provocaciones.

Las palabras de Aiden, pronunciadas con una frialdad cortante, golpearon a Ethan más fuerte de lo que hubiera admitido. Sentía su ego herido, y al mismo tiempo, una fascinación creciente por el enigma que Aiden representaba. No estaba acostumbrado a que alguien lo ignorara de esa manera, y mucho menos a que lo mantuviera a raya con tal determinación.

La jornada terminó, y ambos se dirigieron a sus respectivos hogares. Ethan, en su lujoso apartamento, no podía dejar de pensar en Aiden. Había algo en él, en su indiferencia y su dedicación, que lo perturbaba profundamente. Se recostó en su cama, intentando comprender por qué alguien como Aiden podía afectarlo tanto.

Aiden, por su parte, llegó a su modesto apartamento sintiendo el cansancio del día. Había lidiado con personas como Ethan antes, pero rara vez alguien había intentado provocarlo con tanta insistencia. Sin embargo, se mantuvo firme en su convicción de no dejarse afectar. Para él, Ethan no era más que una distracción en su camino hacia algo mejor.

Esa noche, Los Ángeles brillaba con sus luces y su bullicio, mientras dos jóvenes, tan diferentes pero ahora unidos por un encuentro fortuito, reflexionaban sobre el día. Ethan, con su ego tocado y una nueva sensación de atracción y repulsión, y Aiden, con su determinación intacta y su calma inquebrantable.

El destino, con su manera enigmática de trazar caminos, había comenzado a entrelazar sus vidas de una manera inesperada. Cada uno, en su propio mundo, no podía prever cómo este encuentro cambiaría sus vidas, desafiando sus percepciones y llevándolos hacia una conexión más profunda e inesperada.

¿Sexo o Amor? | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora