Capítulo 4

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La ciudad de Los Ángeles brillaba bajo el sol del mediodía, cada rincón vibrante de vida y energía. En su lujoso apartamento, Ethan Thornwood despertaba después de una noche inquieta. Había pasado horas dando vueltas en su cama, su mente invadida por pensamientos contradictorios sobre Aiden Valenwood. Era una sensación nueva para él, estar tan afectado por alguien que parecía no tener interés alguno en su existencia. Se levantó, decidido a distraerse con algo que conocía bien: el placer carnal.

No pasó mucho tiempo antes de que un mensaje en su teléfono lo distrajera. Era de Josh, su ex novio. Las cosas entre ellos siempre habían sido intensas, una mezcla de pasión y competencia. Josh sugería una reunión, y Ethan, buscando una forma de desahogar su frustración, aceptó sin pensarlo dos veces.

Se encontraron en el apartamento de Josh, un lugar que Ethan conocía bien. La atracción entre ellos era palpable desde el primer momento, y no tardaron en dejarse llevar por el deseo. Los besos eran urgentes, las caricias intensas. Sus cuerpos se entrelazaron en una danza de pasión y memoria, buscando en el otro una especie de liberación temporal.

-Te extrañé -Josh susurró mientras mordía suavemente el lóbulo de la oreja de Ethan.

-Solo hoy, Josh.

La fricción y el sudor se mezclaban en una sinfonía de placer. Ethan cerró los ojos, tratando de perderse en el momento, pero en el fondo de su mente, las imágenes de Aiden se colaban sin invitación, perturbando su concentración.

Después del encuentro con Josh, Ethan se sintió vacío. A pesar de la intensidad del momento, no encontró la satisfacción que buscaba. Decidió salir, necesitando una distracción diferente. Terminó en un club exclusivo, donde las luces y la música alta lo envolvieron en una burbuja de superficialidad que conocía muy bien.

Fue allí donde conoció a Lily, una chica rubia con una sonrisa encantadora y ojos llenos de promesas. La química entre ellos fue inmediata, y después de unas pocas copas y conversaciones banales, se dirigieron a su apartamento. Ethan, desesperado por encontrar alguna forma de llenar el vacío que sentía, se entregó a la pasión con Lily con la misma urgencia que había tenido con Josh. Sus cuerpos se movían al unísono, buscando en el otro una chispa de satisfacción.

-Eres increíble, Ethan -Lily jadeó, su piel brillando bajo la luz tenue de la habitación.

-Gracias.

Pero una vez más, a pesar del placer físico, Ethan no podía sacudirse la sensación de insatisfacción. A medida que la noche avanzaba, se dio cuenta de que no importaba cuántos cuerpos compartieran su cama, no encontraba lo que buscaba. En lo más profundo de su ser, empezaba a cuestionar si ese vacío solo podía ser llenado por alguien que representaba un desafío mucho mayor que la simple lujuria.

Mientras tanto, en un rincón más modesto de la ciudad, Aiden Valenwood continuaba con su rutina diaria. Su trabajo en la tienda de antigüedades ocupaba la mayor parte de su tiempo, pero también había aceptado varios trabajos secundarios para complementar su ingreso. Su ética de trabajo era inquebrantable, y cada tarea la realizaba con la misma dedicación y precisión.

El día de Aiden comenzaba temprano, organizando y limpiando antigüedades con un cuidado meticuloso. Después, se dirigía a su segundo trabajo, un turno nocturno en un pequeño café, donde se encargaba de cerrar y asegurarse de que todo estuviera en orden. La vida para Aiden era una serie de responsabilidades que cumplía con disciplina.

A pesar de su enfoque en el trabajo, la imagen de Ethan Thornwood aparecía en su mente de vez en cuando, pero siempre con un tinte de desprecio. Aiden no podía entender cómo alguien podía ser tan superficial y arrogante. Sin embargo, había algo en Ethan que, a pesar de su actitud, lo hacía pensar en él más de lo que le gustaría admitir.

En una noche particularmente tranquila en el café, mientras limpiaba las mesas, Aiden se encontró recordando el encuentro en el gimnasio. La manera en que Ethan había intentado provocarlo, su arrogancia y la clara falta de empatía. Sin embargo, había algo más en esos ojos verdes, algo que sugería una profundidad que Ethan intentaba ocultar detrás de su fachada.

-No tiene sentido -murmuró para sí mismo mientras colocaba las sillas en su lugar-No vale la pena perder tiempo pensando en él.

Pero los pensamientos eran persistentes, como una sombra que lo seguía a pesar de sus esfuerzos por ignorarla.

Por otro lado, Ethan, aunque intentaba distraerse con diferentes personas y actividades, no podía evitar que su mente volviera a Aiden una y otra vez. La frialdad y la indiferencia del joven lo habían desarmado de una manera que no esperaba. Era como si cada encuentro con Aiden hubiera dejado una marca en su ego, una herida que no podía sanar fácilmente.

Una noche, después de otra fiesta superficial, Ethan se encontró solo en su apartamento, mirando el techo y cuestionando sus elecciones. La imagen de Aiden, con su calma imperturbable y su determinación, surgió una vez más. Había algo en ese joven que lo intrigaba, algo que lo hacía sentir vulnerable de una manera que no podía aceptar.

-¿Qué diablos tiene él? -susurró al vacío de su apartamento.

Ethan se levantó y caminó hacia la ventana, observando las luces de la ciudad. A pesar de todo el brillo y el glamour que lo rodeaba, se sentía increíblemente solo. Comenzaba a darse cuenta de que el vacío que sentía no podía llenarse con encuentros superficiales o lujos materiales. Había algo más que buscaba, algo que, por alguna razón, sentía que Aiden podía ofrecer.

En su apartamento, Aiden se preparaba para dormir después de un largo día de trabajo. Sus pensamientos seguían volviendo a Ethan, a pesar de sus intentos por mantenerse enfocado en sus propias responsabilidades. Había algo en Ethan que lo desafiaba, una especie de atracción y repulsión que no podía entender del todo.

Mientras las luces de Los Ángeles parpadeaban fuera de sus ventanas, ambos jóvenes, en sus respectivos mundos, comenzaban a darse cuenta de que sus vidas estaban más entrelazadas de lo que habían querido admitir. La ciudad, con su inmensidad y sus oportunidades, había creado un espacio donde sus caminos continuaban cruzándose, incluso en la distancia.

Ethan se acostó en su cama, con la mente aún llena de pensamientos sobre Aiden. Sabía que había algo más, algo que no podía ignorar. A pesar de su ego y su vanidad, empezaba a aceptar que el joven que había intentado ignorarlo y despreciarlo tenía un impacto mucho mayor en él de lo que había querido admitir.

Aiden, por su parte, cerró los ojos, tratando de encontrar algo de paz antes de que comenzara otro día lleno de trabajo. Sabía que Ethan era una distracción, algo que no podía permitirse en su vida ordenada y llena de responsabilidades. Pero en el fondo, había una chispa de curiosidad, un deseo de entender por qué alguien como Ethan lo afectaba tanto.

Los Ángeles, con su glamour y sus sombras, seguía siendo el escenario donde dos almas, tan diferentes y al mismo tiempo tan similares, navegaban sus propios desafíos. La atracción y el desprecio, el deseo y la indiferencia, se entrelazaban en una danza que apenas comenzaba. La ciudad, con su ritmo implacable, continuaría siendo el telón de fondo de una historia que apenas estaba empezando a revelarse.

¿Sexo o Amor? | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora