El sol apenas comenzaba a asomarse sobre el horizonte, bañando Los Ángeles con una tenue luz dorada. Las calles estaban aún tranquilas, la ciudad desperezándose lentamente de su sueño nocturno. Ethan Thornwood, siempre buscando aprovechar al máximo su día, llegó al gimnasio a una hora temprana, decidido a comenzar su rutina antes de que la multitud usual llenara el lugar.
El gimnasio, a esa hora, estaba casi desierto. Apenas un par de personas más se encontraban allí, dedicadas a sus ejercicios en silencio. Ethan, vestido con su habitual ropa deportiva ajustada, se dirigió a la sección de pesas libres, dispuesto a entrenar con la intensidad que lo caracterizaba. Su mente, sin embargo, no podía evitar divagar hacia el encuentro del día anterior con Aiden Valenwood. Había algo en ese joven que lo desafiaba y atraía de una manera que no lograba comprender del todo.
Ethan comenzó su rutina, levantando pesas con una concentración que bordeaba la obsesión. Los músculos de su cuerpo se tensaban y relajaban con cada repetición, la fuerza y disciplina de sus movimientos reflejando años de dedicación. A medida que avanzaba en su entrenamiento, notó una presencia familiar entrando al gimnasio. Aiden Valenwood, con su habitual aire de frialdad y determinación, había llegado.
Aiden se movió con la misma elegancia y precisión que Ethan recordaba, su cuerpo atlético destacando incluso en el ambiente modesto del gimnasio. Sin embargo, esta vez había una diferencia en la atmósfera. Una tensión latente, casi eléctrica, parecía flotar en el aire, incrementando la intensidad de cada movimiento y cada mirada fugaz que intercambiaban.
-Madrugaste hoy -comentó Ethan, intentando mantener un tono casual mientras ajustaba el peso en su barra.
-Sí. Prefiero entrenar cuando hay menos gente.
Ambos se sumergieron en sus respectivos entrenamientos, cada uno consciente de la presencia del otro sin admitirlo abiertamente. La rutina se convirtió en un desafío silencioso, cada repetición y cada esfuerzo reflejando la tensión que compartían. Sin embargo, a pesar de sus mejores esfuerzos por ignorarse, las miradas furtivas y la atracción palpable eran imposibles de ocultar.
Al terminar su entrenamiento, Ethan decidió dirigirse a las duchas. Sabía que necesitaba una buena ducha para relajarse y quitarse el sudor del cuerpo. Sin embargo, no podía ignorar la posibilidad de que Aiden lo siguiera. Algo en la interacción del día anterior lo había dejado inquieto, una mezcla de curiosidad y deseo que no lograba apagar.
Aiden, por su parte, observó a Ethan dirigirse a las duchas. Sin pensar demasiado en sus acciones, lo siguió, atraído por una fuerza que no podía explicar. Al entrar en el área de las duchas, notó la falta de paredes divisorias. Las duchas eran espacios abiertos, ofreciendo poca privacidad a quienes las utilizaban.
Ethan se despojó de su ropa con naturalidad, dejando a la vista su cuerpo esculpido y cubierto de una fina capa de sudor. El agua comenzó a correr sobre su piel, relajando sus músculos y limpiando las tensiones del entrenamiento. Aiden, aunque intentaba mantenerse concentrado en su propia ducha, no podía evitar lanzar miradas furtivas hacia Ethan. La vista del agua resbalando por los contornos musculosos del cuerpo de Ethan era casi hipnótica.
La tensión en el ambiente se hizo más palpable con cada segundo que pasaba. Ambos fingían concentrarse en sus propias duchas, pero la atracción era imposible de ignorar. Los cuerpos expuestos, la cercanía, y el sonido del agua creando un ambiente íntimo y cargado de deseo.
-Parece que somos los únicos aquí -comentó Ethan, su voz resonando en el espacio abierto.
-Sí, es temprano.
A pesar de la conversación, ambos sabían que había algo más profundo ocurriendo. Las miradas furtivas se volvieron más frecuentes, cada una cargada de una mezcla de deseo y desafío. Ethan podía sentir su cuerpo reaccionando, una erección comenzando a formarse. Decidió que era mejor salir antes de que las cosas se complicaran más.
Ethan cerró el grifo de su ducha, la mente aún llena de imágenes de Aiden bajo el agua. Se envolvió en una toalla y salió rápidamente del área de duchas, intentando controlar sus pensamientos y su cuerpo. Aiden, aunque mantenía su frialdad exterior, no pudo evitar una sonrisa interior. La atracción era mutua, y aunque ambos intentaban disimularla, era evidente que había algo más entre ellos.
Mientras Ethan se vestía, sus pensamientos no podían alejarse de Aiden. La visión del cuerpo del joven, su frialdad contrastando con el calor del agua, lo perseguía. Había algo en esa interacción que despertaba en él una mezcla de deseo y frustración. Su ego, aunque herido, comenzaba a ceder ante la intensidad de sus sentimientos.
Aiden, por su parte, se quedó en la ducha unos minutos más, permitiéndose disfrutar de la sensación del agua caliente en su piel. Sus pensamientos también giraban en torno a Ethan, la atracción y el desafío que representaba. Aunque intentaba mantenerse frío y distante, no podía negar que algo en Ethan lo había tocado de una manera profunda e inesperada.
Al salir de las duchas, Aiden se encontró con Ethan en el área de vestuarios. Ambos se miraron por un momento, una conexión silenciosa pasando entre ellos. Ethan, aún envuelto en su toalla, intentó mantener la compostura.
-Nos vemos mañana, supongo.
-Tal vez.
Ethan se vistió rápidamente y salió del gimnasio, sus pensamientos aún enredados en la imagen de Aiden. Mientras caminaba por las calles de Los Ángeles, no podía evitar sentirse intrigado y atraído por el joven de una manera que nunca había experimentado antes. Su ego, aunque herido, se veía reemplazado por una curiosidad ardiente y un deseo que no lograba controlar.
Aiden, por su parte, se tomó su tiempo para vestirse, reflexionando sobre la interacción en las duchas. La atracción que sentía por Ethan era innegable, pero también estaba determinada a mantener su frialdad y control. Sin embargo, sabía que cada encuentro con Ethan debilitaba esas barreras, dejando entrever una vulnerabilidad que prefería mantener oculta.
Mientras ambos jóvenes se dirigían a sus respectivas vidas, la ciudad de Los Ángeles seguía su curso, indiferente al drama interno que ambos experimentaban. Sin embargo, el destino parecía empeñado en cruzar sus caminos, creando una tensión que sólo podría resolverse con el tiempo.
Ethan, aunque intentaba centrarse en su día, no podía evitar pensar en Aiden. Cada pensamiento lo llevaba de vuelta a las duchas, a la visión del cuerpo musculoso del joven y la frialdad de su trato. Había algo en esa combinación que lo fascinaba y lo irritaba al mismo tiempo.
Por otro lado, Aiden, mientras se dirigía a su trabajo en la tienda de antigüedades, también se encontraba perdido en sus pensamientos. La atracción que sentía por Ethan era innegable, pero también se preguntaba si esa atracción era recíproca o simplemente un juego del destino. Su frialdad habitual se veía desafiada por la intensidad de sus emociones, creando un conflicto interno que no lograba resolver.
Los días pasaron, ambos jóvenes inmersos en sus rutinas diarias pero constantemente pensando en el otro. Las interacciones en el gimnasio se volvieron más frecuentes, cada encuentro cargado de una tensión que sólo aumentaba con el tiempo. La frialdad y el ego comenzaban a desmoronarse, reemplazados por una atracción ardiente y un deseo que no lograban ignorar.
La ciudad de Los Ángeles, con su ritmo implacable y sus oportunidades infinitas, seguía siendo el telón de fondo de una historia que apenas comenzaba a desvelarse. Ethan y Aiden, dos almas distintas pero entrelazadas por un destino caprichoso, se encontraban en una encrucijada, enfrentando sus propios demonios y deseos en un juego de atracción y desafío.
Cada día en el gimnasio se convirtió en una oportunidad para descubrir más sobre el otro, para desafiar sus propios límites y explorar la intensidad de sus sentimientos. La frialdad y el ego se desvanecían con cada encuentro, dejando al descubierto una conexión que ninguno de los dos podía negar.
El destino, en su juego eterno, seguía moviendo las piezas, preparando el escenario para los próximos actos de una historia llena de pasión, desafíos y descubrimientos. Ethan y Aiden, aunque aún atrapados en sus propias barreras, comenzaban a ver más allá de sus diferencias, explorando la posibilidad de algo más profundo y significativo.
La atracción entre ellos, aunque disimulada, era imposible de ignorar. Cada encuentro en el gimnasio, cada mirada furtiva y cada palabra intercambiada, fortalecían una conexión que ninguno de los dos había anticipado. El destino, con su mano invisible, seguía tejiendo los hilos de sus vidas, creando una historia que apenas comenzaba a desvelarse.
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¿Sexo o Amor? | +18
RomanceEn la vibrante y soleada ciudad de Los Ángeles, donde los sueños se entrelazan con la realidad, Ethan Thornwood, un joven de 20 años, pelirrojo, de ojos verdes, musculoso y abrumadoramente atractivo, se enfrenta a una vida de aparentes certezas y em...