Hueles a café☕. (Terminada)

೬𐇵☕Café #1: Mocca☕ຼ້ೂ

—¿Qué va a ordenar?— Preguntó el nuevo mesero sosteniendo una pequeña libreta de notas y un bolígrafo.

— Un café Mocca por favor... — Respondí algo atontada, estaba concentrada en el chat que mantenía con Fanny, mi mejor amiga, en ese momento.

Café Mocca☕: Chocolate, espresso, leche y espuma de leche, en ese orden de manera ascendente.

— Enseguida. — Agregó el mesero tras anotar mi pedido.

La cafetería estaba más repleta de personas ese día que cualquier otro, supuse que la causa era San Valentín, que sería al día siguiente, y todos se habían levantado temprano para tomar su café e ir en busca del regalo perfecto.

El aroma del café inundaba el local, creando una atmósfera cálida y acogedora, el sonido de la máquina de café era música para mis oídos.

— Hola princesa... — Alguien parado detrás de mí musitó en mi oído.

— Hola amor. — Respondí girando el cuello para luego besar sus labios.

Era mi novio Steve, que me acompañaba algunas veces a beber café por las mañanas antes de ir a mi centro de trabajo, lo necesitaba para poder funcionar bien durante el día.

Para ser sinceros amaba mi trabajo, editora de libros, pero me molestaba tener que despertar diario a las 5:00 de la mañana para llegar a las 6:30 a la editorial.

— ¿Con quién hablas a esta hora de la mañana?— Preguntó Steve sentándose a mi lado, percatándose del movimiento de mis dedos sobre el teclado que indicaba una conversación.

— Con Fanny, está a punto de llegar, hoy tiene examen en la universidad así que decidió acompañarnos hoy y tomar un café, me contó que estuvo estudiando hasta tarde y teme dormirse en el examen como le pasó el año pasado... — Expliqué.

— Fanny no tiene remedio... ¿Quién puede dormirse en un examen con la tensión que provoca? Cuando aún estudiaba los exámenes me causaban náuseas e incluso fiebre, lo recuerdo perfectamente. — Me contó Steve.

— Su café Mocca señorita.— El mesero colocó mi taza de café sobre la mesa.

— Gracias. — Le agradecí con una pequeña sonrisa en el rostro.

— ¿Podrías traerme una rosquilla? —Preguntó Steve al mesero.

— Enseguida.

El mesero se retiró.

— ¿Este chico comenzó a trabajar hoy no?... Nunca lo había visto aquí. — Comentó Steve.

— Supongo, tampoco lo había visto antes y sabes que visito este sitio a diario. ¿Le preguntamos? — Sugerí.

— ¡Hola hola! ¿Dónde está la pareja más hermosa del universo? — Se presentó Fanny ante nosotros, con esa voz resaltante y chillona.

— ¿Podrías hablar más bajo? — Le pedí con un gesto de silencio colocando mi dedo índice sobre mis labios.

— ¿De qué hablan?— Preguntó Fanny sentándose frente a nosotros.

— De ese chico, parece ser nuevo aquí... — Respondió Steve indicándole a Fanny con la mirada.

— Su rosquilla.— Colocó el mesero un plato pequeño con una rosquilla de chocolate con chispas sobre la mesa.

— ¿Eres empleado nuevo?— Se dirigió Fanny al mesero.

— Sí, hoy es mi primer día de trabajo. — Respondió sin mostrar alguna expresión en su rostro.

— Ya veo... ¿Puedes traerme una rosquilla y un café? — Expresó la indiscreta Fanny.

— Claro... Enseguida. ¿Qué tipo?— Preguntó el mesero.

— ¿Eh?— Respondió Fanny confundida.

— Su café... ¿Cuál prefiere?— Le indicó.

— Oh... El mismo que está bebiendo Kate. — Fanny posó sus ojos en mí.

— Lo traeré.

El mesero caminó hacia el mostrador, mientras tanto Steve trataba de ocultar una carcajada.

— Vamos, ríe, ríe como hiena, es lo que quieres...— Comentó Fanny.

— ¿Cómo vas a preguntarle eso de la nada?— Preguntó Steve entre risas. — Pudiste haber rodeado un poco la pregunta, y para colmo después pides simplemente un "café" y ya está, ni que fuera adivino.

Fanny frunció el ceño y se cruzó de brazos, la verdad se llevaba de maravilla con Steve y eran buenos amigos, pero a él le gustaba mucho molestarla... Aunque esta vez Steve tenía razón.

Luego de Fanny tener su pedido, unos minutos después Steve se marchó hacia su trabajo, y ella a la universidad para presentar su examen.

Me quedé sola en la cafetería, pensando en los regalos de San Valentín que debía comprar para ambos.

Finalmente miré el reloj, eran las 6:10 de la mañana, debía marcharme a la editorial, así que decidí visitar las tiendas en la tarde y elegir los obsequios.

Me levanté de la silla dejando el dinero que estaba escrito en el papel de la cuenta, sin embargo, me detuve en el umbral, y alguna fuerza ajena a mí provocó que me girara y mirara una última vez al mesero antes de salir del lugar... Era guapo para ser sinceros.

En ese momento sus ojos se toparon con los míos, y rápidamente atravesé la puerta de la cafetería para dirigirme a mi trabajo.

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