— ¡Estúpidos zapatos! ¡Los quemaré en la chimenea! —Refunfuñaba en voz baja mientras me sentaba esta vez en una banqueta del mostrador.
— Qué extraño... ¿Por qué te sentaste en el mostrador?— Preguntó Álvaro colocando una taza bajo la máquina de café.
El dulce y amargo aroma penetró mi nariz.
— Queda más cerca de la entrada, pienso caminar hoy lo menos posible. — Respondí con tono desagradable.
— ¿Estás bien? ¿Qué sucedió?
— Ayer Steve y yo salimos en la tarde. Visitamos algunas tiendas para continuar comprando ropa para la luna de miel, me probé estos tacones, y me quedaban a la perfección. — Apunté con la mirada a mis pies. — Me gustaron demasiado así que no pude esperar a después del casamiento para usarlos... ¡Pero resulta ser que me han lastimado los pies! Tengo heridas en todos lados, dedos, planta, tobillo...
— Déjame ver... — Álvaro salió del mostrador, estaba de pie a mi lado.
— No puedo creer que deba pasar todo el día así... Y eso que solo caminé hasta casa de mi madre para llevarle un sombrero que compré para ella, y luego hasta aquí. ¿Cómo sobreviviré todo el día? — Me quejé.
Álvaro se arrodilló en una pierna y retiró ambos zapatos.
— Si que la estás pasando mal... — Admitió. — Espera un segundo.
Rápidamente desapareció de mi campo visual, para adentrarse en la cocina.
— Mira, esto te aliviará, por lo menos tus heridas no rozarán con el material del zapato.— Álvaro se arrodilló nuevamente y abrió una cajita con curitas.
— ¿Curas?— Pregunté mientras les retiraba el seguro.
— ¿Qué tal?— Preguntó colocando una en mi tobillo, eran azules, con un corazón en el centro.
Luego procedió a poner una en cada lugar donde mi piel se encontraba lastimada.
Miraba a Álvaro con detenimiento, mientras colocaba las vendas delicadamente para no lastimarme aún más.
— ¡Ya está!— Exclamó levantándose.
— Gracias... De verdad. Pero tengo una duda. ¿Curitas en la cocina? — Pregunté confundida.
— Oh no, no, estaban en mi mochila, siempre las llevo conmigo por si cosas como estas suceden, o me suceden a mí. — Explicó.
— ¿Te pones estas vendas de corazones?
— Si. ¿Qué tiene de malo?
No armaría un debate por eso, no conocía a Álvaro de años ni nada por el estilo, pero si había algo que realmente conocía de él, era que poco le importaban ese tipo de detalles.
— Nada... Olvídalo .
— Imagino que ibas a decirme que Steve no las usaría ni por un segundo. ¿No? —Predijo.
— Si... ¿Cómo lo sabes?
— Es difícil de explicar... ¿Qué vas a beber hoy?
— Algo sencillo... Un macchiato.
Café Macchiato☕: Mezcla de espresso y leche, esta última en menor cantidad que el primero.
— ¿Cómo va todo con tu compañera de trabajo? — Me preguntó.
— Es un caos, una erupción volcánica... ¡Una explosión nuclear!
— Si que te dejó bien traumadita la verdad...
— Para ella todo lo que hago está mal... Pero debo soportarla si quiero conservar mi empleo.
— ¿Y cómo funciona? ¿Terminas haciendo lo que ella desea para que te deje en paz?
— ¡No!— Exclamé golpeando el mostrador con mi mano cerrada.
Álvaro se sobresaltó tras el ruido.
— ¡Casi derramo el café sobre mi uniforme! — Exclamó.
— Lo siento... No es buena idea que me siente aquí, aunque sería más cómodo para tí si conversamos y a la vez puedes continuar tu trabajo.
— ¿Y te gusta estar cerca de la cafetera no?
— Si... La verdad si.— Admití entre risas.— ¿Has hablado con Fanny?
— No, planeaba llamarla hoy... ¿Sabes qué flores le gustan?
¿Pero qué? Esto está resultando a la perfección...
— Sus favoritas son las margaritas... Lo sé, inusual.— Respondí inmediatamente.
— Ya veo, buscaré algunas para ella.— Álvaro colocó mi café sobre el mostrador.
— Es una buena idea, le encantará... Veo que disfrutas de su compañía.— Utilicé una estrategia mientras daba un sorbo al macchiato.
— Si, y mucho, Fanny me alegra el día para ser sinceros. No entiendo por qué no han podido darle el valor que merece, es tan... Graciosa y bonita.
En ese momento, surgió un sentimiento oscuro y extraño dentro de mí.
¿Qué es esto que siento?
— Me alegra escuchar que creas eso... Es lindo escucharte cuando hablas de ella.
De repente, mi celular vibró, había recibido un mensaje de texto de Steve, era una invitación a salir, un todo en uno, pasear por la arboleda de la mano, luego cenar en un restaurante donde habría un concierto de una artista novata y por último ir a la discoteca.
Me demoré un poco, tras continuar mirando la pantalla a pesar de haber leído el mensaje.
— ¿Está todo bien?— Preguntó Álvaro.
— Si, es solo Steve haciendo planes para esta noche.
— Debes ser muy feliz con él. ¿No?
— Lo soy, no puedo quejarme del novio que tengo, un hombre como ese no se consigue todos los días... Espero que encuentres a alguien de quien puedas hablar así, tal como yo hablo de Steve.— Me sinceré.
— La persona que me gusta también es inigualable, pero tristemente no puedo hablar de ella como si fuera mi pareja...
Está hablando de Fanny... Lo sé.
— Y dime... ¿Ella es linda?
De esta no te escaparás, dijiste que Fanny era linda, así que estás atrapado...
— Lo es, mucho...
— ¿Tan hermosa como Fanny?
— Creo que todas las chicas son hermosas, solo que a algunas se les nota a simple vista, y otras debes profundizar, pero siempre hay algo hermoso dentro de ellas... Fanny tiene la suerte de ser hermosa por fuera, y también por dentro.— Expresó.
— ¿Si que lo es verdad?
— Aunque tú también eres... Bonita... ¿Sabes?
Ahí estás otra vez... ¿Por qué te aceleras así maldito corazón?
— Mira la hora... Debo irme... Toma el pago y quédate con el cambio.
Nerviosa pagué mi café y desaparecí de su vista.
— ¿Te vas a ir descalza?— Preguntó parado en el umbral mientras yo caminaba por la acera. Traía mis tacones en sus manos.
— Los había olvidado... Soy una tonta.— Respondí sonrojada.
Qué vergüenza... ¿Quién rayos se va descalza como si nada? ¿Sin siquiera percatarse?
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Hueles a café☕. (Terminada)
RomancePRIMERA PARTE DE LA BILOGÍA: AROMA A CAFÉ Y MALTEADA. Kate amaba el café, más que eso, necesitaba su café mañanero a diario, de lo contrario su cerebro no funcionaba y tenía el peor día de su vida. Por suerte, a dos manzanas de su apartamento había...