La tarde estaba nublada, lo más probable era que dentro de un corto período de tiempo comenzara a llover.
Corrí lo más rápido que pude hasta la cafetería, y me adentré en ella como policía persiguiendo a ladrón. Solo faltaban 20 minutos para que cerrara.
— ¡Vaya ojeras!— Exclamó Álvaro secando la vajilla en el mostrador.
— Esta mañana no bebí café. ¿Cómo quieres que esté?— Pregunté con voz de histérica.
— Pareces escapada de un manicomio por Dios... La verdad me preocupé cuando no te ví esta mañana, pero supuse que estabas dedicando hasta el más mínimo segundo a la novela. —Predijo.
— Así es...— Respondí sofocada, sentía que el aire en mis pulmones escaseaba.
— ¿Vas a ordenar café a esta hora?
— ¡Por supuesto!— Exclamé sentándome a la mesa junto a la ventana.— De lo contrario no podré ni mantener los ojos abiertos siquiera dos segundos esta noche, me quedan solo 4 capítulos.
— ¿Y qué elegirás esta vez? ¿Estás segura que tomarás un café caliente? Estás realmente sofocada, creo que lo empeorará... Toma un batido o una malteada mejor. — Sugirió.
— No... No... Necesito café, pero frío... Un affogato por favor.
Café Affogato☕: Helado de vainilla bañado en espresso.
— Estás de suerte, nos queda helado de vainilla para una sola taza... Te has llevado la última. Enseguida regreso.
Estaba tan alterada que no había notado las fuertes lluvias, hasta que un relámpago cayó estrepitosamente .
— ¡Rayos!— Exclamé con la voz desgarrada mientras Álvaro colocaba el affogato sobre la mesa.
— ¿Qué sucedió ahora?— Preguntó sentándose a mi lado.
— ¿Cómo voy a regresar a casa con este torrencial? Se está cayendo el mundo allá afuera, debo regresar para continuar la novela, de lo contrario no podré presentarla...— Expliqué.
— No tengo una sombrilla... No imaginé que llovería hoy... Planeaba llevar a Fanny a por unas pizzas, pero el plan se arruinó.
— Es una lástima, pero... ¿Por qué no la invitas al cine mañana? Estrenarán una película romántica.— Sugerí.
— Me gusta la idea... Gracias.
Comí mi helado con café lo más rápido que pude y coloqué el pago sobre la mesa.
— Estuvo delicioso, pero de irme... Nos vemos mañana.— Me despedí para luego correr hacia la puerta y abandonar el lugar.
— ¡Está lloviendo demasiado fuerte! ¡Espera!— Álvaro corrió tras de mí para evitar que regresara a casa con la situación climática tan severa.
Por accidente mi pie izquierdo cayó a la zanja, y me torcí el tobillo.
— ¡Genial!— Exclamé al ver que no podía levantarme, para colmo enormes chorros de agua de los tubos liberadores de los balcones caían sobre mí.
— ¡Eres tan terca! — Exclamó Álvaro cargándome en sus brazos y llevándome dentro de la cafetería.
Me dejó sentada en la mesa más cercana y buscó una toalla en la cocina, mientras me encontraba gimiendo de dolor por la hinchazón.
— ¡Auch! ¡Me duele mucho!
— ¿Ves lo que ha provocado tu necedad?— Me regañó mientras pasaba la toalla por mi cuerpo.— Estás empapada... Y también yo para ser sinceros.
— Es inútil, no terminaré esa tonta novela... Jamás debí haber accedido a algo como esto. ¿En qué estaba pensando? ¿Qué podría ganar? Es... Ridículo.— Expresé.
— Oh no, no uses la palabra de Steve... Mira, llámalo, seguro vendrá a buscarte y te llevará a casa de alguna manera.
— Steve está en un viaje de trabajo desde ayer, y regresa pasado mañana... Por suerte, si no hubiera descubierto que planeaba participar en el concurso. ¿Qué hago?— Pregunté desesperada.
Ni que el supiera lo que debes hacer.
— Tengo una idea... En la cocina hay un mantel que puede utilizarse como capa, es bastante grande así que te cubrirá. Como no puedes caminar... Tendré que llevarte en la espalda, si no te molesta... — Se ofreció.
— Pero el mantel no te cubrirá a tí lo suficiente...
— No por completo, pero si lo necesario para avanzar. Lo que necesitaría sin falta son unas botas de goma... — Sugirió.— Mis pies se empaparán. Pero aquí no tenemos de esas, así que... Vamos, tu novela te espera.
— ¿Estás seguro? ¿Harías eso por mí?
— Por supuesto, así te devolvería el favor.
— ¿Qué favor?— Pregunté sin tener idea de lo que se refería.
— Pues... Este... Yo... Nada, olvídalo. — Respondió nervioso, sus mejillas se sonrojaron.— Buscaré hielo en la nevera y lo pondré en tu tobillo por 10 minutos, luego nos iremos.
Álvaro fue a la cocina y buscó unos cubos de hielo para bajar la inflamación de mi pie.
Diez minutos después, se agachó de espaldas a mi.
— Vamos, es hora de irnos.— Expresó.
— Me subiré con cuidado... Pero debo advertirte que peso un montón. — Respondí subiéndome a su espalda.
— Por suerte la lluvia se ha calmado un poco, seguro pronto dejará de llover.— Comentó levantándose del suelo conmigo a cuestas.
— ¿Estás bien?— Le pregunté preocupada por su estado corporal.
Álvaro era un chico delgado, aunque tenía algunos músculos definidos en los brazos, así que me preocupaba mucho la idea de que se sintiera cansado e incómodo mientras me cargaba hasta casa.
— No te preocupes... En la cárcel pasé la mayoría del tiempo levantando pesas aunque no lo parezca...
Ese comentario sonó muy feo la verdad...
— No recuerdes esa triste etapa de tu vida, ya pasó... — Insistí en que olvidara ese tema, y comenzara a vivir la vida sin ataduras del pasado. — Mira quién eres hoy... Siéntete orgulloso de ello, porque yo lo estoy.
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Hueles a café☕. (Terminada)
RomantizmPRIMERA PARTE DE LA BILOGÍA: AROMA A CAFÉ Y MALTEADA. Kate amaba el café, más que eso, necesitaba su café mañanero a diario, de lo contrario su cerebro no funcionaba y tenía el peor día de su vida. Por suerte, a dos manzanas de su apartamento había...