Eran las 6:00 de la mañana, el ambiente y la brisa helada indicaba que sería un día húmedo y sin sol.
Estaba de pie en el umbral mientras Álvaro y los demás trabajadores abrían la cafetería... Mi primer día como mesera estaba a punto de comenzar.
— Estoy tan... Nerviosa.— Le dije a Álvaro mientras le ayudaba a bajar las banquetas del mostrador.
— Descuida... Todo estará bien... Bueno, esperemos, tuve que rogarle al jefe y mentirle, dije que habías trabajado en un montón de cafeterías antes.— Respondió asintiendo con la cabeza.
— Siento que hayas tenido que mentir... ¿Cómo será todo?
— Bueno, es simple, solo vas a una mesa, por orden de llegada claramente. Anotas las órdenes con el número de la mesa, y vas al mostrador. Si es algo que sabes preparar, buscas los ingredientes en la cocina, están en la alacena de puertas blancas. Todos los frascos tienen etiquetas con el nombre de lo que tienen dentro, en caso de que debas preparar un affogato o un azteca, el helado está en la nevera y justo al lado la bolera. — Me explicaba el proceder mientras colocábamos servilletas nuevas en las mesas.— En caso de que no conozcas la preparación de algo, búscame para intercambiar los pedidos. Estate atenta a los clientes para retirar la vajilla sucia cuando terminen, buscas en la libreta las notas de sus pedidos y les llevas la cuenta según los precios de la carta. Supongo que eso es todo... Y agradece cuando te dejen el cambio. Los pagos se los entregas al chico que se encuentra sentado al lado de la caja registradora.
— Bueno... ¿Qué tan difícil puede ser? ¿Qué podría salir mal?
No debí haber dicho eso, en los animados para niños cada vez que alguien dice algo como eso todo sale mal...
Álvaro colocó mi uniforme sobre el mostrador, era distinto al de los hombres en dos cosas: No llevaba corbata, sino un lazo, y en lugar de un pantalón, una falda.
Estaba ansiosa por probármelo, y no pensé ni por un segundo en que podría quedarme grande, o pequeño.
Inmediatamente fui al baño y me vestí con el uniforme, la falda me quedaba a la perfección, sin embargo la camisa era un poco grande. Pero no dejé que eso me cortara los ánimos, así que la acomodé de una forma que lucía bastante chic.
— ¿Cómo me veo?— Pregunté tras salir del baño y ponerme de pie frente a Álvaro.
—...— Guardó silencio ante mi comentario, solo me vio de arriba a abajo y entreabrió los labios. — Mira, ha llegado un cliente... ¿Quieres atenderlo tú?— Sugirió repentinamente.
— Vale... Vale... — Respondí colocándome el delantal que estaba encima del mostrador.— Espera no...— Me detuve en corto.
— ¿Qué sucede?
— Que vaya alguien más, no he bebido mi café mañanero... Y sabes que mi día se desarrolla horrible sin él.— Le recordé.
— Bueno... Sentémonos entonces a comer algo rápido. ¿Qué vas a ordenar?
— ¿Aún trabajando aquí prepararás mis pedidos?— Pregunté entre risas .
— Es mi rutina, disfruto hacerlo...— Respondió mirando hacia abajo tímidamente.
— Bueno... Hoy beberé un Egg y comeré un sándwich de mantequilla de maní, necesito resistir hasta el mediodía.
Café Egg☕: Espresso, huevo y leche condensada, en ese orden de manera ascendente.
— Enseguida lo traigo.
Observé a los meseros trabajar mientras otros clientes llegaban, hasta ese día nunca noté la diferencia que puede existir entre las personas que visitan una cafetería, un bar o un restaurante.
Ejecutivos y oficinistas con esmoquin, emos de negro, colegialas gritonas y coloridas, ancianos de lana, doctores de bata, mohicanos rockeros, tatuados, peludos, lampiños, negros, blancos, pelirrojos...
— ¿En qué piensas?— Preguntó Álvaro colocando mi café,el pastel, una botella de leche y unas galletas sobre la mesa.
— No había notado hasta hoy la gran diferencia física que hay entre las personas que visitan un lugar público... Uno se encuentra cada caso social...
— Si... Es cierto, ayer un mohicano rosa con sombra de ojos negra estuvo aquí, y pidió unos waffles...
— Veremos cuántos estilos y físicos diferentes encontraré hoy...
— Aunque no solo son diferentes físicamente, hay clientes agradables y alegres, serios y callados, o atrevidos y mandones.
— Espero no tener que toparme con alguien problemático hoy...
10 minutos después.
Habíamos terminado nuestro desayuno, y estaba lista para atender a dos chicos que acababan de llegar.
— Buenos días... ¿Desean ver la carta o son clientes habituales?— Hablé educadamente para dar una buena impresión.
Los dos chicos se miraron y sonrieron pícaramente.
— Queremos algo que no está en la carta.— Respondió uno de ellos.
— Bueno... Veré si en la cocina tenemos los ingredientes para elaborar su pedido, o por lo menos algo que los sustituya.— Les expliqué esperando una respuesta normal.
— Te queremos a tí en nuestra cama.— Respondió el otro chico entre risas .
Inmediatamente me paralicé, mis primeros clientes no resultaron como esperaba, pero mi actitud debía ser superior a la de ellos.
— ¿Cuál es su verdadero pedido? ¿Tienen hambre no?— Pregunté amablemente ignorando el atrevimiento de ambos.
— Ya hemos ordenado, te queremos a tí.— El chico se levantó y acercó su rostro al mío.
— ¿Podrían pedir algo para comer o beber?— Comencé a ponerme nerviosa.
— Te quiero comer a tí nena. ¿Eres sorda o qué?— Se levantó el otro y susurró en mi oído.
— ¿A patadas o puñetazos?— Preguntó Álvaro que se encontraba detrás de nosotros.
— ¿Disculpa?— Preguntó uno de ellos indignado.
— ¿Cómo prefieren ser expulsados de aquí? — Preguntó Álvaro arrogantemente. — Puedo llamar a la policía por acoso sexual... ¿Quieren eso malditos idiotas?— Les amenazó.
— Tranquilo hermano... No necesitas llamar a nadie... Nos iremos.
Los chicos inmediatamente salieron del lugar, y entonces pude suspirar de alivio.
— ¿Por qué no me llamaste en cuanto se pasaron de la raya?— Preguntó molesto.
— Creí que podría hacer esto sola...
— Por favor si algo así sucede de nuevo no dudes en avisarme ni por dos segundos...
— Está bien... Gracias.
Como si no hubiera sucedido nada, me dirigí hacia otra mesa a intentar desempeñarme como mesera otra vez... Esperando que el resto del día me resultara satisfactorio, ya que aún me quedaba toda la mañana, y el turno de la noche.
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Hueles a café☕. (Terminada)
RomancePRIMERA PARTE DE LA BILOGÍA: AROMA A CAFÉ Y MALTEADA. Kate amaba el café, más que eso, necesitaba su café mañanero a diario, de lo contrario su cerebro no funcionaba y tenía el peor día de su vida. Por suerte, a dos manzanas de su apartamento había...