Desde que nos subimos al auto hace poco más de cuarenta minutos, hemos estado escuchando música. Hablamos poco, pero lo poco que interactuamos es fluido y tranquilo. Intento dejar todo lo que pasó ayer atrás y concentrarme en el viaje.
La mañana tampoco fue fácil. Disimulé bastante bien, pero generalmente soy yo quien se desarma, no él. Por eso, verlo tan cabizbajo al comienzo del desayuno, luego de no encontrarme, me hizo bastante mal.
Ahora lo miro y está feliz. Tiene una sonrisa preciosa mientras canta a los gritos "You Belong with Me" de Taylor Swift. Qué hombre.
—Vas a chocar si sigues mirándome todo el camino.
—Te odio.
Sonríe y me besa la mejilla.
—Sabes que no.
No puedo tenerlo tan cerca y no tener ganas de besarlo. Es algo más fuerte que yo. Sin dejar de mirar adelante, quito la mano de la palanca de cambios, lo tomo de la barbilla y lo beso.
—Bueno, definitivamente quieres chocar.
Lo miro con las cejas levantadas y se sonroja.
—¡Caden!
—Yo no dije nada.
La vida con sus sonrisas es tan sencilla.
Vuelvo a concentrarme en la ruta y a mirar definitivamente hacia adelante. En la radio, comienza a sonar otra canción. Pasamos de Taylor Swift a cantar "Shape of You" de Ed Sheeran sin escalas.
El teléfono de Danno comienza a vibrar. Lo saca de su bolsillo y veo cómo intenta apagarlo.
—¿Es tu mamá? —pregunto y asiente—. Quizás es algo importante, bonito.
—Tienes razón.
—Lo sé, la tengo siempre —bromeo.
Golpea mi hombro y abre el mensaje.
Se toma unos segundos para leerlo él y luego lo lee en voz alta.
—Que tengan unas lindas y merecidas vacaciones. Los quiero demasiado. Cuídense muchísimo, por favor. Cuida a Caden, cielo.
—Me parece que tu madre tiene un claro favorito.
Me mira, rueda los ojos y me saca el dedo.
Vuelve a prestar atención a su móvil y me pide que no deje de mirar la ruta, que sacará una foto para su madre y para él.
—Detesto que salgas tan bien siempre.
—Tienes suerte, ¿viste?
—¿Suerte de qué?
—De que sea tu novio, tonto.
—Cómo estamos hoy con el ego, ¿no? —ironiza.
—No es ego, es la realidad —bromeo.
Sacude la cabeza y sube el volumen de la radio.
No puedo creer estar haciendo este viaje con Danno nuevamente. Se siente tan especial como la primera vez. Me pone contento que si las cosas van a terminar, terminen de esta manera. Juntos, queriéndonos. Porque al fin y al cabo siempre hemos sido Danno y Caden. Desde que somos muy pequeños nos tenemos mutuamente y es una de las cosas que me deja tranquilo de terminar nuestra relación. Sé que por mucho que nos alejemos sentimentalmente, siempre estaremos ahí para el otro. O al menos yo. Siempre estaré ahí para él.
Pasan algunos minutos y me volteo a verlo. Está roncando. Con el móvil en la mano, la música sonando y mi abrigo encima como si fuera una manta. Freno en un semáforo en rojo y me tomo el tiempo que demora en cambiar de color para observarlo.
Extrañaba tanto estar de esta forma con él. Distendidos. Con temas de conversación que no sean las clases, la casa, las cuentas, las tareas, y todas esas mierdas rutinarias.
Hace mucho que no viajábamos juntos. La última vez fue hace más de un año y medio cuando Danno me regaló un par de billetes por mi cumpleaños. Las islas Galápagos fueron de nuestras mejores vacaciones. El océano, la fauna, Danno y yo. Como ahora. Siendo estas un poco más especiales por el lugar. Nuestro lugar.
Ahora el que vibra es mi teléfono. Está en el tablero, enganchado en un trípode que me facilita no tener que agarrarlo para poder ver el mapa.
Desciendo la velocidad, a pesar de saberme la ruta a la perfección, por si acaso.
Agarro el móvil y atiendo la llamada de mi padre. Pongo el altavoz y vuelvo a colocarlo en el soporte.
—Papá.
—Caden —saluda—. ¿Cómo va?
—Todo perfecto, ¿y tú?
—Muy bien también.
Respira y, por unos segundos, hay un silencio un poco incómodo.
—Llamaba para desearles suerte. Que tengan un muy lindo descanso, tú y Danno.
—Gracias, papá.
—Tu madre también quiere saludarte —avisa—. Te dejo con ella.
Sonrío y muevo la cabeza.
—Hijo, hola.
—Mamá, ¿cómo estás?
—Bien. Espero que tú también lo estés. Iba a llamar hoy en la mañana, pero preferí dejarlos tranquilos mientras terminaban de aprontarse.
Vuelvo a sonreír. En este último tiempo me he alejado bastante de mi familia y de mis amigos. El trabajo, por mucho que lo ame y disfrute, me ha ido consumiendo de manera impresionante y abrumadora. Tomé varios grupos más de los que debería haber tomado. No me quejo monetariamente hablando, pero con suerte tengo tiempo para ir al baño.
—Tranquila.
—Tu hermana y yo también queremos desearles suerte. Los queremos mucho.
—Y yo a ustedes —respondo enseguida—. Saludos a Lisa.
—Cuídate, y cuida a Danno. Nos vemos pronto.
—Te aviso cuando llegue —le digo y corto la llamada.
Por un momento siento como si mi vida volviera a la normalidad. Vuelvo a tener vida. Por más corta que haya sido la charla con mi familia, me sirve para detenerme y darme cuenta de lo mucho que los extraño y lo poco que los estoy viendo.
Cuanto más pienso en estas cosas, más entiendo la sugerencia y decisión de Danno.
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El eco de mi alma
أدب المراهقين[PRIMER BORRADOR] Esta es la historia de Danno y Caden, dos chicos quienes alguna vez vivieron un amor intenso que se ha desvanecido en la monotonía de la vida diaria. Decididos a despedirse de manera significativa, se embarcan en unas últimas vaca...