Capítulo 7: Hilos y cadenas. Parte 3

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Los segundos se fueron convirtiendo en minutos, los minutos se fueron acumulando y formando opresivos cúmulos. Harry permaneció clavado al suelo y cada vez que intentaba dar un paso, una oleada de pánico lo invadía y le llenaba las piernas de plomo.

Sentía que su mundo había cambiado irrevocablemente, de una manera tan profunda y trascendental que tenía que afectar a todas las demás personas que estaban ahí fuera. En la penumbra sombría de esa habitación falsa, ese resultado parecía inevitable, pero Harry sospechaba que la ilusión se desmoronaría una vez que saliera y entrara en el mundo real. Allí, su último intento desesperado de negación se marchitaría hasta quedar en nada porque la verdad sería despiadadamente ruidosa: la gente seguía siendo la misma. Era Tom quien se había vuelto loco, y era a Harry a quien había decidido arrastrar con él.

Las palabras “ Imperio ” y “ bésame ” todavía resonaban en sus oídos, y sin importar cuánto tiempo pasara, su impacto seguía siendo igual de asombroso. Finalmente, harto de su estupor, Harry se obligó a moverse. Sus piernas lucharon contra sus intenciones, pero siguió caminando hasta que llegó a la puerta, y luego las luces familiares de Hogwarts lo recibieron, lavando parte del entumecimiento.

Los pasillos estaban vacíos. La mayoría de los estudiantes ya debían haberse acostado, pero algunos profesores podían decidir dar un paseo, así que Harry aceleró el paso con la esperanza de encerrarse en su habitación antes de que alguien lo viera. No sabía qué aspecto tenía en ese momento concreto, pero teniendo en cuenta las emociones contradictorias que se agitaban bajo la gélida superficie de su conmoción, no podía ser nada bueno. Había tantas preguntas que tenía que hacer... no estaba en condiciones de desviar las preguntas de otras personas, personas que nunca lo entenderían.

Si les contaba todo… Si compartía el compromiso que le había impuesto a Tom, la angustia y el horror con los que tenía que vivir cada vez que Tom estaba a punto de violarlo (cada vez que no hacía nada en respuesta)… Si hablaba de Imperio y del beso potencial, de su propio asombro sumado a una completa falta de sorpresa, de la pequeña y fea felicidad que se agitaba en algún lugar en lo más profundo de su mente…

Pensarían que estaba loco. Tan loco como Tom.

Nadie podía entenderlo. Y por lo tanto, nadie podía saberlo jamás.

Sintiéndose mil años mayor, Harry finalmente entró a su habitación. Caminó hacia su cama sin detenerse, planeando caer en ella sin molestarse en desvestirse, pero en ese momento, sus instintos de supervivencia de repente sonaron alarmados.

Algo andaba mal. Había otra persona en la habitación con él.

Se dio la vuelta, con la varita preparada, sabiendo ya lo que iba a ver. Tom estaba a unos pasos de él, con su propia varita levantada y las palabras del hechizo ya saliendo de su lengua.

—Obliviate —susurró. No había tiempo para Expelliarmus ni para ningún otro hechizo, ni para nada mágico con lo que Harry pudiera protegerse. La luz verdosa voló hacia él y se agachó incluso antes de que su mente en pánico comprendiera por completo lo que estaba sucediendo. Giró una vez, saltó desde su posición agachada y golpeó violentamente la varita de Tom, enviándola volando al otro lado de la habitación.

Tom se quedó boquiabierto de la sorpresa. Antes de que pudiera recuperarse, Harry lo agarró por el cuello y lo empujó contra la pared, satisfecho con el jadeo que esto provocó. Por un momento, ambos se miraron fijamente, y solo sus jadeos rompieron el silencio.

—¿Cómo te atreves? —siseó Harry finalmente. Su voz sonaba áspera por la falta de uso—. ¿ Imperio no fue lo suficientemente malo para ti? ¿Decidiste cavar una tumba aún más profunda para ti? ¡Por la confianza que te di!

What He Grows To Be (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora