CAPÍTULO 12

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Violeta Hódar:

La espalda de Chiara impacta contra la puerta de mi habitación una vez la hemos cerrado, haciendo que un jadeo escape de sus labios para llegar a mis oídos, recorra en bajada mi torrente sanguíneo y conecte directamente con el centro de mi cuerpo. Nunca en toda mi vida me sentí tan excitada como en este momento, sin necesidad de un toque directo, tan solo besos compartidos que parecen no tener final.

Tampoco quiero un final. Quiero seguir cerrando los ojos al sentir la lengua de Chiara recorrer mi mandíbula con lentitud, recreándose en la idea de que ahora somos libres de poder hacerlo. La simple idea de saber que desde este momento puedo besarla siempre que quiera y que ella lo permita hace que me muerda el labio inferior.

Mis manos viajan a su cintura, tanteando el final de su camiseta con la punta de los dedos y rozando su piel de forma intencionada. Son muchas las experiencias sexuales que he tenido durante toda mi vida, tanto con hombres como con mujeres, pero en ninguna de ellas me sentí tan nerviosa como puedo estarlo ahora. El simple pensamiento de tener esto con Chiara hace que tiemble de pies a cabeza.

—No voy a morderte si me tocas, Vivi —el susurro sale ronco contra mi oreja antes de morder con suavidad mi lóbulo—. O a lo mejor sí, depende de cómo te portes.

—No creo que vayas a tener ninguna clase de queja sobre mi comportamiento, mi amor.

Ahora sí que me aventuro a introducir las manos en el interior de su camiseta, sonriendo cuando se estremece con el contacto del calor de su cuerpo contra la frialdad de mis dedos. Aun así, no hace ademan de alejarse, sino que ronronea por el contacto y vuelve a atrapar mis labios en un beso que me deja sin respiración.

Solo puedo pensar en ascender con mis manos, llevando su camiseta conmigo en el acto y al llegar a un punto en el que me veo obligada a tirar de ella hacia arriba, queriendo retirarla lo antes posible y recibiendo la colaboración de Chiara. Lo que no espero es que debajo de esa tela no haya absolutamente nada.

Mis ojos se clavan en sus pechos desnudos al dar un paso atrás, dejando que una sonrisa de diversión aborde mis labios antes de volver a capturar los suyos con un beso abrasador, sin dudar en pegarla por completo a mi cuerpo para poder sentirla contra mí. Creo que jamás voy a cansarme de besarla porque se ha convertido en mi mayor adicción; la forma en la que su lengua encuentra la mía, en la que sus labios parecen siempre estar húmedos o en cómo ha averiguado en tan solo unos minutos que cada vez que muerde mi labio inferior me vuelvo loca.

Del mismo modo en el que ella parece volverse loca cuando pellizco uno de sus pezones sin dar una advertencia, queriendo aprovechar el desconcierto que debe sentir por lo bloqueados que quedan nuestros cerebros ante la excitación y los besos.

—Los estándares de todo lo relacionado con el amor dicen que la primera vez debe ser romántica —mi comentario arranca una carcajada inesperada por parte de Chiara—. Hablo en serio, no tengo ni idea de cómo hacer esto.

—Dudo mucho que no sepas como hacer esto —tiro de su pezón y la sonrisa se borra de su boca, así que aprovecho para pasar los dientes por su mentón, queriendo hacer un descenso hacia su pecho—. Las dos sabemos que tienes más experiencia que yo, Vivi.

—No me refiero a eso —lamo la vena que palpita en su cuello—. Es diferente contigo en todos los aspectos, y quiero hacerlo bien...

—Yo no quiero nada especial —suspira—. Solo quiero que me toques de una maldita vez.

La desesperación en su voz me hace reír, pero acato sus órdenes y ahora es mi mano la que tiene complementa cubierto su pecho izquierdo, provocándole un largo y suave suspiro al sentir el calor en esa zona. Los ojos verdes de Chiara me miran fijamente, inclinándose para volver a besarme, pero la esquivo porque tengo otros planes.

DI QUE SÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora