Capítulo 2: El ataque de los bandidos.

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Rojo abrió sus ojos y se vio abrumado al contemplar el infinito vacío del espacio exterior. Su cuerpo no tiene ningún punto de apoyo, solo flota, dejándose llevar. Contempla el sol, la luna y las estrellas a su alrededor; está maravillado.

Kotemon: ¡Rojo!

Rojo: ¡¿Eh?! ¡¿Qué?!

Al escuchar la voz de su amigo, el chico espabila y es arrastrado de vuelta a la realidad. Está sentado frente a una fogata junto a sus amigos.

Kotemon: ¿A dónde fue tu mente? ¡Estabas completamente perdido viendo el cielo!

Bakumon: Parece que tenías la cabeza en las nubes.

Rojo: Eh... Mucho más lejos, de hecho.

Armadillomon: ¿Qué?

Rojo: Nada, olvídalo. ¿De que estaban hablando?

Kotemon: Armadillomon contó su historia, pero no te culpo por no escucharlo, fue bastante aburrido.

Armadillomon: ¡Oye, no fue aburrido! ¡Son ustedes los que no dejan de ignorarme!

Kotemon: Sí, sí, lo que sea. Si quieren escuchar una autentica historia de terror, solo déjenmelo a mí, estarán tan aterrados que sus almas saldrán de sus cuerpos.

Armadillomon refunfuñó por la actitud de su compañero y la poca atención que le prestan. Rojo y Bakumon rieron levemente por esto, mientras que Kotemon comenzó a contar su historia gesticulando de forma exagerada.

-o-

Ya ha pasado un tiempo desde que llegué a este lugar. Los digimon de la Aldea Hoshi han sido muy buenos conmigo y me recibieron con los brazos abiertos. Hasta cierto punto, me he acostumbrado al lugar, me siento como en casa... Aunque... es solo una expresión, ni siquiera sé cómo es "sentirse en casa", pues no he podido recordar nada, ni quien soy, ni a dónde pertenezco... o si hay alguien preocupado esperando mi regreso. Ah...

He estado teniendo algunas visiones borrosas, siluetas de personas que me parecen conocidas, algunos sonidos que no pertenecen a este lugar, sabores que no he experimentado aquí. Sé que no pertenezco a este sitio, sé que allá afuera, en alguna parte, hay un mundo con otros humanos como yo, pero no logro recordar ni siquiera un rostro o un nombre. No tengo idea de cómo llegué aquí o si podré regresar alguna vez... y lo que es más..."

Nuevamente, el chico se visualiza a sí mismo en el espacio contemplando el infinito.

He estado teniendo estos sueños y visiones en donde estoy flotando en el espacio, me hacen sentir bien... pero, hasta con mi pobre memoria, sé que es imposible que, un simple niño como yo, haya estado en el espacio. Así que, no sé a qué se deba todo esto.

Armadillomon: Oigan, esto es una locura. Si los adultos se enteran que nos escapamos, nos van a matar; mejor regresemos, antes de que se den cuenta.

Kotemon: ¿Eh? ¡Pero aún no termino mi historia! ¿No será que solo quieres regresar porque te estás muriendo del miedo?

Armadillomon: ¡Cla... claro que no! ¡Solo no quiero que nos castiguen por tus tonterías!

Bakumon: Supongo que Armadillomon tiene razón.

Armadillomon: ¡Al fin, alguien que me escucha!

Bakumon: Escucharemos la historia de Kotemon y luego regresaremos a casa.

Armadillomon: ¡¿Eh...?! Ah... -suspiró- No sé por qué me junto con ustedes...

Nuevamente, todos se rieron discretamente de él y Kotemon continúa narrando su historia. Rojo, nuevamente, se pierde en sus pensamientos. Regresando a hace un par de horas, dormía plácidamente, hasta que Kotemon apareció por su ventana y empezó a decir su nombre, mientras lo picaba con su espada kendo. Cuando despertó, el digimon le pidió que se escaparan para tener una aventura nocturna, ver las estrellas y divertirse sin tener que llevar a un adulto para supervisarlos. Ya que, Dobermon normalmente está ocupado, Turueimon o Garurumon se encargaban de ello, pero Kotemon siente que no pueden divertirse realmente teniéndolos encima todo el tiempo, regañándolos por cada pequeña cosa. Bakumon y Armadillomon estaban con él, pero se encontraban adormilados. Se nota que el digimon hiperactivo también los llevó a la fuerza, seguramente no los dejaría dormir en toda la noche si no accedían a ello. Aun así, Rojo pensó que sería divertido, le entusiasmaba la idea.

Digimon: En el siguiente mundo, en la siguiente...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora