Capítulo 6: ¿El fin de todo?

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Bakumon: Rojo... ¿estás bien?

Rojo: Si, es solo que... ahora que recuerdo a todos los que conocí... a todos los que me importan y lo mucho que los quiero... es más difícil estar lejos de ellos... Me pregunto... si realmente podré volver a verlos.

Bakumon: Lo siento mucho Rojo, debes estar pasando un momento muy difícil, solo para que termines inmiscuido en los problemas de nuestra aldea.

Rojo: Oye, esta también es mi aldea, y Lunamon también es mi amiga, así que estamos juntos en esto.

El chico dice esto con una sonrisa, esto hace sentir más tranquilo a Bakumon.

Armadillomon: Dobermon acaba de marcharse. Llegó el momento, tenemos que abandonar la aldea Hoshi.

Aún faltan varias horas para que se cumpla el plazo establecido por el enemigo, Dobermon decide caminar lentamente a lo que podría ser su fatal destino. Mientras eso sucede todos los digimon de la aldea se reúnen, y abandonan el lugar, dejando toda la comida y recursos. Al salir de la aldea se dirigen al bosque cerca de ahí; es el mejor lugar en los alrededores donde tendrán oportunidad de refugiarse y buscar comida.

A lo lejos, desde lo alto, un Tsukaimon los observa. Cuando se pierden en la densidad del bosque desciende a la aldea y revisa todo el lugar, casa por casa, cerciorándose de que no haya quedado nadie y que hayan dejado la comida y demás recursos como se los habían solicitado. Al confirmar esto, nuevamente se alza al cielo y se dirige hacia donde está Dobermon, quien lleva la inmensa espada de Musyamon en su espalda, envuelta en un vendaje blanco. A Tsukaimon le conviene que Dobermon camine lentamente, pues de otra forma no podría seguirlo con sus limitadas capacidades de vuelo. Este lo sigue a una distancia segura, pensando que no se percataría de su presencia, aunque el canino está perfectamente consciente de él.

Conforme van avanzando el paisaje va perdiendo brillo, cada vez hay menos vegetación, hasta llegar a una zona áspera, sin árboles ni arbustos, solo algunos pedazos aislados de pasto y algunas malas hierbas. Todo se va tornando cada vez más lúgubre conforme Dobermon baja por una pendiente que no parece natural, el camino se va hundiendo en la tierra, que parece haber sido formado de golpe por el paso del meteorito que le dio forma a la guarida de los villanos; presuntamente el mismo meteorito que le dio forma y nombre a la aldea Hoshi, y que se fragmentó haciendo cráteres por toda la zona, pero este en especial descendió bastante, haciendo que la luz del sol no llegue bien hasta el lugar al que se dirige: la guarida del enemigo.

Dobermon entra al lugar, ninguno de los enemigos lo detuvo, solo se hacen a un lado para dejarlo pasar. Musyamon lo espera al fondo del lugar, en su trono hecho de madera corroída, pero en este momento, se siente como si estuviera en un palacio real; se le ve arrogante y emocionado, recarga su mano sobre una espada que consiguió en uno de sus múltiples saqueos, pero esta es muy inferior a su espada original, la cual ansia tener de vuelta. Aun así, detuvo a Dobermon antes de que pueda acercarse a su trono, levanta su espada y la mete en la pequeña jaula colgante donde está Lunamon, casi cortándola y haciendo que la niña grite del susto.

Musyamon: Da un solo paso más y la niña muere.

Dobermon: ¿Qué demonios quieres? estoy aquí como lo solicitaste y traigo tu espada.

Musyamon: No dejaré que la salves y luego hagas lo que te de tu gana. Primero que nada, tráiganme mi espada.

Vegiemon Toma la espada en la espalda de Dobermon y se la entrega a su líder, este arroja sin ningún cuidado la espada con la que amenaza a Lunamon y toma la que le pertenece; le quita el vendaje que lleva por funda y admira su filo, pero nota algo diferente en su arma.

Digimon: En el siguiente mundo, en la siguiente...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora