La primera grieta

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El peso de la culpa y la derrota lo aplastaron, sumiéndolo en una espiral de dolor y desesperación. 

Se encerró en su estudio, el lugar donde antes había dedicado cada minuto a intentar salvar a su cliente. Pero ahora, aquel espacio estaba lleno de botellas vacías y papeles dispersos, como si el caos reflejara su estado mental. No respondía a las llamadas, no comía, apenas dormía. El alcohol era su única compañía, ahogando cada pensamiento doloroso que no podía enfrentar.

Hinata había estado con él desde el principio, tratando de sacarlo de ese estado. Había extendido su permiso en el hospital para quedarse en casa, preocupada por lo que podría pasar si lo dejaba solo. Sin embargo, su suave insistencia y amor no parecían ser suficientes para penetrar la muralla que Sasuke había levantado a su alrededor. Estaba completamente hundido, perdido en su propia mente, negándose a salir del estudio por días.

Una tarde, ella se preparaba para salir. Su padre había llegado a la ciudad sin previo aviso, y ahora debía ir a enfrentarlo, resolver ciertos asuntos que habían quedado pendientes, pero estaba preocupada por dejar a Sasuke solo en ese estado. Además, tampoco le dijo que su padre llegó y quería "hablar" con ambos, ya que ella no podía dejar que lo viera así, si no todo empeoraría más. Debía arreglar las cosas sola.

Mirando a su esposo desde la puerta del estudio, vio cómo sostenía una botella medio vacía de whisky, mirando al vacío. Suspiró con el corazón apesadumbrado.

Sin dudarlo, decidió llamar a Itachi. Quién también ya había hablado con Sasuke de lo sucedido, pidiéndole que regrese a trabajar porque esas cosas pasaban y debía superarlo, pero claramente el menor no le hizo caso.

—Itachi, necesito tu ayuda —dijo con la voz baja—. Tengo que salir por algo urgente, pero no puedo dejarlo solo...

Al otro lado de la línea, Itachi guardó silencio unos segundos antes de responder, preocupado.

—Voy para allá de inmediato —respondió, pero antes de colgar, añadió—. Si no puedo, mandaré a alguien de confianza. No te preocupes, Hinata.

Solo tuvo que espera una quince minutos cuando alguien tocó el timbre.

Era los primos de su esposo, Shisui y Obito, ambos con la misma intensidad en la mirada que caracterizaba a los Uchiha, entraron con cautela, observando el estado en el que estaba el departamento.

Ella los saludo, no los veía desde aquella cena, ya que tampoco fueron a su boda, les explicó las cosas antes de irse.

—No te preocupes, nos encargaremos.

Hinata asintió, sabiendo que podía confiar en ellos. Pero antes de salir, se dirigió a Sasuke una vez más, acariciando suavemente su cabello.

—Volveré pronto, amor... —le susurró, aunque no estaba segura de si él la había escuchado.

Cuando ella se fue Shisui murmuró:

—Esto está peor de lo que imaginaba —viendo desde el umbral que el estudio era un desastre y apestaba fuertemente a diversos tipos de alcohol.

—Sasuke siempre ha sido terco, pero esto... —Obito sacudió la cabeza—. Esto es otro nivel.

Se acercaron y encontraron que Sasuke estaba tirado en el sofá, con los ojos enrojecidos y el vaso de licor en la mano, apenas consciente de su entorno. Parecía un espectro de sí mismo, la fuerza y arrogancia de su carácter completamente desmoronadas.

—Sasuke —dijo Shisui, acercándose con cautela—. Es hora de que te levantes, amigo. Esto no te está ayudando.

—Déjenme en paz —fue todo lo que murmuró, sin molestarse en mirarlos.

EL CAMINO HACIA TI (SASUHINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora