Uno

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Se sentía agotado y de mal humor, únicamente deseaba descansar. Giro la manija de la puerta de su casa y entró despojándose de sus zapatos, trás terminar escuchó los pasos de la persona con la que compartía techo, una melena rubia hizo presencia corriendo a dirección del recién llegado, no obstante no sé fijo bien y tropezó consigo mismo. Estaba a punto de caer pero los fuertes brazos del contrario lo sustuvieron para evitar un accidente.

—Gracias, Sasuke —dijo el rubio, cuando se incorporaron las estaturas de ambos fueron brutalmente diferenciales, pues con trabajo las puntas de la desordenada cabellera rubia llegaban debajo de los pectorales de Sasuke —. Dime, ¿Vas a cenar?, Prepare algo muy delicioso, sé que te encantará —le sonrío.

—El hecho de estar casado contigo no significa que diré si a todo lo que deseas, Naruto — bajo su mirada para observarlo, este sólo desvío sus ojos a un lado mientras apretaba sus carnosos y carmesí labios.

—Entiendo —se limitó a responder, llevó a su cuerpo a un esquina para darle paso a su pareja de ingresar a la casa —. ¿Al menos puedo dejarte un beso en la mejilla?

—No. Te he dicho ya tus deberes y límites, será mejor que te acoples a ellas. Molesto Doncel —esto último clavó en Naruto una espada, reconocía que era el único enamorado de esa "relación" pero aún así mantenía la esperanza de algún día ser amado por igual —. Recoje la mesa y duerme, mañana vas a la universidad. ¿Cierto? —el contrario asintió.

En ningún momento se había volteado a verle, no le importaba en lo más mínimo los sentimientos del Doncel rubio, pero eran una molestia convivir con ello al diario, por eso, se había involucrado sexualmente con una mujer que lo complacía hasta hacerlo olvidar que estaba casado con un Doncel de dieciséis años, era menor que el por nueve años, pero siendo un empresario millonario la edad no fue un problema. Se había casado con fines de beneficio propio por un estúpido acuerdo de su abuelo con una mujer poderosa. No obstante ese acuerdo contaba con unos requisitos que debía cumplir si o si. Eran dos y apenas llevaba uno. Aquella mujer con la que tenía encuentros se llama Sakura y es la responsable de que Sasuke no quiera comer, pues antes de llegar a casa, cenó con la mujer de cabellos rosas, así que hambre era lo que le faltaba.

Subió las escaleras para encontrarse con el pasillo en que se hayan tres habitaciones, una principal y otras más pequeñas pero espaciosas. Se supone que debe compartir cuarto con su esposa pero la idea le desagrada por lo que duermen en cuartos separados. Al entrar a su habitación se depoja de todas sus prendas y toma una toalla, ingresa al baño mientras escucha como en el piso de abajo Naruto está fregando los trastes.

El Doncel está desanimado y se siente rechazado, que la persona que amas te diga que eres una molestia es desgarrador, siempre se esfuerza en hacer los deberes del hogar que Sasuke le ordenó, hace caso a lo que él dicta y no hace cosas que le desagrade al mayor. Aún así parece no ser suficiente para Sasuke. Añora el día en que duerman juntos y poder robarle un beso al azabache. Lo desea.

Las lágrimas se están acumulando en sus azulinos ojos, intensos como el cielo, y nublados por la lluvia que quiere acontecer. Termina de acomodar los trastes y sube para ir a su cuarto a descansar, mañana, como dijo Sasuke, tiene que ir a clases, sólo quedan dos días antes de que inicien las dos semanas de vacaciones por navidad. Estaba tan metido en sus pensamientos que terminó tropezando y callendo de rodillas en el piso amaderado. No soporto más, el dolor físico que recibió fue suficiente para que dejará salir todo.

Sasuke quién se había terminado de cambiar, se dirija a la cocina por un vaso de agua, sin embargo el estruendo del golpe que se escuchó hizo que saliera a ver lo que sucedía, cuando abrió la puerta divisó el pequeño cuerpo de Naruto encima de sus regordetas piernas que tenían las rodillas raspadas. Se percató de las lágrimas que recorrían las mejillas del menor hasta estamparce contra las manos de este. No sabía que decir o hacer. Y no supo como sentirse cuando Naruto alzó su cara para mirarlo, una sensación extraña recorrió su cuerpo entero, los brillantes ojos azules de Naruto se encontraban opacados por las lágrimas, sus mejillas estaban rojas y sus labios temblaban.

Ese Doncel es Mío Donde viven las historias. Descúbrelo ahora