CAPÍTULO 23: CUM LAUDE

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Yoko paseaba nerviosa de un lado a otro, repasando mentalmente una y otra vez las palabras que en menos de media hora tendría que recitar ante todos sus compañeros que, como ella, por fin se graduaban en la facultad.

Graduada con honores, cum laude, la mejor de su promoción, recibía el honor de despedir a esa nueva generación de licenciados con su discurso y le entró el pánico.

Daba vueltas una y otra vez por el despacho de Faye, que era donde se había refugiado para pasar los nervios, ese lugar le traía recuerdos hermosos y sosegaba su ánimo cuando estaba turbio. Sin pudor alguno se sentó en la silla que pertenecía a su ex profesora y con una sonrisa miró los marcos que adornaban su mesa. La primera fotografía era de Ling, abrazando esa camisa, su armadura contra todos sus males, justo al lado ella misma le devolvía la sonrisa, una fotografía tomada hacía ya un año, cuando entraba el verano, en el banco donde se habían besado por primera vez, su banco y finalmente, presidiendo ese rincón de recuerdos, una foto en la que aparecían las tres, Faye abrazando su cintura y Ling en sus brazos, una estampa idílica de una familia feliz.

La puerta se abrió con suavidad y los ojos grises de la mujer a la que amaba se clavaron en los suyos, sonriendo de inmediato. Faye penetró en su despacho, el traje que llevaba le sentaba como un guante, dándole una elegancia misteriosa, una belleza peculiar al ser ropa de hombre ajustándose perfectamente a su figura, sus cabellos rebeldes enmarcando ese rostro decidido, esos ojos llenos de determinación y promesas.
Se acercó a ella mientras se levantaba de su silla y encaraba a aquella que desde hacía ya más de un año se había convertido en su estandarte, en su familia. Un suave beso en sus labios sin palabras y un tierno abrazo, fundiéndose en silencio en su momento, ajenas al ajetreo que se escuchaba por los pasillos de la facultad.

Finalmente Faye rompió el silencio, susurrando sus palabras en el oído de su morena que había apoyado suavemente su rostro en el hombro de su amada.

-Estoy orgullosa de ti ¿Lo sabes verdad?
-"Lo sé, aunque no habría llegado hasta aquí sin ti"
-Lo habrías hecho, tienes un don extraordinario Yoko, no te menosprecies
-"No puedo creer que se haya terminado ya..."
-En unas horas serás oficialmente licenciada mi amor y yo ya no seré la novia de una alumna, perderé todo el morbo
-"Eres idiota"

Entre risas se dieron un nuevo beso, dulce y seguro, su complicidad y compenetración era admirable, se entendían con solo una mirada, con un gesto.

-Debo irme princesa, tengo que reunirme con el resto del claustro de profesores, tranquila porque todo saldrá bien
-"Lo sé, estarás ahí para apoyarme"
-Siempre

Un beso rápido y Faye salió del despacho, dejándola nuevamente con sus recuerdos, sus pensamientos, mientras su sonrisa se ensanchaba.

Su mente viajó a ese momento en el que fue capaz de enfrentarse a Nim por primera vez en su vida, ella que siempre fue la niña sumisa y obediente, que no había roto un plato en su vida, con los ojos encendidos en ira luchó con uñas y dientes sin dar su brazo a torces para poder estar junto a Faye Malisorn, tras ese acontecimiento se le negó la entrada en su casa por lo que se instaló de forma indefinida junto a Faye y su hija. Ling se mostró inmensamente feliz con ese hecho, eufórica al ver que mañana sí y mañana también al despertarse, su Yoko seguía ahí y no tenía intención de marcharse.

Con cariño recordó los roces de la convivencia, como empezaron a pelearse para usar el baño, batallas campales en las que la morena siempre salía victoriosa, como tuvo que lidiar con la cabezonería de Faye en muchos aspectos, o su síndrome de mantenerlo todo con un orden estricto y sus ataques de furia irracional cuando encontraba algo fuera de lugar, durante meses aprendieron a conocerse, a amar los defectos que la otra presentaba, a fortalecer su relación con el día a día, aprendieron a pedirse perdón sin palabras, haciendo el amor hasta que las encontraba la mañana, desnudas y completamente pegadas, riendo al no recordar el motivo de su enfado, aprendieron a almacenar besos de buenos días, a entender una a una sus miradas, a comunicarse sin necesidad de palabras.

Miss Malisorn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora