CAPÍTULO 24: ETERNAMENTE EN EL AULA 108

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Tres años más tarde:

Yoko andaba tranquila camino a la escuela, llevando a Ling de la mano. Ambas andaban en silencio sumidas en sus propios pensamientos mientras la pelinegra jugueteaba con el anillo que adornaba su anular, anillo de compromiso que hacía varios meses Faye había colocado magistralmente, tras una velada llena de sorpresas en la que emocionada acabó por pedirle matrimonio, tras cuatro años de aquella primera mirada que cruzaron en la 108 y cambió sus vidas para siempre.

Una sonrisa adornaba su rostro pues pronto iba a convertirse en la esposa de Faye Malisorn, su ex profesora y ahora decana de la facultad.

Tras la jubilación del anterior decano, ya mayor para seguir ocupando dicho cargo, Faye fue elegida por unanimidad y tuvo que ascender a dicho puesto, a pesar de que nada la apartaba de las aulas pues enseñar era su vocación. De vez en cuando impartía docencia en la 108 y los recuerdos de tiempo atrás, cuando en esa misma aula conoció a la mujer con la que compartía su vida, una sonrisa suave adornaba su rostro haciendo reír a sus alumnos ya que en la facultad era la historia que más veces se repetía, como una alumna y su profesora lucharon por una relación prohibida y, contra todo pronóstico vencieron.

Bajó la mirada para posarla en su pequeña, Ling había crecido, ya era toda una señorita de ojos curiosos y preguntas eternas sobre el mundo, curiosidad incesante que tanto su madre como Yoko potenciaban. Iba callada, metida en sí misma, mirando hacia adelante sin pestañear. La pelinegra comprendió que algo bailaba por su mente infantil pues la conocía como si ella misma la hubiese tenido nueve meses en su interior, por lo que se detuvo en seco obligándola a mirarla. Sus ojos color caramelo que con el tiempo se iban volviendo más bellos se clavaron en ella cargados de angustia.

-"¿Qué ocurre corazón? ¿Qué te preocupa?"
-No es nada mami
-Ling Malisorn-Lerprasert , te conozco, ¿Qué pasa por tu mente?
-Mami... ¿Crees que mamá se enfadará conmigo si le digo que yo no quiero ser escritora como ella?
-"No, claro que no se enfadará pequeñaja, mamá solo quiere lo mejor para ti y que seas feliz"
-No quiero ser escritora, quiero pintar
-"Entonces serás la mejor pintora del mundo y tanto mamá como yo estaremos más que orgullosas de nuestra pequeña terremoto"

La pequeña dibujó en su rostro una sonrisa radiante y apretó la mano de Yoko mientras comenzaban nuevamente su marcha, a punto de llegar a la escuela elemental donde Ling estudiaba, justo al lado del instituto donde la pelinegra impartía clase de literatura desde hacía ya dos años.

Iban a entrar al edificio cuando Ling se detuvo una vez más, mirando a Yoko, buscando las palabras que quería pronunciar. La pelinegra esperó paciente con una sonrisa para aliviar la duda de su pequeña y cuando esta habló estalló en carcajadas

-Mami ¿Crees que para su boda podré llevar el vestido azul? No me gusta el rosa y la abuela Nim quiere que lleve el rosa
-"Llevarás el que tú quieras y serás la más bonita del lugar"
-¿Vendrás a buscarme?
-"Vendrá mamá hoy"
-Puedes venir tú también, así le contamos juntas que quiero ser pintora
-"Entonces también vendré terremoto, se buena"
-Te quiero mami

Con un beso en la mejilla se despidió de su adorada hija y corrió al aula, dejando atrás a Yoko con una sonrisa en el rostro pues cada día adoraba más a su pequeña.

Se marchó de la escuela en dirección al instituto donde impartía clases, sus tacones resonaban por el pasillo mientras imponía respeto con su mirada oscura a aquellos adolescentes tan llenos de vida. Entró en el aula donde en el acto se hizo el silencio mientras se colocaba las gafas y barría el lugar con la mirada, como tantas veces vio hacer a Faye en la 108. Las lecciones de su profesora marcaban su docencia en muchas ocasiones, aprendió más con ella que en cinco años de carrera.

Miss Malisorn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora