CAPÍTULO 8: JUEGO PELIGROSO

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Iban pasando los meses y las clases de la profesora Malisorn se hicieron un infierno. Comentarios mordaces y miradas cargadas de reproche que no conseguía entender eran el pan de cada día por lo que, una hora que antes esperaba con ansia ahora la aborrecía en extremo.

Conocía su historia, podía llegar a entender la amargura en sus palabras o sus gestos y no creía en la versión de Love que aseguraba que la profesora estaba colada por ella, era imposible que lo estuviese, las separaba la edad, su heterosexualidad y mil detalles insalvables, a pesar de que no lograba comprender su cambio de actitud hacia ella.

Con Metawin estaba empezando a consolidar las bases de una relación sólida, se veían cada poco tiempo, lo había llevado a casa y tenía la aprobación de sus padres, se involucraba en su rutina con mil detalles y gestos que le hacían abrirle el corazón poco a poco, se estaba enamorando y lo sabía, no temía las consecuencias de ese hecho ya que Metawin podía ser perfectamente el hombre de su vida, el primero, el único que había conseguido abrirse paso hacia ella y embelesarla de esa manera.

Dejó de preocuparse por la profesora Malisorn, si estaba amargada no era su culpa, iba a su clase como una alumna más a aprender, dejando de lado cualquier teoría sin sentido. Por mucho que Faye se comportase como una cría seguía siendo la profesora que más le enseñaba, haciendo que todos sus conocimientos se tambaleasen y creándole retos cada vez más complicados que alcanzaba con éxito, tenaz y pacientemente.

Con otra de sus profesoras, Lux Sulax, era completamente diferente. Castaña y de ojos verdes, divertida e inteligente, siempre que hablaba con ella acababa estallando en carcajadas, tanto Love como ella misma le habían cogido un cariño extremo. Se encontraban por los pasillos y se ponían a charlar sobre Harry Potter, fanáticas las tres, a pesar de que cursando literatura debían sentir pasión por otro tipo de obras a Lux no le importaba.

Pudo constatar más de una vez que Faye Malisorn  y Lux no se llevaban bien, cuando se cruzaban por los pasillos ni se miraban y si lo hacían era con odio, y más en las ocasiones en las que la pelirroja estaba charlando y riendo con ella, en esos momentos la mirada de Malisorn podría tumbar al más fuerte de los hombres pero no podía con Lux, esta era cabezota y le devolvía los desprecios con la misma intensidad.

Poco después, la misma profesora Sulax les confío que se moría de envidia ya que Faye era la niña bonita del decano, adorada por los altos directivos cuando en realidad era grosera e insufrible a su modo de ver. Les explicó también que no siempre fue así, que hacía un tiempo habían sido amigas, cuando estaban en la flor de la vida y Faye vivía su idílico romance con Engfa, la mujer que perdió en ese fatídico accidente.

Todo cuanto rodeaba a Faye Malisorn era una incógnita, un misterio que Yoko se preguntaba si sería capaz de resolver, mas descartaba esas ideas puesto que no estaba en su mano arreglar la vida de nadie y menos de su profesora.

Salió de la facultad con prisa, Metawin la esperaba y al verlo sonrió. Se acercó a él dejando que este la tomara de la cintura y juntó sus labios tímidamente. El muchacho la abrazó y profundizó el beso, cortándolo al poco tiempo y tomando su mano para marcharse. Pasearon sin rumbo fijo, hablando de todo y nada, contándose su rutina y su vida diaria, robándose besos en cada esquina, como una pareja de adolescentes con las hormonas alborotadas.

Se les escaparon las horas sin darse cuenta y Yoko, alarmada, se despidió de él pues llegaba muy tarde, tenía un trabajo que hacer para la profesora Malisorn y no quería bajar su media. Tras un beso largo corrió en dirección a su casa mientras Metawin la miraba con una sonrisa, sin darse cuenta de que una mujer, castaña de ojos grises, le había reconocido por casualidad y estaba pendiente de cada uno de sus actos.

Tras terminar sus clases, como cada día, Faye recogió sus cosas y se marchó, queriendo el destino que tomase una ruta alternativa pues necesitaba despejarse y poner en orden sus ideas, caminando por el parque pues era la mejor medicina que conocía para su alma atormentada.

Miss Malisorn Donde viven las historias. Descúbrelo ahora