𝓓𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍𝐒 𝓤𝐍𝐈𝐓𝐄𝐃 𝓑𝐘 𝓕𝐀𝐓𝐄

⎯⎯⎯ 𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟑

El agua estaba caliente, no, hirviendo. Pero, de cierta manera, era como si solo estuviera tibia para la princesa Targaryen.

Cerro los ojos solo por un momento, desconectándose del mundo, simplemente dejando de ponerle atención a temas triviales. Las voces de sus damas pronto se convirtieron en murmullos distantes, como si le estuvieran hablando desde muy lejos, nada de sonidos que la molestaran. Solo paz.

— ¿Alteza?... ¡Alteza! — Dyana fue la primera en darse cuenta de que la princesa no estaba a la vista, acercándose con apuro a la tina.

Helaena apenas tuvo tiempo a reaccionar antes de ser sacada del agua por los brazos, no había notado que había sumergido su cuerpo completamente en la tina hasta que necesito tomar de un gran bocado de aire. Dyana saco a la princesa para envolverla en una toalla con ayuda de otra dama que las acompañaba, haciendo que se sentara en el sofá que estaba cerca de una de las ventanas.

— Mi princesa, ¿se encuentra bien? ¿Necesita de un maestre? — Cuestiono la dama, talvez la princesa se había desmayado y no se dieron cuenta.

Helaena ignoro la pregunta, su vista pasando a la ventana. Había tenido muchas pesadillas que le decían que se tiraba por una de esas ventanas, solo para terminar muriendo desangrada después de que un pico le atravesara el cuerpo. A veces pensaba que ese sería su final sin importar lo que decida, sus sueños no le mostraban nada más, ningún otro destino para ella, solo muerte y más muerte.

Al ser ofrecida un vaso de agua, la Targaryen salió de sus pensamientos, negándose antes de levantarse de su asiento, queriendo buscar un espejo. Pidió a sus damas que se retiraran, cepillando su cabello ella misma, estaba cansada de ser cuidada por los demás, aunque, creía que era su mal humor lo que estaba hablando. Helaena se quedó frente el espejo, observando su reflejo por un buen rato, luego se dedicó a vestirse, dejando su cabello de un lado, por una vez que lo llevara completamente suelto no pasaría nada.

Apenas pudo ajustar su propio vestido, era muy sencillo a comparación de los que usaban la reina o la princesa heredera, pero, aun así le daban un poco de dificultad. Tardo más de lo esperado a salir, notando que se le iba a hacer tarde para el almuerzo que su padre quería que compartieran en familia. La princesa tuvo que correr por el pasillo, por suerte no había casi nadie en la fortaleza roja, así que no había ninguna persona que le juzgara por su falta de decoro.

La princesa entró al comedor sin decir nada más que hacer una reverencia ante sus padres, sentándose entre Aegon y Aemond, ignorando la mirada de los demás lo mejor que pudo.

— ¿Por qué tardaste tanto en llegar? — Pregunto el príncipe Aemond en un susurro, sin mirarla para no provocar más atención a su hermana.

— ¿Puedes dejar de molestarme solo cinco minutos? Soy tu hermana mayor, deja de actuar como si fuera tu responsabilidad cuidarme. Puedo cuidarme sola, gracias por preguntar — Helaena contesto sin pensar, con un tono más "agresivo" de lo que había querido.

El príncipe no supo como reaccionar, su intención no era molestar a su querida hermana, pero al ver que eso fue lo que logro decidió quedarse callado, la única opción que le convenía en ese momento. Al ver al joven tan desanimado logro que Helaena quisiera disculparse de inmediato, pero, no lo hizo, en su lugar solo empezó a comer.

— Princesa Helaena, me gustaría pedirle que me acompañe a un paseo en el jardín antes de irme — Ahora hablo Jacaerys, logrando que Helaena saliera de los recuerdos del sueño que tuvo esa noche.

— Si mi madre lo permite estaré más que encantada, mi príncipe — Respondió la princesa con una sonrisa.

Helaena volteo a ver a su madre, esperando su aprobación, la reina solo sonrió a su hija. Continuando el almuerzo en silencio, los sirvientes caminaban de un lado a otro limpiando la mesa, permitiendo que la familia real pudiera retirarse sin problema. La reina Alicent se acercó a su hija, tomándola de la mano para acompañarla a sus aposentos.