10

961 40 4
                                    

PDV VIOLETA

Venía de una conversación súper productiva, en la que me habían ofrecido algo que en otro contexto probablemente habría sido el sueño de mi vida. Probablemente era una señal que no quise ver en ese momento. Quedé en que lo pensaría, pero veía bastante oscura la posibilidad de aceptar; ahora mismo tenía claro que debía mantenerme fuera de esa ciudad, y aquello me demandaba estar en Barcelona demasiado tiempo.

Cuando la vi a Jas me pasó algo similar a con Chiara: el tiempo parecía no haber pasado y la tensión solo aparecía cuando tocábamos ciertos temas.

Cayetana se fue y nos dejó solas. Supongo que ella estaba también un poco insegura con la situación, porque me miró esperando alguna señal de que estaba dispuesta a escucharla.

—Venga, Jas —le dije, animándola un poco, y ella sonrió levemente.

—Antes que nada, quiero que sepas que te quiero mucho y que me alegra verte —ella suspiró y me miró—. No estoy aquí para liártela ni para juzgarte. ¿Cómo estás?

—¡Qué grande estás, joder! Yo también te quiero, bonita. Pff, ¿podemos saltar esa pregunta?

—Si saltáramos esa pregunta, sería una persona horrible. Esto no se trata de mí, y si estoy aquí es porque no creo que sea justo que vosotras lo paséis mal.

—Es que tú no puedes cambiarlo, cariño. No es algo tan sencillo. Aquí hay una realidad muy clara, y es que cerca nos hacemos daño.

—Violeta, no voy a poner en duda tus decisiones, pero eso no te lo crees ni tú. Entiendo que elijas volver a lo seguro, y así como lo entiendo yo, sé que ella también lo haría, porque, aunque tenga un poco de ilusión de que algún día la escuches, no hay un día que no recuerde lo mal que lo hizo.

—¿A qué quieres llegar, Jasmine?

—A que mi hermana se espera cualquier cosa; lo que decidas siempre va a estar bien para ella porque te respeta muchísimo y sabe que tiene todas las de perder, pero, aunque va a entenderlo, sé que si no le explicas tu decisión va a culparse por ello.

—Jas... —intenté frenarla porque esa niña sí que no tenía freno y podía soltar cosas que no estaba lista para escuchar.

—No, Violeta, escúchame. Le ha costado mucho estar en el punto que está. Sé que para ti esto también es difícil, y justamente por eso estoy aquí. No quiero que os hagáis daño cuando simplemente hablando pueden entenderse.

—No es tan fácil —me excusé.

—Chiara no supo hacerlo en su momento, y tú sabes lo que es que la persona que más quieres en el mundo se vaya sin darte explicaciones. ¿Acaso vas a hacerle lo mismo?

—Por ahí sí que no, Jasmine.

—Por ahí sí que sí, Violeta. Es que entiendo que esto es una putada para ambas, y sé que lo estás pasando mal. Entiendo tu retirada y la búsqueda de un poco de paz, pero no te cargues a mi hermana en el camino porque ella no es como tú.

—¿Pero tú te piensas que yo no lo paso mal?

—No, Violeta, no es eso.

—¿Entonces qué es?

—Chiara tiene un defecto y una virtud muy grande que es la misma cosa. No sabe exteriorizarlo, pero sus emociones van hasta el fondo; tiene una capacidad de observación muy grande. Desde que sabe que las obras son tuyas, poco a poco está volviendo a cerrarse, y es porque está volviendo a sentirse una amenaza para el mundo. Vete si es lo que quieres, pero no colabores en que siga creyendo que es una bomba a punto de explotar, porque le ha costado mucho comenzar a perdonarse para que tú ahora le recuerdes lo mal que lo ha hecho y desaparezcas.

La luz que te he quitado - kiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora