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SIN PDV

Cuando la puerta se abrió, las caras de todas las presentes se vieron modificadas: Ruslana porque no podía creerse que justamente sea esa persona y en ese momento; Chiara porque no tenía ni idea de qué hacía allí si no tenían cita; y Cayetana porque no esperaba ver a Chiara de esa forma.

Ruslana salió de aquel despacho luego de saludar a Cayetana. Ninguna sabía muy bien cómo actuar porque la situación había sido extraña.

—Chiara, lo siento. ¿Estás bien? Puedo venir en otro momento.

—Qué va, Cayetana. ¿Qué te trae por aquí?

—Pues no muy buenas noticias, la verdad.

—No me asustes, tía, que ya tengo demasiado.

—A ver, no es tan terrible desde el punto de vista laboral...

—Cayetana, sin vueltas, ¿vale? Hoy no es el mejor día para nada.

—Vale, Violeta se ha regresado a Madrid. Aún no sabe si vendrá al evento o tendré que estar en su representación. Yo creo que sí irá, pero no puedo confirmártelo. El punto es que no estará aquí para cerrar las cuestiones de la presentación. Me ha dicho que directamente lo resolváis vosotros, que seguro lo hacéis bien.

—¿Ha sido mi culpa? —preguntó la morena con suavidad y con miedo a la respuesta, porque como Violeta se estuviera perdiendo esa experiencia por su culpa, no se lo perdonaría.

—No, ni de coña pienses eso, es ella, ¿vale?

—Pero Cayetana...

—Pero Cayetana nada, Chiara. Escúchame bien una cosa. Tú no puedes cargar con la responsabilidad de todo. Lo hiciste mal, ¿vale? Fue feo lo que hiciste, pero es que no puedes quedarte en eso. Keeks, te quiero muchísimo y de verdad que esto no tiene que ver contigo.

—¿Y por qué se ha ido sin siquiera decírmelo?

—Porque ahora es ella quien lo está haciendo fatal y va a acabar dándose la hostia si es que aún no se la dió.

—Pero no lo permitas —respondió la mayor como una obviedad.

—Chiara, cariño, si no dejo que se dé la hostia, no lo va a entender. Violeta es muy dura.

—Pero no dejes que se haga tanto daño —dijo la más grande, y Cayetana vio en sus ojos la desesperación.

—Te lo prometo que estaré para ella cuando ocurra. ¿Te vale con eso?

—No, pero entiendo a lo que quieres llegar —Cayetana se rió al escuchar a Chiara y luego negó.

—Sigues siendo una dura.

—Hay cosas que no cambian.

—Chiara, si te he contado esto es porque no quiero que la esperes. No quiero que estés atenta al móvil por si a mi hermana se le ocurre que es momento de hablar. Si eso ocurre, tú decidirás qué hacer, pero mientras tanto, no puedo saber que estás esperando a una persona que no tiene claro qué quiere.

—¿Por qué te preocupas por mí?

—Porque te conozco desde siempre, sé la clase de persona que eres y sé lo mal que mi hermana lo está haciendo. Así como en su momento te puse a parir por haberte ido, hoy quiero dejarte claro que esto no es por ti.

—Vale —suspiró la mayor, y la menor la miró intentando descifrarla.

—Siento que no estás así por lo que vine a decirte...

—Me lo esperaba, Tana, pero es que hoy ha sido un mal día.

—¿Quieres hablarlo?

—No, no te enfades, pero es un tema familiar y no corresponde que lo hable contigo.

La luz que te he quitado - kiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora