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PDV VIOLETA

Luego de aquella situación, Julia decidió ir a por unos tragos para amenizar el momento. Me ponían fatal esas situaciones; no podía creer que los hombres tuvieran la impunidad de tratar a las mujeres de esa forma y mayormente salir impunes.

Estaba tan metida en mis pensamientos que no noté cuando la pelirroja se acercó a mí. Cuando carraspeó levemente, la miré extrañada.

—Eh, hola, lo siento, no me di cuenta. ¿Necesitas algo? —le pregunté, confusa.

—Sí, necesito algo. Necesito hablar contigo, Violeta —dijo, y en cuanto mencionó mi nombre, la miré aún más extrañada.

—¿Te conozco? Lo siento, tía, no me acuerdo de ti. Es súper raro porque suelo recordar a todas las personas.

—No, no me conoces, Violeta. Estoy aquí por Chiara.

—¿Qué? ¿Tú la conoces? A ver, tía, explícame bien de qué va esto.

—Chiara es mi pareja, pero antes que todo es mi amiga y mi familia, ¿vale? Sé todo lo que habláis porque ella me lo cuenta todo.

—¿Tu pareja? Pero ¿de qué vas, tía? Si te estabas comiendo los morros con la pelirroja esa antes y desprendéis unas vibras de tensión sexual que madre mía. ¿Acaso me vienes a decir a mí qué hacer con Chiara cuando tú no das el ejemplo?

—Joder, al final Chiara va a tener razón que vemos algunas cosas de la misma forma. Aroa es mi otro vínculo. No voy a explicártelo; Chiara sabe que estoy de vacaciones con ella. Jamás haría algo que la hiriera.

—¿A qué quieres llegar, Ruslana? No soy una competencia. No me interesa Chiara románticamente; puedes estar tranquila.

—Es que eso me da igual, Violeta. Solo no quiero que juegues con ella; me lo veo venir. En todo este tiempo le has dado solo señales de humo que se disuelven cuando parecen tomar fuerza, y para ella esto es importante.

—Estoy intentando hacerlo lo mejor posible. Ya le he dicho que al volver todo cobrará forma.

—¿Cuándo le has dicho eso? No lo sabía.

—Hace menos de una semana. Antes de venir aquí.

—Claro, la dejas a la espera mientras te vienes aquí con tu pareja.

—No es mi pareja; es mi ex pareja. La he dejado hace un tiempo, pero nos llevamos bien y este viaje ya estaba pagado.

—¿La quieres?

—¿A quién?

—A Chiara.

—¿Pero qué me estás preguntando?

—Responde. ¿La quieres?

—Nunca quise a nadie como a ella y sigo haciéndolo de la misma manera. Es especial para mí y tenemos una historia que no se va a borrar nunca. Pero, como te dije antes, no soy competencia. No sería justo volver a ese punto y menos si ella ya encontró a alguien que realmente sepa estar a su lado.

—Sé que no eres competencia en ese aspecto, y me daría igual si lo fueras. No lo digo a malas; mi vínculo con ella es muy particular y no soy yo quien tiene que explicarlo. Solo no lo arruines. No le mientas, no le prometas algo que no podrás cumplir. Ella está confiando en ti, y Chiara es Chiara y...

—Y no es igual a las demás, lo sé. Pero es que, tía, no soy una amenaza. No voy a hacerle daño.

—Lo siento. Tu historial no me da seguridad y no voy a permitir que la lleves a un sitio del que le ha costado mucho salir.

La luz que te he quitado - kiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora