𝐏𝐑𝐄𝐓𝐓𝐘 𝐁𝐎𝐘𝐒┃Casi Angeles²
El hogar mágico abre sus puertas oficialmente, como un hogar para chicos con o sin padres, abierto a todo el mundo.
Casi Angeles (Temporada 2), continuación de la temporada 1
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LAS CHICAS, CONVENCIDAS POR JAZMÍN terminaron yendo al boliche esa noche. La música estaba fuerte, vibraba en el aire y hacía que todo el lugar se sintiera vivo. Era imposible no contagiarse de la energía del ambiente.
—¿Dónde está el disc jockey? —preguntó Caridad, levantando la voz para hacerse oír por encima del bullicio.
—¿Para? —contestó Miki, intrigada.
—Para darle esto —le enseñó el casete que llevaba en su mano.
—¿...Lentos? —interrogó con incredulidad, sosteniéndolo entre sus manos.
—Si, ustedes viste, mucha capital, mucha capital, pero no saben lo que es bueno.
—Está por allá... —señaló la rubia—. Anda, dale. —le dijo con una sonrisa, ante la inocencia de su amiga.
Valeria observó a Jazmín, quien buscaba a alguien con la mirada. Había una tensión en sus ojos, como si esperara encontrar a alguien entre la multitud.
—Che, ¿le diste la dirección a tu Matt? —preguntó Vale, notando la inquietud de su amiga.
—Sí. Sí, ¿por qué? —Respondió rápido, un poco a la defensiva.
—¿Qué vas a hacer?¿Le vas a dar para adelante? —la cargoseó Vale con una sonrisa.
—¡No! —intervino Juli—. No, no le podés decir que sí si no estás preparada.
—Bueno, ya está chicas, ya lo hablamos, ya está hablado, basta.
—Tenés miedo —agregó Mar.
—No, no tengo miedo —Jazmín replicó rápidamente, aunque su voz temblaba un poco.
De repente, se hicieron presentes unos gritos eufóricos. Al principio sonaban lejanos, pero cada vez eran más y más cercanos, como una ola de voces que se iba a formando en un barullo, a punto de caer. Fue entonces que, de un momento a otro, los chicos del Hogar cayeron sobre las chicas.
Todos se quedaron estáticos, mirandose unos a otros con sorpresa. Los chicos y las chicas se encontraban frente a frente en el mismo lugar.
—¿Encontronazo, no? —espetó Luca, tratando de alivianar la tensión.
Nadie contestó, en cambio, desinflaron sus pechos resignados e intentaron dispersarse. La incomodidad en el aire era palpable.
—Voy al baño —se excusó rápidamente Marianella, desapareciendo entre la multitud con una mirada de alivio.
