𝐏𝐑𝐄𝐓𝐓𝐘 𝐁𝐎𝐘𝐒┃Casi Angeles²
El hogar mágico abre sus puertas oficialmente, como un hogar para chicos con o sin padres, abierto a todo el mundo.
Casi Angeles (Temporada 2), continuación de la temporada 1
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Capitulo treinta y cinco ▍ ❝Lejos del Hogar❞
EL SOL SE ASOMÓ EN LAS VENTANAS del hogar cuando el caos habitual de la mañana comenzó a desatarse. Los chicos se despertaban entre bostezos y quejas. Como de costumbre, el primer campo de batalla del día era el baño.
—¡Dale Thiago, salí de una vez!—protestó Tacho, ya que el Bedoya Agüero llevaba siglos duchándose.
—¡Ya voy, estoy terminando! —se escuchó la voz del pelilargo desde adentro.
Mar, con cara de dormida y el pelo todo despeinado, estaba haciendo fila, cruzada de brazos, esperando su turno y lanzando miradas de impaciencia.
—Apúrense, dale—bufó la Rinaldi, mientras Jazmín trataba de esquivar el lío para agarrar su cepillo de dientes.
—¡Hagan rápido que es nuestro turno! —pidió Jazmín.
Pero mientras todo ese lío se armaba, Rama, que ya estaba listo desde hace rato, se había percatado de algo.
—Che... ¿alguno la vió a Miki? —preguntó el Ordoñez, levantando la voz para que todos lo escucharan. Nadie respondió al instante, demasiado concentrados en el bardo del baño.—¡Chicos! —repitió esta vez más firme, ganándose las miradas de los cuatro—. ¿Dónde está Miki?
Thiago, por fin afuera de la ducha, envuelto en vapor y con una sonrisa pícara en la cara. Habló.
—¿Qué? ¿Se te perdió la rubia? —bromeó, pero a Rama no le hizo gracia.
—Ahora que lo decís, no la ví cuando me levanté...—dijo la hermana extrañada.
—Seguro se levantó más temprano con Cari, no te preocupes—. Siguió Mar.
Mientras tanto, a unos kilómetros de la mansión se encontraba Miki, dentro de un vehículo acompañada de Franco, su padre y un equipo de producción.
El rubio ojiazul miró a su amiga a un lado suyo, que mantenía su semblante sin expresión, sin despegar su vista del paisaje.
—¿Desayunaste?—preguntó, ofreciéndole una manzana.
La rubia giró su vista hacia él, y le aceptó la fruta casi sin ganas pero forzando una sonrisa.
—Gracias.
—¿Qué pasa gitana? Pensé que estabas contenta de empezar con la campaña.
