La pelea (parte 3)

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Advertencia: smut

Al día siguiente, me desperté en mi habitación por el sol que se asomaba en mi ventana.
Salí al salón y me encontré a JJ durmiendo en el sofá, aún con la tirita de unicornios que le puse ayer en la herida que tenía en la mejilla.
Hoy por la mañana había quedado con Rafe así que me vestí, me tomé un café, le hice una nota a JJ y me marché con mi skate.

Al poco tiempo llegué a la casa de Rafe. Este estaba en el balcón, justamente tomándose un café también.
No tardo mucho en verme ahí en su jardín observándole y, al darse cuenta, soltó un par de carcajadas y bajo a abrirme.

—Hola, nena... —me mostró una sonrisa de las suyas.

—Hola, Rafe... —le devolví la sonrisa.

Se apartó un poco de la puerta, dejándome pasar.
No se oía a nadie...

—Hoy me he despertado y la casa estaba vacía, ¿no es increíble? —se encaminó hacia la cocina para dejar la taza de café que aún tenía en mano.

Cuando la dejó en el fregadero me di cuenta de su mano.

—Rafe, ¿por que no te lo has curado? —corrí hacia él, cogiéndole de la mano y observando las heridas que se hizo ayer golpeando a JJ...

—No lo sé... pero no te preocupes no me duelen.

—Me da igual que no te duelan, se te pueden infectar y ahí si que te dolerían...

—Ay, Max... —me arrincono en la isla de la cocina, con una de sus manos en la cintura y la otra, la herida, en mi mejilla— tu cuidándome, como siempre. Debería de darte un premio por siempre estar atenta conmigo...

—Eh, para el carro vaquero —puse mis manos en su pecho—. Ante de nada te vamos a curar esas heridas, luego ya hacemos todo lo que tú quieras.

El rubio soltó un suspiro, vencido.

—De acuerdo... en el baño tengo un botiquín, vamos.

Subimos hasta su baño, que se encontraba adentro de su habitación.
Busqué por los armarios hasta que lo encontré y luego me acerqué a la cama, donde él estaba sentado y con la mano herida en en su muslo.

—A ver, dame la mano —Rafe me la dio sin quejarse y comencé a curarle. Poco después ya la tenia desinfectada y ya estaba un poco más tranquila—. Bien, pues ya está, ves, no era tan difí...

Rafe me interrumpió besándome y colocándome estirada en la cama para luego tumbarse encima mío sin dejar todo el peso.
Se apoyó con un brazo en la cama y con la otra me acariciaba el cuerpo.

—Te echaba de menos... —me susurró en el oído una vez que nos habíamos separado del beso. Pero luego volvió a unir nuestras lenguas.

Poco a poco, fue quitándome la ropa, hasta quedar totalmente desnuda ante él.
Yo lo único que pude hacer es quitarle la camiseta ya que él no paraba de cogerme las manos, impidiéndome moverme.

—Rafe... —susurré su nombre entre gemidos cuando sentí que sus besos estaban bajando hacia mi zona íntima.

Y cuando llegó, no pude evitar se arquear la espalda con un gemido al sentir su lengua ahí abajo.
Estaba viendo las estrellas con tan solo una lamida...
Su lengua comenzó a jugar con mis pliegues, haciéndome sentir cada vez más excitación.
Hasta que su lengua subía y bajaba y, poco después, metió un dedo.

—Joder, Rafe... —gemí con deseo.

Si lengua y sus dedos hacia arte en mi interior.
Sentía que mis piernas temblaban por la excitación y la sensación de estar a punto de explotar por dentro.
Estuvo así durante unos segundos, hasta que sentí que estaba punto y no podía evitar que mis piernas temblaran demasiado.
Rafe a causa de esto sujeto con fuerza una de ellas para separarlas del todo y tener acceso total a mi zona.

—Rafe voy a...

—Hazlo —me interrumpió—, hazlo para mi.

Cuando se volvía así de posesivo en la cama me sentía estar en un libro de Dark romance.
Aquello me encantaba.
Si, podía ser un fetiche que te ataran las manos, que te mandaran, pero a mi me encantaba, pero solo en la cama.
Rafe al saber que estaba cerca comenzó a ir más rápido con sus movimientos.
Si lengua hacia intensos y rápidos círculos en mi clítoris, mientras que su dedo, que se habían vuelto a dos, me daban embestidas más rápidas.
Pocos segundos después, llegue al clímax y Rafe paró.
Subió la cabeza de nuevo y, cuando menos lo espero, tomé yo el control.
Di un giro rápido, quedándose el debajo ahora y, me senté encima suyo a ahorcajadas.
Fui dejando besos húmedos por su mandíbula primero y, poco a poco, fui llegando hasta lo que fue en su pantalón encima del bulto que se le había formado por su miembro.
Con un rápido tirón le quite los pantalones y, luego le quite los calzoncillos.
Bese un par de veces su miembro como para debilitarlo y luego volví a subir hasta tener sus ojos encima de los míos.

—siéntate y apoya tu espalda en el respaldo de la cama.

Rafe hizo caso al instante y, poco después me senté encima de él siéndolo por fin dentro de mi.
Cuando me acostumbre a su tamaño, comencé a dar saltitos encima suyo, montándolo.

—Joder, Max... —fue él quien gimió ahora, dejando caer la cabeza para atrás mientras cerraba los ojos.

Aquel gemido suyo me excitó tanto que mis saltos aumentaron la velocidad e intensidad, pero aún así no eran suficientes para Rafe porque colocó sus dos manos en mi trasero y me ayudó a ir más rápido.
Haciéndome gemir a mi también y, teniéndome que apoyar en sus hombros para no perder el equilibrio.

Pasaron pocos segundos cuando Rafe volvió a dar la vuelta, volviendo a estar debajo de él y, esta vez, las embestidas eran más fuertes.
Con una sola mano, agarro mis dos muñecas y me las sujetó encima de mi cabeza, apoyando el codo al lado de mi cara.
Con la otra mano, agarraba uno de mis muslos y me lo apretaba.

—Quien manda aquí soy yo, Max —dijo mientras seguía al ritmo de las embestidas—. Y ahora que no hay nadie en mi casa, podré follarte todo lo fuerte que quiera porque nadie escuchará tus gemidos excepto yo.

Sentía que me iba a desmayar, sentía tanta satisfacción dentro de mi que no podía aguantar que los gemidos salieran de mi boca.
Nuestras bocas se juntaron y nuestras lenguas juguetearon durante un rato mientras que las embestidas no paraban y yo iba gimiendo en su boca de vez en cuando.
Poco después, sentía que iba a llegar al clímax.

—Rafe, voy a...

—Aún no —me ordenó— vas a tener que esperarte un poco más. Eso te pasa por creer que podías controlarme.

Y así sin más , sus embestidas fueron más fuertes, sentía que iba a desmayarme de la excitación.
Una bomba estaba a punto de explotar dentro de mi.
No tengo ni idea de cuánto tiempo seguimos así, pero por fin pude escuchar la voz de Rafe diciendo:

—Hazlo.

Y entonces llegué al clímax, al mismo tiempo que él.
Se había corrido dentro de mi...
Lo bueno es que tenia patillas anticonceptivas...
Rafe relajó los brazos y se dejó caer un poco más a mi cuerpo.

—Joder, ha sido la hostia —murmuró Rafe en mi oído y yo sonreí y asentí con la cabeza.

Nuestras miradas se juntaron y nos quedamos ahí un buen tiempo, sin decirnos nada. Solo mirando los ojos el uno del otro.

—Te amo, Rafe...

—Yo también te amo, mi princesa...

Nuestros labios se volvieron a juntar, esta vez con un beso más suave.

Rafe Cameron One Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora