POV Rafe:
Después de un largo día de trabajo, volví a mi piso que compartía con Max.
Llevábamos tres años juntos y hace unos meses decidimos mudarnos por fin juntos.Sin embargo, algo me extraño de aquella vez.
Max siempre me recibía en la entrada de nuestro piso cuando volvía de trabajar. Normalmente ella estaba recién duchada ya que ella también había vuelto hace poco de su trabajo pero, aquella vez. No estaba ahí.
Deje mis llaves y cerré la puerta, para luego adentrarme más en el piso, buscando a la chica.—¿Max? —la llamé, pero ella no respondía— ¿Maxine?
Cuando llegué al salón me la encontré ahí, dándome la espalda. No se movía ni un pelo.
—Hola, nena —Me acerqué a ella, pero la chica aún no se movía, ni siquiera me miraba— ¿Estás bien?
Entonces fue cuando soltó un leve suspiro, se levantó, y escondiendo algo detrás de ella se me acercó a mi.
En sus ojos notaba cierta preocupación y estaban rojos.—¿Has estado llorando? —Pose una mano en su mejilla. No entendía que estaba pasando.
—¿Sabes cuando es el día del padre? —Aquella pregunta me despistó.
—El 19 de marzo, ¿por que? —apenas estábamos a finales de septiembre, cada vez estaba más confuso.
—Bueno... pues supongo que me tendré que adelantar a ese día...
Mis ojos se abrieron como platos cuando sacó una prueba de embarazo que ponía positivo.
No me lo creía...
Una sonrisa de oreja a oreja se asomó en mi rostro y, la cara de preocupación de Max despareció por completo al notar mi felicidad.—Vamos a ser padres... —susurré, para luego repetir la misma frase pero gritando de euphoria.
Abracé a Max con alegría y vi que estaba llorando de felicidad.
—vas a ser la mejor madre del mundo, cariño —le dije, para después dejarle un beso en la frente.
Como impulso no pude evitar tocarle el estómago, no se que estaba esperando, si hasta el tercer mes no se iba a notar nada en su vientre.
—Sabes, hay una manera mejor de celebrarlo —confesó Max, con una sonrisa coqueta.
No pasó ni un solo Segundo que entendí a que se refería.
Así que le agarré de la cintura y de las piernas y la subí hasta la cama, sin evitar las risas de los dos en el camino.