Una noche lluviosa

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Era una noche oscura, fría y con lluvia.
Se notaba que el invierno estaba llegando en los Outer Banks y no podía alegrarme más.
Llegaban las noches con manta, película y una taza de chocolate caliente.
Las noches  con mi  novio, arropados y sintiendo su aroma invadiendo la habitación.
Aquella sensación familiar me invadía de alegría por dentro, no podía esperar.

En aquel momento me encontraba en el salón viendo una serie mientras dibujaba un poco.
De vez en cuando miraba a los grandes ventanales que tenía cerca de mi, veía como la lluvia bajaba con fuerza y salpicaba en el suelo de tierra de mi jardín.
Todo iba muy tranquilo, hasta que el timbre de mi casa sonó.

—¿Quien coño viene a estas horas?

Con mala gana, paré la serie, me levanté del sofá, quitándome la manta que tenía encima y me encaminé hacia la puerta.

—¿Que quie— mi boca se quedó en seco al ver al chico rubio en frente de mi portal, totalmente empapado y con mala cara— Rafe, ¿qué haces aquí a estas horas?

Le deje pasar de inmediato, no quería que se empapara más y que encima se enfermara.
Me daba igual que mojara el suelo.

—ven sube, te daré una toalla grande y ropa limpia — El rubio no dijo nada, se quedó en silencio mientras me seguía hacia mi habitación.

Cuando tuve la toalla y la ropa limpia, le ayude a quitarse la ropa y a secarse, estaba temblando, pero no decía nada.
Cuando ya estábamos más tranquilos, nos sentamos en mi cama, uno al lado del otro.
Como acto de supervivencia, le coloque una manta encima y él me lo agradeció.

—Rafe, ¿estás bien? ¿Qué ha ocurrido?

—Mi padre me ha hechado de casa... lo siento, no sabía donde ir —las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y no pude evitar quitárselas con las llemas de los dedos.

—Tranquilo, todo se va a solucionar, ¿de acuerdo? —apoye mis dos manos en sus mejillas— Hoy puedes dormir aquí en mi casa, mañana hablaré con tu padre.

—No tienes porque hacerlo...

—Rafe, te quiero y no pienso dejar que estés toda la noche afuera y ademas lloviendo, puedes enfermar...

—De acuerdo... gracias

—No me lo tienes que agradecer —le deje un beso en la frente— ¿Has comido algo? —el rubio me negó con la cabeza—. Ven, te haré algo caliente de comer, te irá bien.

En la cocina, Rafe se sentó en la isla que había mientras yo del otro lado le cocinaba algo para que comiera.
No pasó mucho tiempo cuando sentí sus brazos rodearme la cintura y calor en la espalda por su pecho.

—Me gusta tu pijama —me susurró en la oreja. Un fuerte calor me invadió las mejillas al recordar lo que llevaba puesto. Era un conjunto de camisa y pantalón largo con dibujos de hello kitty. Solté una pequeña risita.

—Gracias, amor. A mi también me gusta el que llevas puesto ahora —cuando le había dado la ropa, le dejé un pijama que él siempre se solía poner cuando se quedaba a dormir en mi casa, era un pijama igual que el mío, pero con dibujos del gato Gardfield.

—Gracias —respondió, para después dejarme un par de besos por mi mejilla y cuello.

—La comida ya está lista, ¿quieres comértela aquí en la isla o en el salón?

—En el salón mejor, hace más calor y aún tengo un poco de frío.

Deje el bol de sopa que le había preparado a un lado y le puse una mano en su frente para comprobar que no tuviera fiebre, por suerte estaba bien, pero sería mejor que ahora estuviera cerca de algo que le dé calor.

—De acuerdo, vamos.

Mientras él tomaba la sopa, yo puse una película cualquiera para verla juntos.
Estuvimos un rato en silencio, hasta que una duda me surgió en la mente.

—Rafe... ¿Por qué tu padre te ha echado de casa?...

Su cara cambio por completo, se mostraba avergonzado y triste.

—Digamos que he hecho algo que me he arrepentido y no he podido devolverlo...

—Rafe... ya hablamos de esto. No quiero que vuelvas a drogarte...

—Lo sé Max, lo sé, pero es muy difícil sabes... —Rafe dejó el bol vacío en la pequeña mesa que teníamos en frente.

—Amor, te estoy hablando en serio. Ya basta, esta tontería se acabó, te lo pido por favor. Yo si quiero tener un futuro contigo, quiero tener una familia contigo... —lo último se me escapó de los labios.

Pero fue demasiado tarde, Rafe había escuchado bien claro lo que había dicho y se había quedado petrificado.
Sin embargo, su mirada no se desviaba de la mía.

—¿Acabas de decir?...

—Lo siento, no quería decir eso, déjalo da ig— me levante rápido del sofá, agarrando el bol con intención de llevarlo a la cocina y terminar la conversación. Pero el chico fue más rápido, me agarró de un brazo y no me dejó terminar la frase.

—Max, yo también quiero crear una familia contigo, ¿en serio creías que no lo había pensado?...

La tensión que sentía en aquel momento se desvaneció por completo.

—Bueno, entonces me alegro que tengamos eso en común... —le mostré una pequeña sonrisa—Pero para eso hay que dejar tus adicciones atrás Rafe, por ti, por mi... y por nuestro hijo o hija.

—Lo sé amor, tienes totalmente la razón —se levantó del sofá, quedando en frente de él y mostrándome lo alto que era—. Te juro que lo estoy intentando pero es verdad que lo hice mal. Lo siento mucho.

—De acuerdo... te perdono, pero no es a mi a quien le tienes que pedir perdón, es a tu padre Rafe. Y tienes que prometer que por muy mal que estés no vas a recurrir ni al alcohol ni a las drogas. Tienes que buscar algo que no sea tan malo para poder desahogarte.

—Bueno... yo sé de algo que podría desahogarme ahora, y creo que a ti también —Rafe me quito suavemente el bol de las manos y luego posó sus manos en mi cintura, acercándome más a él. Una pequeña risa se escapó de mis labios—. Anda, osea que te hace gracia. Bueno, ya veremos dentro de poco si tanta gracia te hace...

Sus labios se juntaron con los míos de forma posesiva.
Sus manos me tocaban cada parte del cuerpo y sentía que me iba a derrumbar del temblor que sentía.
De un rápido mivimiento, sus manos agarraron mis muslos y me cargo, para después comenzar a caminar hacia las escaleras y luego entrar a mi habitación.

—Te amo.

—Yo también te amo.

Rafe Cameron One Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora