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Como mencioné anteriormente, a lo largo de esta aventura, que poco a poco se estaba convirtiendo en mi locura y necesidad, cometí muchos errores, o mejor dicho, bajé la guardia en muchos aspectos, y uno de ellos fue con mi familia.

Bajé la guardia con mi madre, la mujer que en muchas ocasiones vi comprar talismanes para que yo pudiera encontrar pareja, a pesar de ser atea y no creer en ese tipo de cosas. Esa misma familia que incluso se atrevía a hacer apuestas para ver si era o no homosexual, debido a que seguía sin tener pareja. Bajé completamente la guardia y no pensé, ni se me ocurrió advertir o especificar más a mi madre sobre lo que deseaba. Quizás, si lo hubiera hecho, me habría evitado lo que se avecinaba.

Conducía de camino a la casa de mis padres. Era sábado por la noche y, a mi lado, como copiloto, estaba mi hermosa y deslumbrante Elysia, quien lucía increíble con ese elegante vestido negro que le llegaba por debajo de las rodillas.

—¿Crees que les agradaré? —preguntó, rompiendo el silencio.

—Claro que sí —respondí, intentando una vez más transmitirle tranquilidad.

—Es que... no quiero causar una mala impresión —insistió, mordiéndose el labio.

—No lo harás, confía en mí —le aseguré, tomando su mano por un momento.

Rara vez podía verla con vestidos, pues era algo que no le gustaba mucho. Supongo que por ello, cada vez que lo hacía, me deleitaba y babeaba tanto por ella. Bueno, a lo que iba, ella estaba a mi lado, hecha un manojo de nervios, preguntándome una y otra vez si creía que les iba a agradar.

—Ya te dije que sí —repetí, suspirando. 

No había nada que pudiera hacer, llevaba así desde ayer. A pesar de verse segura de sí misma, a veces no lo era tanto en otros aspectos y le daba demasiadas vueltas a las cosas, lo cual podía llegar a desesperarme a veces, pero bueno, sé que forma parte de ella y de su encanto.

Al llegar, aparqué el coche y ambos bajamos de este. Me acerqué a ella entrelazando nuestras manos y caminamos hacia el porche de mis padres.

—¿Lista? —le pregunté, sonriendo.

—Lo intentaré —respondió, apretando mi mano.

Mi corazón latía más rápido a medida que avanzábamos y me di cuenta de que también estaba nervioso. Llamé a la puerta y esta se abrió enseguida.

—¡Aaron! Bienveni... do.

La persona frente a nosotros era mi prima Lía, su sorpresa era el reflejo del mío.

—¿Qué haces aquí? —pregunté, sin poder ocultar mi sorpresa.

—¡Hermano, por fin estás aquí! —mi hermana apareció como un torbellino y se lanzó sobre mí, abrazándome.

Se alejó minutos después, para detenerse en Elysia y sonreír.

—Nos vemos otra vez, siento lo que pasó la otra vez, no queríamos interrumpirlos —soltó Karen, enfatizando las últimas palabras y haciendo sonrojar a mi chica.

—No te preocupes, eso quedó en el pasado. Soy Elysia, un gusto una vez más —respondió con voz calmada y con una sonrisa.

—Yo soy Karen, hermana de este cascarrabias, y ella es Lía, una prima —siguió presentándose mi hermana. Con Lía, a su lado que mostró una sonrisa forzada y asintió a modo de saludo.

—Nos están esperando, vamos —Karen tiró de nuestros brazos, ignorando el evidente malestar de Lía, y nos adentramos en la casa de mis padres.

Al llegar al salón, varios pares de ojos se giraron hacia nosotros, con sorpresa.

ELYSIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora