POV Alondra
Llego a la universidad con 10 minutos de atraso; nunca fui buena con el tema de la puntualidad. Trato de subir las escaleras con la mayor velocidad que mi cuerpo me permite antes de que cierren la puerta del aula. Logro llegar justo en el momento en el que el maestro está a punto de comenzar la clase. Me ubico en mi asiento de siempre, entre las primeras filas en la esquina derecha. Saco mi laptop para comenzar a tomar apuntes para mi clase de Psicodiagnóstico.
Es una de las clases más interactivas que tengo, por la cantidad de ejemplos en los que se le pide a toda el aula que participe, lo cual ayuda a entender mejor los temas. He de decir que odio esto de trabajar en equipo. Actualmente no soy la persona más sociable del mundo; en todo este tiempo que llevo en la universidad, me cuesta demasiado volver a tener amigos. Volver a entregarle mi confianza completa a alguien es algo a lo que me cierro totalmente. Sé que está mal, lo he hablado en varias sesiones de terapia y también con mi primo. Según yo, es mi "método de defensa"; según mi psicóloga, es evitación.
A mitad de la clase, el profesor pide que nos juntemos en grupos de cuatro para debatir sobre el caso clínico planteado. Hago la misma rutina de siempre: esperar a que todos los grupos se formen e ir al que le falte alguna persona. Lo malo de este tipo de actividades es que, hasta cierto punto, todos terminan compartiendo alguna experiencia personal relacionada con el tema planteado. Yo me limito a escuchar al grupo y aportar solamente lo necesario.
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Finalmente, acaba la hora y media de clase. Me levanto y empiezo a ordenar mis cosas para salir cuando me entra una llamada. Era Alex; aún mantenemos un poco de comunicación y nos juntamos muy rara vez. Contesto la llamada:
—¿Hola, Alo? ¿Estás libre hoy? ¿Tienes alguien con quien almorzar? —me dice Alex a través del teléfono.
—Justo voy saliendo de clases —respondo.
—Genial, ¿te parece si nos encontramos en el centro comercial cerca de tu universidad? —propone él.
—Claro, allá nos vemos en media hora —accedo, sintiendo una mezcla de nerviosismo y anticipación.
Alex siempre había sido un buen amigo, uno de los pocos que se quedaron cerca después de mi retiro de los streams. Mientras camino hacia el punto de encuentro, recuerdo las incontables veces que nos habíamos reunido para hablar sobre proyectos, compartir risas y simplemente disfrutar de la compañía mutua. Después de todo lo que ocurrió, él sigue estando presente en redes y decidió dedicarse a tomar pequeños cursos relacionados con el mundo digital. Jamás tocamos lo que ocurrió aquel día, y agradezco mucho que Alex no haya sido insistente en sacarme información. Sé que aún mantiene contacto con Rai; una de las razones por las cuales decido evitar salir con él es porque sé que, queriendo o no, a veces Rai sale en el tema de conversación.
Llego al restaurante en el que nos solemos encontrar, me gusta mucho la ambientación que este presenta, todas las paredes de madera, con amplias ventanas de cristales, cuando me dispongo a buscar un sitio en el cual sentarme me llega un mensaje de Alex.
— Perdón hay una trancón horrible llego en 5 minutos—
Suspiro y decido buscar una mesa cerca de una de las ventanas. Me siento y dejo mi bolso en la silla de al lado. Mientras espero, observo el movimiento en la calle y la gente que entra y sale del restaurante. A mi alrededor, las conversaciones y el tintineo de los cubiertos crean una sinfonía de fondo que, de alguna manera, me tranquiliza.
Miro el menú, aunque ya sé lo que quiero pedir. Este lugar tiene uno de los mejores Mofongos de Puerto Rico. Decido pedir una coca cola mientras espero a Alex y aprovecho para revisar algunos correos en mi laptop.
El camarero, un joven amable con una sonrisa sincera, se acerca para tomar mi pedido.
—¿Qué deseas ordenar? —pregunta con cortesía.
—Una coca cola, por el momento, por favor —respondo.
—Enseguida. —Toma nota y se aleja, dejándome con mis pensamientos.
Pienso en todo lo que ha pasado en los últimos años. Desde mi retiro de los streams, mi vida ha dado un giro completo. La universidad, la terapia, y la lucha diaria para mantenerme a flote. A veces, siento que he avanzado mucho, y otras veces, me parece que estoy estancada en el mismo lugar.
Veo a Alex entrar por la puerta, su rostro ligeramente sonrojado por el apuro. Me levanto y le hago señas para que me vea. Su cara se ilumina con una sonrisa cuando me encuentra, y se dirige hacia mi mesa con pasos rápidos.
—¡Alo! Siento mucho la tardanza, el tráfico estaba imposible —dice mientras se sienta frente a mí.
—No te preocupes, Alex. Apenas acabo de pedir —le respondo con una sonrisa.
—¡Genial! ¿Cómo has estado? —me pregunta, visiblemente aliviado de estar finalmente aquí.
—He estado bien, ocupada con la universidad y todo lo demás. ¿Y tú? —respondo, intentando sonar relajada.
—Igual de ocupado, pero ya sabes cómo es esto. Siempre hay algo nuevo que hacer. —Hace una pausa, mirándome con seriedad—. Me he estado preocupando por ti. No te he visto mucho últimamente y quería asegurarme de que estés bien.
Aprecio su preocupación, pero también siento una punzada de incomodidad. No me gusta hablar de mis problemas, prefiero mantener esa parte de mi vida privada.
—Estoy bien, Alex, de verdad. Solo he estado enfocada en mis estudios ya sabes cada curso nuevo es más complicado —digo, tratando de sonar convincente.
El camarero regresa con lo que ordene, y con Alex aprovechamos para ordenar nuestro almuerzo. Mientras esperamos su comida, hablamos sobre recuerdos pasados y de cómo le está yendo actualmente con su nueva pareja. La conversación fluye con naturalidad, y por un momento, me siento como la antigua Alondra, la que disfrutaba de la compañía de los amigos sin el peso de los miedos y las inseguridades. Es un pequeño paso, pero siento que estoy avanzando, poco a poco.
POV RAI
Bueno, bueno, bueno... Hasta que me anime a publicar el capítulo dos, espero que les esté gustando la historia hasta el momento. ¿Qué será de la vida de Rai, no?
-Besos a todos en el lugar que lo prefieran 😘. Nos vemos la próxima semana con un nuevo capítulo.-
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¿Aún existe un nosotras?- Railo
RomanceCuenta una antigua leyenda japonesa que todos estamos conectados a nuestra alma gemela mediante un hilo rojo invisible. Este hilo, atado alrededor de nuestros meñiques, se estira y se enreda, pero nunca se rompe, sin importar el tiempo, la distancia...