POV Alondra
—Muy bien, Alondra, hace un par de semas que no nos vemos. Cuéntame, ¿Qué tal ha estado todo? —preguntó mi psicóloga, sentándose frente a mí con su taza de café.
—Supondría que bien, estos días he estado ocupada con la universidad, y también volví a quedar con Alex hace unos días —respondí mientras tomaba un sorbo del vaso de agua que me había servido al iniciar la sesión.
El consultorio me parecía muy acogedor. Las paredes, pintadas de un blanco suave, estaban adornadas con pequeños cuadros que aportaban un toque de serenidad. Algunos mostraban frases motivacionales en letras cursivas, mientras que otros capturaban paisajes tranquilos.
En la esquina izquierda, se encontraba un sillón largo y cómodo, tapizado en un tono gris suave. Frente a él, el escritorio de mi psicóloga estaba ordenado y decorado con discreción. Una lámpara de luz tenue arrojaba un resplandor cálido sobre la superficie de madera oscura, donde descansaban algunos libros de psicología y una pequeña maceta con una planta verde, que añadía un toque de vida al espacio. En una de las estanterías cercanas, se podían ver más libros cuidadosamente organizados, junto con algunas figuras decorativas.
—Pero algo que me está incomodando es que las pesadillas han vuelto a ser recurrentes. Hace unos días fui a almorzar con Alex , la noche anterior a esa salida tuve una —continué, fijando la mirada en mis zapatillas.
—Esa pesadilla, ¿vino acompañada de algún recuerdo nuevo? —preguntó mi psicóloga mientras abría su cuaderno para hacer anotaciones, como lo hacía en cada sesión.
—Sí, lo tengo muy claro, ha estado rondando mi cabeza durante estos días —respondí, tomando una gran bocanada de aire, sabiendo lo que vendría a continuación.
—Muy bien, ¿te parece adecuado si empiezas a contarme los momentos más claros que tengas ahora sobre ese incidente? —me pregunta, su tono suave pero firme, animándome a dar el primer paso en lo que sé será una conversación difícil.
Sentí cómo se me cerraba el pecho en ese instante. Aunque ya había hablado en varias ocasiones sobre alguna de las cosas que diré, siempre era complicado comenzar, y esta vez sería aún más difícil, ya que lo último que soñé lo compartiría por primera vez.
—Sí, me parece bien —respondí de forma directa.
—Correcto, entonces ya sabes, si te sientes cómoda, cierra los ojos —sugirió con suavidad, dándome el espacio para decidir cómo quería proceder.
Tomé una respiración profunda, dejando que el aire llenara mis pulmones antes de soltarlo lentamente. Cerré los ojos, sintiendo la tensión en mis hombros, y me obligué a relajarme un poco.
—Está bien, estoy lista —dije en voz baja, aunque no estaba segura de si eso era cierto.
—Cuando estés preparada, comienza a hablar sobre lo que recuerdas. No te apresures, toma tu tiempo —su voz era un ancla, cálida y estable, que me mantenía centrada en ese momento.
Me concentré en el sonido de mi respiración, el suave aroma del café que se encontraba en el ambiente, y el lejano murmullo del tráfico afuera. Todos esos detalles me ayudaban a mantenerme presente mientras me sumergía lentamente en el recuerdo.
—Empiezo a escuchar gritos a lo lejos. Siento cómo se van acercando más y más, hasta que finalmente los escucho con absoluta claridad —digo, tratando de mantener mi respiración en calma— Porque todo lo que me estás pidiendo es una puta mierda, Alondra', me gritaba Rai. Veía cómo iba metiendo todas sus cosas en el bolso apresuradamente. '¿Entiendes que es tirar a la puta mierda todo lo que hemos avanzado? ¿Cuánto tiempo más, Alondra? ¿Cuánto tiempo más te tengo que esperar?' Veía cómo las lágrimas iban cayendo por sus mejillas—
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¿Aún existe un nosotras?- Railo
RomanceCuenta una antigua leyenda japonesa que todos estamos conectados a nuestra alma gemela mediante un hilo rojo invisible. Este hilo, atado alrededor de nuestros meñiques, se estira y se enreda, pero nunca se rompe, sin importar el tiempo, la distancia...