Capítulo 3 POV RAI
La música resonaba en el estudio de baile y, con cada nota, sentía cómo mi cuerpo se fundía con el ritmo. Hoy decidí quedarme unas horas más en la academia de baile; necesitaba descargar todas las emociones que tenía retenidas en el pecho. Por suerte, a estas horas de la noche, en la academia había muy pocas personas, así que tenía un salón totalmente para mí. Bailar era totalmente liberador; era el único momento en el que todo dejaba de importar. Solo éramos la música y yo. Pero, una vez acabada la canción, cuando todo volvió a ser un total silencio dentro de ese salón, volví a sentir esa punzada en el pecho. Pensé que desgastándome físicamente podría eliminar esta sensación, pero esta vez es totalmente diferente y sé perfectamente por qué. En esta ocasión, no fue una foto que encontré, no fue un objeto simbólico de ambas y tampoco fue una de las muchas cartas que le escribí. Esta vez fue verla, verla a lo lejos, darme una maldita cachetada a la realidad de que ella aún existe.
*Flashback*
Eran aproximadamente las dos de la tarde cuando me encontraba buscando un lugar donde aparcar a las afueras del centro comercial. Necesitaba darme prisa y encontrar el atuendo que tenía planeado usar para esta noche; de no ser así, llegaría tarde a mis prácticas de baile. Una vez conseguí un lugar óptimo para aparcar el auto, bajé de él y me dirigí al interior. Fui a distintas tiendas tratando de buscar algo adecuado, pero nada me terminaba de convencer al cien por ciento. Ya me estaba por rendir porque, mientras más miraba el reloj, menos tiempo me quedaba para llegar a la academia. También tenía que tomar en cuenta que el trayecto no era nada corto y el tráfico el día de hoy estaba asqueroso.
Decidí revisar una tienda más y luego darme una escapada rápida a la zona de comidas que se encontraba en la parte superior del centro comercial. Creo que logré tener un poco de suerte y encontré un vestido negro que, con un par de accesorios que tengo en casa, podría funcionar. Fui a la caja a pagar lo más rápido que pude y salí corriendo hacia la zona de comidas. Mientras cruzaba los enormes pasillos antes de llegar a las escaleras eléctricas, vi a lo lejos una figura muy familiar. Era imposible no reconocerlo por más lejos que estuviera: era Alex. Estaba parado cerca de una tienda de libros. Se me cruzó rápidamente por la cabeza pasar a saludarlo. Me estaba acercando a él cuando, como si todo el mundo hubiera decidido ponerse en pausa, la vi. No había manera de confundirla. Era ella, Alondra.
Sentí cómo toda mi sangre se iba a mi cabeza a tal punto que pensé que iba a explotar. Estaba ahí, a unos pocos metros de mí, pero no me miraba. Estaba muy distraída mostrándole un libro a Alex.
De pronto, vi cómo Alex le decía algo que la hacía reír. Dios mío, hacía tanto tiempo que no veía esa sonrisa en ella. Sentí una punzada fuerte en el pecho al caer en cuenta de que lo último que vi de ella fue llanto. Los vi darse vuelta y caminar hacia el lado contrario en el que yo estaba. Se alejaron hasta que los perdí de vista, pero seguí con la mirada fija en el lugar donde la vi. Un ruido fuerte y molesto me sacó de mi trance: era mi alarma indicándome que tenía que salir ya para mi academia. No había medido el tiempo en el que me encontré estática y parada en el medio del centro comercial, con la cabeza totalmente perdida.
Traté de dirigirme al lugar donde aparqué el auto. Subí y me dirigí en total silencio hacia mi destino. En cualquier otra ocasión, hubiera puesto música para que el trayecto fuera más llevadero, pero tenía tantas ideas en la cabeza que sentía que un solo estímulo más me haría desmayarme en medio de la carretera.
No sé cómo logré llegar y aparcarme en el estacionamiento fuera de la academia. Me quedé sentada un rato en el auto, tratando de callar todos los pensamientos que venían a mi mente. Intenté respirar profundamente y revisé mi teléfono, verificando que iba quince minutos tarde para la práctica. Después de finalmente bajarme del auto, toda la práctica de aquel día fue en automático. Movía mi cuerpo siguiendo los pasos, pero mi mente estaba en otra parte, atrapada en el recuerdo de Alondra y Alex. No recuerdo mucho de lo que hice, solo sé que mi entrenador se despidió de mí diciendo que no me forzara tanto y que tratara de irme temprano.
*Fin del Flashback*
Y aquí me encuentro con las manos en mis rodillas y con la cabeza agachada, tratando de regular mi respiración y a la vez mi cabeza invadiéndome de recuerdos, hasta que llega una frase en específico que dije aquel día que termina de quebrarme por completo: "¿Que no entiendes que me estás asfixiando, Alondra? ¡Déjame en paz!"
Es la frase que usé en aquella pelea que terminó de romper todo lo que teníamos, esa pelea que sucedió hace dos años, en la cual no solo perdí a mi mejor amiga, sino también al amor de mi vida. No pude aguantar más y las lágrimas empezaron a salir. Me tiré al suelo y no sé por cuánto tiempo me quedé en esa posición hasta que por los parlantes del salón empezó a sonar mi tono de llamada. Había olvidado que tenía mi celular conectado a ellos para que sonara música. Me levanté y me dirigí hacia el pequeño gabinete donde lo había colocado y contesté la llamada.
—Hola —dije, tratando de sonar calmada.
—Hola, mi amor, solo quería llamarte para saber qué tal iba tu día, ya que no respondiste ninguno de los mensajes que te mandé —dijo la voz al otro lado de la llamada. Seguido a esto añadió—: Recuerda que en una hora tenemos la cena con tus suegros, te extraño mucho, me muero por verte.
—Sí, mi amor, no lo olvidé. También te extraño, te veo en una hora — después de esto, mi novia se despidió de mí, dejándome nuevamente sola y sin saber cómo afrontar todo lo que queda del día.
Y hasta acá el capítulo de hoy, espero que le haya y cuéntenme que les pareció.
-Besos a todos en el lugar que lo prefieran 😘. Nos vemos la próxima semana con un nuevo capítulo.-
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¿Aún existe un nosotras?- Railo
RomanceCuenta una antigua leyenda japonesa que todos estamos conectados a nuestra alma gemela mediante un hilo rojo invisible. Este hilo, atado alrededor de nuestros meñiques, se estira y se enreda, pero nunca se rompe, sin importar el tiempo, la distancia...