¡¿Fuyumi?!

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El oficial Tsukino manejaba a la dirección que decía en el documento que le había entregado su compañero. La niña iba sentada atrás en la silla especial que siempre guardaba en la cajuela por si alguna vez llevaba a su hija en la patrulla mirando por la ventana. Estaba silencioso y se podía sentir un ambiente incomodo de alguna manera. O más bien era que el oficial le preocupaba que la pequeña tuviera miedo o incomodidad.

— ¿Cómo van las cosas ahí atrás?¿Todo bien?¿Esta bien ajustada la silla? – Pregunto el oficial.

— Mhj. – Fue lo único que pronunció luego de asentir sin dejar de ver a través de la ventana.

— ... Entonces… dijiste que tenías un hermano, además de él y tus padres ¿hay alguien más que te esté esperando?.

— No.

— ¿Y quién es el mayor?.

— Toya.

— Ok. ¿Sabes? Yo también soy padre y hermano mayor. Si mi hermanito se perdiera lo extrañaría mucho, seguro tu hermano te espera con ansias.

— ¿Y si fuera su hija?.

— Ni Dios lo quiera. No se que haría sin mi pequeña princesa. Espera, ¿cómo sabes que es es una niña?.

— Por la foto que está en el espejo. – el oficial mira el espejo retrovisor.

— Uh, la había olvidado.

— ¿Cuántos años tiene?.

— Seis.

— ¿Y su esposa?.

El rostro del oficial decayó un poco y después de un breve silencio hablo.

— Realmente no lo sé. Cuando mi hija tenía dos, nos abandono para irse con un hombre rico que le pagaría todos sus caprichos, desde entonces solo somos mi hija y yo y no sé ha sabido de ella. Ahora mi hija es lo más preciado que tengo.

— ¡Qué señora tan más horrible! – Dijo la pequeña con indignación.

— Lamentablemente hay muchas personas así, el mundo es cruel, entre más creces, más lo notas. Cuando te das cuenta de eso a una corta edad es porque realmente has sido o eres una persona desdichada.

— ¿Qué significa destichado?.

— Jaja. Desdichado, pequeña. Significa alguien que sufre mucha desdicha o, para que tú lo entiendas, desgracias o tragedias que lo lastiman mucho emocional o hasta físicamente.

— ¿Señor?.

— ¿Si?.

— ¿Cuál es su nombre?.

— Katashi.

— Es un lindo nombre.

— El tuyo también. Déjame adivinar, naciste en temporada de invierno.

— Sí. ¿Cómo lo supo?.

— "Belleza de invierno", eso significa tu nombre, así que solo lo deduje.

— Jajaja, ¡increíble! Es usted muy inteligente. ¿Le importa si lo llamo señor Katashi? Es que me agrada mucho.

— No hay problema.

La niña y el oficial hablaron por el camino hasta que llegaron a su destino y el oficial aparco. Bajaron y se dirigieron a el gran portón que había para llamar al timbre, pero nadie atendía y la casa parecía estar bacía.

— Parece que no hay nadie. – Hablo el oficial. – Lo lamento, pequeña. Tendremos que regresar a la estación y volver más tarde o buscar a alguno de tus padres.

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