El peso de la culpa

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Natsu se había levantado temprano para poder cuidar del jardín de su hermana. Quizá demasiado temprano, pues se notaba que aún tenía sueño. Al por fin terminar se limpió el sudor de la frente y se sentó al lado del pequeño estanque de la casa, preguntándose cómo es que Fuyumi hacia todo eso sin siquiera mostrás señas de cansancio si en cambio él término agotado y eso que no había hecho todo lo que su hermana acostumbraba por temor a dar un mal cuidado o hacer algo mal y terminar matando a las plantas, solo hizo lo que sabía hacer que era lo básico.

— Buenos días – escucho a Shoto a su espalda y giro un poco su cuerpo para poder mirarle.

— Buenos días a ti también – dijo en respuesta.

— ¿Y el viejo?

— Creo que fue a la estación donde trabaja el policía de ayer. Ya sabes, para ayudar a que Fuyumi regrese a la normalidad lo antes posible.

Hubo un silencio incomodo provocado por la mención de la situación de la única hermana Todoroki. La pequeña mostraba una actitud agresiva e indiferencia más notoria hacia ellos y eso no les gustaba, no les agradaba, era todo lo contrario a la sensación cálida que solía emanar su hermana mayor, algo que los hacia sentir protegidos y amados. Querían, que por el tiempo que Fuyumi estuviera así, hacerla sentir de esa forma, pero prácticamente ella los odiaba. Pero eso no los detendría, buscarían la forma de cambiar eso.

— El viejo me dijo que le prepara el desayuno a Fuyumi y se lo llevará a la habitación, si era posible antes de que despierte – menciona Natsu –, ¿quieres ayudarme?.

— Sí, no veo por qué no.

Así, ambos hermanos sé dirigieron a la cocina.

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El héroe de la llama estaba camino a la estación. Lo único que escuchaba eran los sonidos que el auto producía, lo que no le agradaba. Esa tranquilidad solo le hacía recordar lo mal que todo había salido el día anterior.

Llegó a la estación de policía y al bajar del auto escucho un escándalo, pues al frente estaban dos policías forcejeando con un hombre que claramente estaba borracho. Se acerco a la escena para ayudar y su imponente figura formo una gran sombra que cubrió a los tres hombres e hizo que pararan para ver de quién provenía la sombra.

Al ver que se trataba de Endeavor quedaron de piedra.

— B-b-b-b-buenos días, se-señor Endeavor, ¿qué lo-lo tr-trae por aquí? – dijo uno de los policías. Su nerviosismo era notorio.

— Buenos días. Estoy buscando a el oficial Katashi.

— ¿A Takaoka? – Endeavor asintió –. Pues, él está investigando un caso. Si gusta lo puedo llevar con él. ¿Puedes tú solo? – pregunto a su compañero.

— Sí, no te preocupes. Camina – dijo al hombre alcoholizado y este sin dudarlo obedeció.

Mientras el otro oficial se encargo de guiar a el héroe a la sala donde se encontraba Takaoka. Ya estando ahí toco la puerta.

— ¿Quién? – se escuchó desde el otro lado.

— Soy Tanaka. Dile a Takaoka que lo buscan.

— ¿A mí? – se oyó otra voz –. Ya voy.

La puerta fue abierta dejando que Takaoka y Endeavor se mirarán, a lo que Takaoka solo sonrió.

— Yo... ¡ya me voy! – dijo el oficial que acompañó a Endeavor y se alejo disimuladamente rápido.

— Buenos días. Asumo que ya sabes a que he venido – hablo Endeavor.

— Por supuesto. Pase, mis compañeros y yo hemos estado investigando por nuestra cuenta.

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