Amargura

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— Cof, cof. – Fingió toser Takaoka, inevitablemente las miradas se dirigieron a él y aclaro su garganta para hablar. – Esto es algo incómodo. No se que está pasando aquí, pero se ve que es personal y que tienen que arreglar como la familia que son, así que ya me voy. Muchas gracias por su hospitalidad, Endeavor, lo veré después para dar seguimiento a lo que sea que haya pasado, mientras tanto estaremos investigando por nuestra cuenta. – Empezó a caminar apresurado a la salida.

Fuyumi desvió su atención a Takaoka y lo vio justo llegando a la entrada.

— ¡Señor Katashi, adiós, cuídese! – El oficial se detuvo para mírala, le dio una sonrisa y agitó su mano para hacer un gesto de despedida.

— Adiós, pequeña, espero volver a verte pronto. – Miro al resto de la familia. Había deducido que algo pasaba en esa relación familiar y no era nada bonito. Puso una cara sería. – Les recomiendo que le digan todo lo que a pasado desde el punto que ella recuerde, aún si son cosas difíciles asimilar, y más si tienen que ver con lo que acabo de presenciar y cosas que influenciaron mucho con lo que son ahora. Obviamente muchas cosas debieron cambiar desde hace casi veinte años y para adaptarse mejor debe tener un contexto de ese salto de tiempo. – Con esas palabras el oficial de policía salió y fue a la patrulla.

Hubo silencio en que padre e hijos se miraban y miraban a la pequeña.

— Viejo... necesito saber qué está pasando, ¿acaso... acaso esta niña es...? – Dijo Natsu.

— Sí. – Dijo sin más el héroe.

— Ah. Siento que olvide algo. – La niña se puso pensativa hasta que recordó lo que estaba haciendo y apunto a Natsu y Shoto con su dedo índice de cada mano. – ¡Ah, sí!¿Quienes son ustedes y que hacen en mi casa? – Los miro detenidamente en silencio con los ojos entrecerrados – ¿Y por que me parecen conocidos?.

— Vamos a la sala, ahí nos sentaremos y hablaremos de esto. – Hablo el patriarca y tomo a su hija en brazos, la cuál quiso oponerse pataleando al aire, pero no sirvió de nada y termino cediendo.

Fue a la sala seguido de sus hijos que aún se encontraban consternados. Una vez los cuatro estaban en la sala se sentaron y miraron entre sí, la pequeña solo miraba a Natsu con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

— Fuyumi, ¿qué es lo último que recuerdas?¿De casualidad sabes si tu madre estaba embarazada? – Pregunto Enji.

— Recuerdo que estaba jugando con Toya y nos mandaste a dormir, Toya se negaba y entonces le dijiste que si no obedecía ya no lo entrenarías, así que hizo caso porque apenas habían empezado con el entrenamiento y le gusta mucho. ¡Espera!¿Mamá, embarazada?¡¿Voy a ser hermana mayor?! – Dijo con emoción la pequeña.

— Hija... desde ese entonces ya han pasado casi dos décadas...

— ¿Cuánto es eso? – Interrumpido a su padre.

— Veinte años. – Dijo Shoto con su típico tono.

— Eso es imposible, entonces yo ya hubiera crecido.

— Es lo que he intentado decir, no se que paso, has regresado a ser una niña, tú ya eras una adulta y estos chicos de aquí son tus hermanos menores, Natsu y Shoto.

— ¿De verdad? – Miro a los chicos y estos asintieron.

El peliblanco se levantó y salió de la sala, poco después regreso con una foto en mano y se la mostró a su hermana.

— Mira, está foto es de hace dos años en tu cumpleaños. Esa chica eres tú. A pesar de que solo estábamos nosotros tres para festejar y era noche y ya no era exactamente tu cumpleaños, lo disfrutamos mucho.

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