Capítulo 8

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──¿Sigues enojado?.

Silencio.

No dijo nada, sin embargo sus manos siguieron acariciando la piel desnuda de mi espalda. Podría jurar que incluso en un gesto cariñoso. De no ser por su cara creería que se le olvidó lo que pasó hace un rato. Sus acciones me decian que estaba tranquilo, que tal vez lo que pasó no fue tan grave y me perdonó mis idioteces. Pero su cara me decía que en cualquier momento podía recuperar la energía y romper todo lo que había en la habitación. No importaba que pasaran días sin hablarme. Él siempre estaría ahí, quisiera o no.

Dudaba que en algún momento, si me encontraba en peligro me dejaría. Su mirada permanecía fija en el techo, pensativo. Su ceño se frunció un poco, luego de algunos segundos más al fin se dignó a mirarme por primera vez desde que llegamos.

──No estoy enojado, solo no me gusta que hagas estupideces ──su voz salió fría, pero podía notar un deje de preocupación en ella.

──No es una estupidez ──solté un suspiro. Sabía perfectamente que por más que le explicara no estaría de acuerdo con que me arriesgara de semejante manera──, Bratt, esa droga podría valer millones de dólares una vez terminada. Dejaríamos sin oportunidades de victoria a mi hermano. ¿Quien carajos buscaría una droga que te destruye poco a poco solo por unos segundos de placer, cuando pueden tener una que les da lo que más desean sin destruirlos físicamente?

Suspiró, frotándose el puente de la nariz en un gesto frustrado.

──El que no los afecte físicamente no quiere decir que no les haga daño. A veces el dolor psicológico es mucho más fuerte que el físico. Nadie necesita tener una herida punzante en la piel cuando están las que perforan y destruyen el alma. Lo que sea que estás fabricando podría acabar con la estabilidad de miles de personas ──trató de hacerme razonar──. Y sí, les das exactamente lo que quieren ver, pero solo por unos minutos. Y el vacío que queda después no se podrá cerrar.

──Precisamente por eso ──me reincorporé un poco, quedando recostada sobre mi antebrazo, mientras lo miraba fijamente──, Bratt, ¿no te das cuenta de las ventajas que tendría contra mi hermano si la BX1 terminara con el resultado esperado?

──Lo único que veo en todo esto es el peligro que corres. Si Antoni se entera dudo mucho que le interese que lleves la misma sangre que él.

Suspiré. En parte Bratt tenía razón. Antoni fue capaz de violar a Emily, mató a nuestro propio padre y aprovechó la oportunidad de incriminar a Christopher por el embarazo de mi hermana cuando él intentó ayudarla. Precisamente por eso quiero destruirlo. Dudo mucho que algo pueda lastimar a una persona con la mente muerta como yo. Se necesita más que golpes, cuchillos y pistolas para acabar conmigo. Mi objetivo es acabar con toda la red criminal de mi hermano antes de acabar con su vida. De lo contrario no tendría ventaja y toda la pirámide se me vendría encima si intentara hacerle algo.

«Que puta mierda».

Me senté en la cama, captando de reojo la expresión confusa del ojiverde de atrás. Observé el reloj de la pared. «Las diez treinta de la noche» faltaban treinta minutos para la hora exacta en la que acordé verme con Christopher por mensaje. Volví la mirada hacia mi novio, tenía la ceja ligeramente arqueada mientras sus dedos seguían acariciándome el dorso de la mano.

──¿Qué pasa? ──su voz resonó por las frías y oscuras paredes de la habitación.

La luz no estaba encendida, ninguno consideraba necesario prender las lámparas, por el hecho de que simplemente no necesitábamos vernos para sentir. La luz de la luna iluminaba el ambiente con escasez. Aún así podía verlo a la perfección y apreciar lo hermoso que era. Jamás me cansaría de repetir que éramos el uno para el otro. Almas incomprendidas ardiendo en el infierno del odio que generaron en nosotros luego de rompernos las alas.

Dark blood (Bratt Lewis x Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora