𝖳𝖴 𝖫𝖮𝖢𝖴𝖱𝖠.

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Noté su mirada sobre mí, pero la ignoré durante unos segundos. Sin embargo, pronto sentí que el nerviosismo invadía mi cuerpo, haciéndome sentir tantas cosas. Estaba tan acostumbrada a que lo nuevo me diera miedo que, por cobardía, preferí no profundizar en ello. Me preguntaba por qué la gente tiene tanto miedo al amor, aunque era una pregunta retórica, ya que era una autocritica de lo que me estaba pasando. Mi cabeza no tenía respuestas. Él se preocupaba por todo y me generaba seguridad, pero lo único que yo intentaba era dejar ir ese sentimiento. Mordí las paredes de mi mejilla, con la mirada perdida en las luces de la ciudad, soy tan propensa a sobrepensar cada momento que había vivido con ese hombre que me hacía sentir valor, sanando fibras de mi alma con sus palabras y acciones. Sin embargo, por inercia, mi instinto era alejarlo. Mi vida era un desastre, y mi corazón estaba un poco más roto. Giré la cabeza para observarlo, sus facciones, su cabellera rubia que le llegaba a los hombros y esa sonrisa de alguien genuinamente feliz. Me maldecía internamente por saber que mis miedos me impedían dar ese paso, conocerlo. Ponía miles de frenos para simplemente tomarlo de las mejillas y darle ese beso que me hiciera olvidar todo, aunque solo fuera por un instante.

Deslumbrando camarines en la cruel noche porteña. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora