Capítulo 7

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miguel 's pov.

DESDE QUE RECUERDO, siempre he soñado con ser mayor. Anhelaba que llegara el momento en el que pudiera ir solo por la calle, comprar cosas independientemente, en fin, todo lo que supone ser adolescente.

Siempre creí que sería libertad, diversión, las primeras veces de las cosas que un niño desea hacer y que para un adulto son cotidianas, como conducir, por ejemplo.

Lo que nunca me dijeron fue que la adolescencia se resume en tres palabras:

Bola. de. problemas.

No entiendes la gravedad de los cambios hormonales hasta que no los experimentas, las inseguridades te carcomen vivo, un mínimo percance se te hace un mundo, dejas de ser quien eres por culpa de una necesidad absurda pero urgente de encajar, te llegas a avergonzar de cosas que siempre te han gustado, se te hace imposible sacarte de la cabeza a la chica que más te odia...

Simplemente me pregunto por qué sucede esto. Con lo feliz que estaba yo siendo un niño.

Que puñetazo le daría al Miguel de seis años, Dios...

En fin, mientras pensaba en todo esto, una mano se posó en mi hombro, sacándome del limbo en el que me había metido yo solo.

— ¿Me has oído? — era Tory.

— Amm... no, perdona. Es que estoy pensando en si ya lo tengo todo para el primer día de clases.

Ella me sonrió y besó mi mejilla. — Que precavido es mi chico.

Su chico... Ese apodo me producía sentimientos encontrados. Entendía perfectamente las intenciones de Tory al decirlo. Sin embargo, en estos momentos de mi vida, lo que más rechazo me provocaba era sentir que estaba atado.

» Te he preguntado si me grabas para subirlo a Instagram.

— Ah... claro — asentí, cogiendo su teléfono cuando me lo tendió.

Desde hacía una semana, le propuse a Tory empezar a entrenar juntos todos los días, pues le avisé que en cuanto empezaran las clases, mi cabeza se centraría en eso. Así que aquí estábamos.

El único inconveniente era que sin quererlo, los ojos se me iban hacia cierta señorita que no me podía ni ver, la cual casi siempre se encontraba en la otra punta del dojo, la mayoría de veces entrenando sola o con Aisha.

He aquí, otra incógnita de la que no estaba muy seguro si se debía a la adolescencia:

Si ya tenía una novia maravillosa, ¿por qué no podía dejar de pensar justamente en la chica con la que peor me llevaba?

Al principio, ni siquiera me daba cuenta de que me quedaba como un tonto observándola más de lo normal, hasta que Halcón me lo hizo saber.

Siempre había negado las alocadas conjeturas de mi amigo con respecto a Brooke desde que ella llegó. Pensé que el pelirrojo estaba ciego. Con lo mal que nos llevamos, era imposible que alguien viese alguna posibilidad de amor ahí.

Dejó de fastidiarme, hasta que un día le comenté cuánto me molestaba su agilidad en las piernas cuando observábamos todos un combate que tuvo contra Mikey, un alumno.

I'M THE BEST || miguel diaz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora